Sin estar mal –a la par con su
muy manejable primer toro que fue el único netamente agradable de los de
Victoriano del Río y por encima del quinto aunque en ambos por debajo de sí
mismo y fatal con la espada–, el de Velilla de San Antonio pegó otro patinazo
más y van… Se fue de vacío tras aburrir bastante al personal y dando la
impresión de llevar la negra. Miguel Ángel Perera sí que anduvo por arriba de
su mal lote, pero en el tercero falló a espadas y al sexto tuvo que matarlo
antes de lo que quiso a petición del público que estaba hasta el gorro del
contagio juliano. La única oreja la cortó Pablo Hermoso de Mendoza del primero
de Bohórquez que fue bueno. Pero aunque anduvo importante con el mucho peor
cuarto, también terminó contagiado y, al descordarlo, perdió salir a hombros.
Pablo Hermoso de Mendoza sobre su caballo estrella «Pirata» |
JOSE ANTONIO DEL MORAL
@dtorosnlibertad
Foto: EFE-Archivo
Foto: EFE-Archivo
A Pablo Hermoso le ha venido de perlas
económicamente hablando la idea de su apoderado, Pablo Chopera, cuando
propuso a la Junta Administrativa de la Plaza de Vista Alegre de Bilbao que,
para celebrar el 25 aniversario de su alternativa, coincidente con el de Enrique
Ponce, alternaran ambos en un mano a mano dentro de las Corridas Generales
del próximo agosto.
A Ponce no le agradó la idea en
principio, pero sugirió que aceptaría siempre y cuando uno de los tres toros
que tendría que matar fuera de Victorino
Martín a fin de redondear la cifra de los 49 que lleva matados de este
hierro. Chopera y la Junta accedieron de inmediato, Pablo también
pidió otro de Victorino para
él y, cuando se anunció el evento, no pocas figuras decidieron actuar junto al
gran jinete navarro en algunas de sus corridas. Imitación en casi todo porque
lo que ninguno de los “culo veo culo
quiero” habló nada de torear uno de Victorino.
Por Dios, eso jamás. El Juli
ya ha tenido bastantes disgustos con sus pretendidos y únicos gestos con los “miruitas” de Nimes y con los de La Quinta en Mont de Marsan, así que
mejor será seguir con sus garcigrandes
y sus victorianosdelrío que lleva
bajo el brazo en la mayor parte de la treintena de corridas que sumará en la
presente campaña.
En cualquier caso, el más favorecido de las
imitaciones será el rejoneador porque ya se sabe lo que pasa con estas mixtas
de a caballo y de a pie. Que la gente siempre se muestra mucho más
condescendiente con los caballeros que con los que se la juegan a cuerpo limpio
frente a reses en puntas. O aparentemente en puntas… que es de lo que se trata
porque lo peor del afeitado es que se note. Un día me contó Rafael Ortega “El Gallino”, sobrino de Joselito
y uno de los hombres más sabios y graciosos que haya conocido, que cuando fue
veedor de toros bajo las órdenes de Manuel Benítez “El Cordobés”, tras actuar este una tarde en Las Ventas, el
propio Benítez le preguntó muy intrigado: “Oiga, Rafael, yo miraba y remiraba a los pitones de mi segundo toro y,
estando casi pegado a los cuernos, lo vi absolutamente limpio, vamos que no
noté nada raro, pero que nada de nada…”
Y El Gallino le
contestó sonriendo socarronamente: “Qué
quieres, mamarracho, ¿que se entere hasta el presidente?”… Se lo había
hecho perfecto.
Aquí, en Valencia y sobre el papel, el trío de
ases que actuaron ayer conformó el cartel más atractivo de la serie aunque
nunca se sabe lo que pueda ocurrir. Me cuentan y lo creo que El Juli anduvo muy bien antier en
Santander salvo con la espada, al punto de cortar dos orejas a uno de sus toros
pese a la muy defectuosa estocada con que lo mató. Me alegré mucho al enterarme
después del disgustazo de Mont de Marsan. Y es que, muchas veces, los fracasos
espabilan aunque se trate de ocultarlos como sea. Pero ayer la suerte no le
vino tan de cara a El Juli y
salió de vacío en un compromiso bastante más trascendental que el de la capital
montañesa.
Quien lleva bastante más que espabilado todo
el año es Miguel Ángel Perera y eso no hay nadie que pueda negarlo ni
ocultarlo. De modo que, todos fuimos a ver al extremeño con la total seguridad
de que armaría un nuevo y contundente triunfo. Pero desgraciadamente, pareció que ayer se contagió de la negra que
trae El Juli en esta su pretendida temporada estelar que,
salvo pocas excepciones, está resultando francamente mala.
