El matador de Orduña corta tres
orejas y sale a hombros; en sus manos cayó un extraordinario toro premiado con
la vuelta al ruedo en el arrastre.
ZABALA DE LA SERNA
@zabaladelaserna
Con todo su trapío a cuestas, sus 600 kilos y a un mes para
cumplir los seis años, se presentó en la plaza «Brevito», el toro de Victoriano del Río que en el
encierro se descolgó en una montonera y se entretuvo en zurcir a cornadas a un
mozo de Valencia y a un escritor americano. '¡Oh, Bill Hillman! What's the
fuck!'
«Brevito» lucía
hechuras bajo su trapío tridimensional, el poder contado y buen aire. Juan José Padilla le tiró una larga
cambiada de rodillas y le voló el capote fácil. Dos puyazos consecutivos y
medidos: no había pasado de la segunda raya a la salida del primero, cuando ya
estaba colocado en suerte para el segundo.
El Ciclón se calentó en banderillas al grito de "¡Illa,
illa, illa, Padilla maravilla!" y fue de menos a más en al cuarteo
y en un violín al sesgo. Brindó al micrófono de Canal Plus Toros, o a
quien se dirigieran sus palabras a través del satélite, e irrumpió la faena de
rodillas. De aquel prólogo se despidió «Brevito»
lesionado, con la mano izquierda quebrada. Juan José Padilla abrevió faena y terminó, lamentándose, con su
extensa vida de seis años.
Para existencia prorrogada la de Iván Fandiño después de volver a nacer entre los tremendos pitacos
de un toro astifino hasta el rabo. Fandiño
ya había pasado una vez con la espada, sin que se viese a ciencia cierta si
había pinchado o simplemente había encogido el brazo al intuir los blandos. En
el siguiente volapié se fue recto como una vela detrás de la espada y el toro
se lo llevó puesto en su daga derecha. Como si lo hubiera ensartado. La espada
hundida y Fandiño en el suelo sin
respirar. Revuelo de capotes e inquietud generalizada. Cuando se incorporó con
el rostro ensangrentado del morrillo del toro, del boquete de la taleguilla no
brotaba ni un hilillo de sangre. ¡Los miércoles, milagro! El trance
empujó la pañolada hasta la oreja.
La faena había contado con dos partes. Una en los terrenos
de sombra, cuando el alto y montado toro de Victoriano, soltó más la
cara, deseando irse a toriles como había marcado desde banderillas. Y otra
allí, en la misma puerta de chiqueros, donde embistió más a gusto. Ya tocaba el
final, hubo una cadena de molinetes y después vino el volteretón y el premio.
De premio fue el quinto de Victoriano del Río,
llamado «Español», con cinco años y
medio, 550 kilos y unas hechuras maravillosas. Su manera de colocar la
embestida en el vuelo de las verónicas de Fandiño,
su son, su ritmo sostenido, su temple y su humillación hasta última hora le
hicieron acreedor de la vuelta al ruedo en el arrastre. Iván de Orduña lo toreó embraguetado, de menos a más en el
entendimiento y en el 'desatragantamiento' con la calidad
de «Español», y mejor, sobre la mano
derecha -cimiento de la obra- que sobre la izquierda. Una estocada algo pasado
de efectos retardados, un aviso y las orejas pamplonesas por mayoría.
Padilla no
banderilleó el cuarto (un toro colorado de generosa cara) ni se sintió cómodo
entre el viento que presidió la fría tarde y las embestidas bondadosas de mejor
inicio de viaje que remate. Por la mano izquierda iba a los vuelos más
humillado el toro.
A Juan del Álamo
le funcionó la cabeza para entender a su altura a un imponente veleto de largas
manos y pacífico fondo. La espada apagaría la tenue llama. Algo parecido
sucedió con el último, que también sin terminar de humillar se abría con
nobleza superior. Cerró una fenomenal corrida de Victoriano del Río, que
se coloca candidata y que, sobre todo, alumbró el que puede ser el toro de la
Feria del Toro, valga la redundancia: «Español». / Diario EL MUNDO de Madrid
FICHA DEL FESTEJO
Monumental de Pamplona. Miércoles, 9 de junio de 2014. Quinta de feria.
Unas 20.000 personas. Toros de Victoriano
del Río, tres cinqueños, de despampante trapío y descomunales cabezas;
extraordinario de ritmo, temple y son un hechurado y bravo 5º, premiado con la
vuelta al ruedo en el arrastre; el inmenso 1º sacó buen estilo hasta que se
lesionó; el más montado y astifinísimo 2º, rajadito, noble y sin clase mejoró
en su querencia; un veleto 3º manejable a su altura y a su aire; bondadoso 4º
de mejor inicio de viaje que final; de superior nobleza un 6º que no terminó de
humillar.
Juan José Padilla, de marfil y oro. Media estocada y dos
descabellos (silencio). En el cuarto, pinchazo y media estocada (silencio).
Iván Fandiño, de rosa pálido y oro. Pinchazo o leve
metisaca y estocada (oreja). En el quinto, estocada algo pasada. Aviso (dos
orejas). Salió a hombros.
Juan del Álamo, de verde manzana y oro. Pinchazo y media
estocada muy tendida (silencio). En el sexto, dos pinchazos y estocada trasera
(silencio).
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