martes, 8 de julio de 2014

FERIA DE SAN FERMÍN 2014 – SEGUNDA CORRIDA: La luz de media verónica en la nada

Densa tarde de mansedumbre y seis silencios para los matadores; Paulita dibujó los  apuntes más toreros.

ZABALA DE LA SERNA
@zabaladelaserna
Foto: EFE

Muy de mañana los toros de Dolores Aguirre corrieron como centellas; a mediodía la hija de la llorada Dama de Hierro recogía el Trofeo de la Feria del Toro de 2013; y a la caída de la tarde todo desaparecía en la nada de la mansedumbre. Como si un voraz agujero negro se tragase las esperanzas. Ni siquiera en la primera mitad de la corrida se salvó la  presentación. La oscuridad se extendió de tal modo sobre el Reino de Navarra que el  destello de una media verónica de Paulita quedó en la memoria como único asidero digno  de recordarse. Una media primorosa, como un fulgor sobre su vestido grana y oro. El  aragonés se presentaba en Pamplona y las ilusiones aún se mantenían intactas. Dos lances de sones broncíneos la habían precedido. Corría el turno de un toro largo, huesudo y degollado de papada de nombre «Cubatisto», reata importante en el encaste Atanasio.

Pero el actual, en su buena condición, no podía con su alma. O con su culata desriñonada. O con su ser completo. Lástima, pues como humilló no humillaría ninguno, ni antes ni después. Derrotaba de purita impotencia. Paulita esbozó pinceladas en el prólogo, una trinchera que la imaginación del aficionado proyectó y concluyó más allá. Avanzaba la faena y «Cubastisto» se encogía cada vez más como transformándose en una vaca vieja y enferma. Un natural del aragonés murió enorme de estética y profundidad. El toro moribundeaba, amagaba ya con echarse y pedía la espada como eutanasia. Tras el segundo pinchazo de Paulita, se rindió. Pese a no estar fino con el acero, lo levantó en gesto de decencia y dignidad.

Cuando las horas pesaban como una losa y las nubes negras se precipitaban contra la plaza haciendo la noche, el último, un torazo de casi 600 kilos, encendió las luces de alarma de Paulita con sus frenazos en el capote. La orden de zurrarle en el caballo la cumplió El Patilla a rajatabla. ¡Qué tremebundos puyazos! «Caracorta» sangró como un géiser. El sentido de supervivencia de Paulita contra el sentido orientado del toro, que por castigo permitió estar al menos, cuando no se acordaba de la guasa sorda y se giraba apoyado en las manos. El matador tiró de oficio y lo cazó con el acero afilado.

Cómo estará la Fiesta cuando Paulita se hacía, con sus 36 años y 13 de alternativa, el más joven de la terna: Francisco Marco cuenta con 38 años y 13 de matador y Uceda Leal, con 37 y 18 de doctorado. El toreo del siglo XXI camina contra natura, contra su propio futuro.

A Marco le salió un doloresguirre paliabierto, frentudo, abanto y corretón, que ya se cobró  una vara en la misma puerta de chiqueros. Sacó una nobleza de ir y venir, y el navarro le dio fiesta a su altura y a su aire desde que estrenó faena con pases cambiados por la espalda. El final de rodillas llamó más la atención de los tendidos ausentes. El altísimo quinto, otro registro de toro, imponía. Como casi todos sus hermanos, todo lo hizo apoyado en las manos, con el freno echado nada más pasar la jurisdicción de la pierna de cargar la suerte y sin descolgar. Francisco Marco repitió quite por chicuelinas y se extendió en vano con muchísima voluntad.

Uceda Leal sorteó lo peor de lo peor de Dolores Aguirre, pero la falta de fe se le  transparentaba en el rostro. El toro más lavado y menor de toda la corrida, recortado.  tostado, chorreado y listón, barbeó tablas nada más aparecer en el ruedo. Pronto se le  quedó por debajo en el capote y cuando lo abandonaba miraba con la vista perdida en los  tendidos. Cero en fijeza. Y cero en muchas otras cosas de su incierto comportamiento, como cuando se metía por dentro o atacaba sin ir metido en la muleta y sin celo. Uceda no lo vio por ningún lado, y menos con el lustroso cuarto que entraba en la parte en la que el trapío subió. Como primera muestra de sus actitudes, soltó una coz al burladero. Se soltó del caballo, no paró, todo con las manos por delante, cruzándose y tan a la defensiva como inmediatamente el propio y veterano torero. Lo dicho y con perdón por la descortesía: el toreo del siglo XXI camina contra natura, contra el futuro. / Diario EL MUNDO de Madrid

FICHA DEL FESTEJO
Monumental de Pamplona. Martes, 8 de julio de 2014. Cuarta de feria. Unos 20.000  espectadores. Toros de Dolores Aguirre, muy desiguales de presentación, los tres menos hechos por delante; lavado y recortado un 1º complicado sin fijeza ni capacidad para humillar; noble de ir y venir a su altura el largo y paliabierto 2º; de buena condición pero desriñonado y sin fuerza un 3º huesudo y degollado; serio y lustroso un manso 4º que se defendió negado y cruzado; un torazo el 5º, que echó el freno apoyado en las manos; el inmenso 6º, tremendamente sangrado, tuvo su guasa sorda, se paró y remató la mansada.
Uceda Leal, de azul marino y oro. Pinchazo y estocada (silencio). En el cuarto, pinchazo y  estocada caída (silencio).
Francisco Marco, de verde botella y oro. Pinchazo y estocada baja (silencio). En el quinto, media estocada tendida y dos descabellos (silencio).
Paulita, de grana y oro. Tres pinchazos y media estocada (silencio). En el sexto, estocada  corta y descabello (silencio).

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