Como si fuera una funesta premonición –bastante
menos espectadores de lo que esperábamos, la empresa y los actuantes sobre todo–
comenzó este festejo mayor en edad, saber y gobierno con el gran jinete navarro
Pablo Hermoso frente a un toro de Fermín
Bohórquez que, de salida, persiguió al primer caballo, «Napoleón», que utilizó su dueño y
domador con la sencillez y el magisterio que le son propios, incluso en los
gerebeques que introdujo en su recibo hasta clavar el único rejón de castigo.
En banderillas montó a «Disparate»
para quebrar con mucha templanza y llevar luego al animal cuanto y como quiso
en dos pistas y al contrario extremando las cortas distancias y una soberbia
doma hasta clavar las cortas que para Hermoso no dejan de ser una simple
anécdota, lo mismo que el desplante del final haciendo el teléfono. Pero, como
tantas veces, pinchó antes de agarrar un rejonazo con un detalle del jamelgo
llamado «Pirata» verdaderamente
histórico porque, cuando Hermoso echó pie a tierra para ver morir de
cerca a su oponente, el toro hizo amago de querer cogerle y el famoso caballo
se abalanzó sobre el burel mordiéndole la cola para evitar que cogiera al
rejoneador. Se pueden imaginar ustedes el clamor con que el público puesto en
pie acogió esta insólita escena propia de la mitología. Una oreja cortó Hermoso
que paseó entre ovaciones que se reprodujeron con una enorme ovación cuando Pablo
sacó al caballo para compartir el triunfo.
El
Juli se explayó a la verónica en su recibo del
segundo toro, un castaño oscuro listón de Victoriano del Río que desde el primer lance hasta las
dibujadas medias con que remató la serie Julián, no cesó de embestir con
bravura y con encastada nobleza. Lo mismo que al caballo en el primer puyazo,
bien administrado. Feo el quite de El
Juli por chicuelinas tomasianas con el compás abierto. En el remate, el
animal amagó con perder las manos. Por eso no le hicieron daño alguno en el
segundo puyazo. Me gustaron mucho más las gaoneras del quite que hizo luego Miguel
Ángel Perera. Esa falta de fuerza del precioso animal, la evidenció al
frenarse algo en el tercio de banderillas. Una vez brindada la faena, El Juli la inició en el tercio de
sombra sobre las rayas con tanteos hasta abrir al toro más hacia los medios.
Muy rebrincado embistió a los deslucidos redondos de Julián que, poco a
poco, fue haciéndose con su oponente a base de mando, temple, hondura
progresiva y ligazón incuestionables. Y lo mismo o mejor al natural porque el
toro no planteó problemas por el pitón izquierdo. No quisiera repetir aunque
tengo que hacerlo que, estéticamente, los muletazos de El Juli fueron deplorables por no decir horrorosos. Pero esto
parece que ya no tiene solución. La prueba fue que no se oyó un solo olé aunque
sí una gran ovación cuando culminó el inevitable arrimón que a El Juli no le va nada. El espadazo
caído al salto resultó traserísimo y muchos lo protestaron. Descabelló a la
primera y solo asomaron unos pocos pañuelos. Fue ovacionado. Eso sí.
Dada la particularidad del festejo por mixto,
continuamos su relato por orden de actuación. Echando las manos por delante y
las patas arrastras apareció en la arena el tercer toro, sin dejar lucirse a Perera
con el capote. Fue bravo en el caballo, recargando mucho hasta que lo sacaron
de su presa. Ni una gota de sangre en el segundo encuentro meramente simulado.
Se dolió mucho en palos tras esperar bastante. Bien Juan Sierra. En las
manos de Perera el toro pareció bastante mejor de lo que era. Su magia
consiste en las toneladas de valor que soportan todo lo demás, la firmeza, el
temple y la destreza en el manejo del engaño. Siempre a las alturas debidas en
cada caso, las pausas que administra divinamente y la manera de presentar la
muleta procurando siempre que el animal no la pierda con sus ojos. Lo enormemente
tardo que fue este animal, fue lo que impidió que el trasteo resultara ligado y
brillante. Se pasó Miguel Ángel tanto en su empeño, que resultó
desarmado. Tampoco podemos ocultar que, al entrar a matar, se echó fuera y
pinchó. Las miraditas del toro y los arreones sorpresivos fueron criminales.
Repitió pinchazo y mató de estocada. Fue ovacionado.
El cuarto, como el primero, de Fermín Bohórquez salió rebrincadito
por renqueante de patas. Lo que no fue óbice para que Hermoso volviera a
mostrarnos su maestría sobre el caballo «Duende»
para pararlo, colocar un rejón de castigo y poner banderillas. Ya he dicho más
de una vez que Pablo es el Ponce del rejoneo y no exagero. Muy
deslucido el animal, se frenaba mucho al llegar a jurisdicción, derrotaba alto
y reculaba más de la cuenta. Todos estos defectos los resolvió Hermoso
hasta casi hacerlos desaparecer. Continuo banderilleando sobre «Habanero» con el toro tan parado que,
cuando Pablo pasaba despacio delante del animal, éste se arrancó fuerte
por sorpresa y casi le alcanza. Pero después, llegaron las virguerías y las
bordó. Otra vez sobre «Pirata», el
gran protagonista de la tarde, puso dos de las cortas a una mano y otro a dos, sensacional.
