El matador alcalaíno corta la
única oreja del mejor toro de la variada victorinada, que subió a otro nivel de
trapío en su segunda parte; Castaño y Bolívar se fueron de vacío.
ZABALA DE LA SERNA
@zabaladelaserna
Victorino arrasó con todos los premios en la última edición
de la Feria de Santiago, y en la presente salió puntuando fuerte con un toro
largo, lleno, acarnerado, cárdeno oscuro por fuera y muy claro por dentro. «Paquetillo» tenía una buena foto de
perfil y otra feota de frente. En plan ficha policial. Pero su templado modo de
embestir, especialmente por el pitón derecho, le concedía una belleza mayor y
conjuntada. Dióse el caso de que el victorino
quería embestir más despacio de lo que Fernando
Robleño pretendía torear.
Robleño en
paralelo a las rayas corrió la mano, y el toro humillaba hasta el final con la
cara colocada en posición de avión. Al natural el nobilísimo ejemplar gazapeaba
haciendo hilo. F.R. regresó a la
mano derecha para remontar en tres tandas más en las que a la embestida se le
fue notando un tranquito menos. Aunque también quedaba la sensación de que el
diamante de ese pitón quedó por explotar y pulir en toda su dimensión. El
matador alcalaíno ejerció como tal con una soberbia estocada que crujió a «Paquetillo». El sonido de madera quebraba
del palillo, la fulminante muerte y el consecuente premio para un espadazo que
lo elevó todo.
Ángel Otero le
echó un pulso a la afamada cuadrilla de Javier
Castaño con dos pares de banderillas superiores. Y ni Adalid, que reaparecía, ni Sánchez,
lograron igualarlos. El victorino de
escasa cara -la corrida a partir del cuarto pegó una crecida de trapío
alucinante- se estiró por abajo y encastado en la muleta antes de desarrollar
una condición muy mirona desde la tercera serie. Ni antes Castaño se convenció ni luego traspasó la raya del todo. ¿Entonces?
Luis Bolívar se
estrelló sin paliativos con un montado y manso victorino, orientado por las alturas, distraído, cruzado y
traicionero. En principio consiguió taparlo con las telas, pero después ni
modo. La debacle ya se precipitó con la espada a la deriva por los sótanos.
Cambió por completo y subió la seriedad de la victorinada como a otra categoría, y se
empezaron a ver dos puyazos por toro. El chato cuarto tenia una guapeza así
como apablorromerada. Y se venía como
dormido y andarín a la muleta de Robleño,
que volvió a contar con su leal oficio y la tizona como fiel aliada.
De ahí al negro quinto de imponente altura de cruz y
hechuras así como para las calles. La actuación de la cuadrilla de Javier Castaño hizo honores a su
popularidad con los palos. Galán se
cayó en la brega y se libró de milagro. El victorino
nunca descolgó en su cosa manejable; Castaño
lo tapó mucho por la derecha ahora con más fe, se cruzó a toro parado con la
zurda, lo atravesó con la espada y se le encasquilló el descabello con el
cerviguillo escondido.
Con el sexto regresó el sello de la casa de la humillación.
Muy por abajo el hocico, y por encima los conocimientos engrasados de Luis Bolívar de la sangre albaserrada. Repetidor el toro carente
de maldad. O gateador. Y por lo tanto siempre muy encima. Pero el colombiano lo
entendió. Hasta que sonó la encogida hora de la espada. Todo lo hecho se
convirtió en humo. Rara victorinada
para calificar. Una botica. De todo un poco a falta de más entrega. Podría
quejarse de lo mismo Victorino por el otro bando. En su
botica compró Robleño. O metió la
mano en el bote de los caramelos.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de Cuatro Caminos. Sábado, 26 de julio de 2014. Última de feria.
Corrida de la Prensa. Tres cuartos. Toros de Víctorino Martín, los tres más fuertes y serios por detrás, con más
volumen que cara los tres primeros; templadísimo por abajo y por el derecho el
1º; encastado y desarrollando en mirón el 2º; infumable y complicado el manso
3º; dormido y andarín el 4º sin terminar de descolgar; manejable sin humillar
el 5º; humillador, repetidor, gateador y sin maldad el 6º.
Fernando Robleño, de tabaco y oro. Estocada fulminante
(oreja). En el cuarto, estocada rinconera (saludos).
Javier Castaño, de azul marino y oro. Estocada tendida y
descabello (saludos). En el quinto, estocada que hace guardia y varios
descabellos. Aviso (silencio).
Luis Bolívar, de rioja y oro. Bajonazo tendido,
pinchazo, otro bajonazo, dos pinchazos y dos descabellos. Aviso (silencio). En
el sexto, dos pinchazos y estocada corta (silencio).
No hay comentarios:
Publicar un comentario