Entró a matar y descordó al toro que cayó fulminado. Tal cuestión, meramente
casual y por nada intencionada, no debería desmerecer una labor tan magistral.
Se pidió una oreja que no fue concedida. Bueno y qué, señor presidente. La
pidió el público y debió concederla. Enfriados los ánimos de unos y de otros, Hermoso
fue silenciado.
El castaño quinto, otro precioso ejemplar,
salió emplazándose en el tercio y salió suelto de los lances de El Juli que tomó sin fijeza y
flaqueando de patas. Fue picado haciéndole la carioca descaradamente. Por lo
distraído del animal, El Juli
renunció a su quite. También Perera al suyo tras el segundo encuentro.
Persiguió mucho en banderillas poniendo en apuros a los rehileteros. El Juli tardó un poquito en hacerse
con el animal, pero cuando se lo llevó a los medios, lo consiguió convirtiendo
el agua en un buen Valdepeñas. No fue toro como para hacerlo parecer de La
Rioja o de la Ribera del Duero pero, en fin, también en Valdepeñas se crían
ahora excelentes caldos. La tercera parte de la faena fue, en cuanto a
destreza, superior por naturales aunque los amagos de rajarse el burel se
convirtieron en reales. El toro llevaba algunas gotas de buena nobleza que El Juli supo sacar, incluso con el
animal completamente rajado en tablas. Pero no haber triunfado con su primer
toro, le llevó a ponerse un puntín pesado. Y como pinchó, al segundo envite la
espada quedó otra vez trasera y caída teniendo que repetir descabellos, lo que
habría sido una oreja quedó en nada con pititos incluidos aunque, arrastrado el
toro, El Juli saludó una
ovación. Muy pobre cosecha de Julián en otra tarde que para él era
importante.
Cornidelantero y montado el negro sexto que
salió huyendo de capotes hasta que Perera lo paró sobre las rayas aunque
en plan de brega porque el animal no dio para más. Al relance tomó el aliviado
primer puyazo, pasando al segundo sin quite aunque lo tomó en regla saliendo
suelto al sentir el hierro. No tomó mal
sino bien el capote de Juan Sierra en la brega de banderillas que
se colocaron con acierto por Joselito Gutiérrez y Guillermo Barbero.
Lo vio Perera mejor que nadie y lo brindó. Despacito y con buena letra
lo pasó por alto con la derecha y lo empapó templando mucho por redondos que
ligó muy bien a los de pecho aunque pronto empezó a racanear el animal. Perera
sufrió un pisotón del toro al dar su primer natural pero luego cuajó algunos
con notorio ajuste y sedoso temple girando el toro a su alrededor por obra y
gracia de la muñeca del extremeño. Pero la gente estaba ya desde antes en
contra del toro por lo que llevaba aguantando durante la en gran parte aburrida
corrida y cuando Perera quiso seguir, no le dejaron, teniendo que matar
de inmediato. Lo dicho, tarde de contagio y, en su mayor parte, para olvidar.
FICHA
DEL FESTEJO
Valencia. Plaza de la calle Xátiva. Viernes, 25 de julio
de 2014. Tarde veraniega aunque no demasiado calurosa con preocupante entrada
dada la categoría del cartel, dos tercios aparentes.
Dos toros despuntados para rejones de Fermín Bohórquez,
aceptablemente presentados y de juego opuesto, bueno el que abrió plaza y
deslucido el que medió el festejo. Cuatro de Victoriano del Río, de
preciosas láminas y de juego muy desigual con solo uno bueno. Fue el débil
aunque muy noble que hizo de segundo. Pésimo el tercero. Manso con ramalazos de
nobleza escondida y muy rajado de media faena en adelante el quinto. Tardo y a
muy parado el meramente manejable sexto.
Pablo Hermoso de Mendoza (de casaquilla granate y
sombrero calañés): Pinchazo y rejonazo, oreja. Descordó al cuarto, silencio
tras petición de oreja.
El Juli (plomo y oro): Estocada muy
trasera caída y descabello, ovación. Pinchazo, estocada trasera caída y cuatro
descabellos, ovación.
Miguel Ángel Perera (verde musgo y oro): Dos
pinchazos y estocada, palmas. Estoconazo tendido, palmas.
Finalizado el paseíllo, le fue entregada una placa
conmemorativa de sus 25 años de alternativa a Pablo Hermoso de Mendoza.
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