Densa tarde de mansedumbre y seis silencios para los matadores; Paulita
dibujó los apuntes más toreros.
ZABALA DE LA SERNA
@zabaladelaserna
Foto: EFE
Muy de mañana los toros de Dolores Aguirre corrieron como centellas;
a mediodía la hija de la llorada Dama de
Hierro recogía el Trofeo de la Feria del Toro de 2013; y a la caída de la tarde
todo desaparecía en la nada de la mansedumbre. Como si un voraz agujero negro
se tragase las esperanzas. Ni siquiera en la primera mitad de la corrida se
salvó la presentación. La oscuridad se
extendió de tal modo sobre el Reino de Navarra que el destello de una media verónica de Paulita quedó en la memoria como
único asidero digno de recordarse. Una
media primorosa, como un fulgor sobre su vestido grana y oro. El aragonés se presentaba en Pamplona y las
ilusiones aún se mantenían intactas. Dos lances de sones broncíneos la habían
precedido. Corría el turno de un toro largo, huesudo y degollado de papada de
nombre «Cubatisto», reata importante
en el encaste Atanasio.
Pero el actual, en su buena condición, no podía con su alma. O con su
culata desriñonada. O con su ser completo. Lástima, pues como humilló no
humillaría ninguno, ni antes ni después. Derrotaba de purita impotencia. Paulita esbozó pinceladas en el
prólogo, una trinchera que la imaginación del aficionado proyectó y concluyó
más allá. Avanzaba la faena y «Cubastisto»
se encogía cada vez más como transformándose en una vaca vieja y enferma. Un
natural del aragonés murió enorme de estética y profundidad. El toro
moribundeaba, amagaba ya con echarse y pedía la espada como eutanasia. Tras el
segundo pinchazo de Paulita,
se rindió. Pese a no estar fino con el acero, lo levantó en gesto de decencia y
dignidad.
Cuando las horas pesaban como una losa y las nubes negras se
precipitaban contra la plaza haciendo la noche, el último, un torazo de casi
600 kilos, encendió las luces de alarma de Paulita con sus frenazos en el capote. La orden de zurrarle en
el caballo la cumplió El Patilla
a rajatabla. ¡Qué tremebundos puyazos!
«Caracorta» sangró como un géiser. El
sentido de supervivencia de Paulita
contra el sentido orientado del toro, que por castigo permitió estar al menos,
cuando no se acordaba de la guasa sorda y se giraba apoyado en las manos. El matador
tiró de oficio y lo cazó con el acero afilado.
Cómo estará la Fiesta cuando Paulita
se hacía, con sus 36 años y 13 de alternativa, el más joven de la terna: Francisco
Marco cuenta con 38 años y 13 de matador y Uceda Leal, con 37 y 18
de doctorado. El toreo del siglo XXI camina contra natura, contra su propio
futuro.
A Marco le salió un doloresguirre
paliabierto, frentudo, abanto y corretón, que ya se cobró una vara en la misma puerta de chiqueros. Sacó
una nobleza de ir y venir, y el navarro le dio fiesta a su altura y a su aire
desde que estrenó faena con pases cambiados por la espalda. El final de
rodillas llamó más la atención de los tendidos ausentes. El altísimo quinto,
otro registro de toro, imponía. Como casi todos sus hermanos, todo lo hizo
apoyado en las manos, con el freno echado nada más pasar la jurisdicción de la
pierna de cargar la suerte y sin descolgar. Francisco Marco repitió
quite por chicuelinas y se extendió en vano con muchísima voluntad.
Uceda Leal sorteó lo peor de lo peor de Dolores Aguirre, pero la falta de fe
se le transparentaba en el rostro. El
toro más lavado y menor de toda la corrida, recortado. tostado, chorreado y listón, barbeó tablas
nada más aparecer en el ruedo. Pronto se le
quedó por debajo en el capote y cuando lo abandonaba miraba con la vista
perdida en los tendidos. Cero en fijeza.
Y cero en muchas otras cosas de su incierto comportamiento, como cuando se metía
por dentro o atacaba sin ir metido en la muleta y sin celo. Uceda no lo
vio por ningún lado, y menos con el lustroso cuarto que entraba en la parte en
la que el trapío subió. Como primera muestra de sus actitudes, soltó una coz al
burladero. Se soltó del caballo, no paró, todo con las manos por delante,
cruzándose y tan a la defensiva como inmediatamente el propio y veterano
torero. Lo dicho y con perdón por la descortesía: el toreo del siglo XXI camina
contra natura, contra el futuro. / Diario EL MUNDO de Madrid
FICHA DEL FESTEJO
Monumental de Pamplona. Martes, 8 de julio de 2014. Cuarta de feria.
Unos 20.000 espectadores. Toros de Dolores
Aguirre, muy desiguales de presentación, los tres menos hechos por delante;
lavado y recortado un 1º complicado sin fijeza ni capacidad para humillar; noble
de ir y venir a su altura el largo y paliabierto 2º; de buena condición pero
desriñonado y sin fuerza un 3º huesudo y degollado; serio y lustroso un manso 4º
que se defendió negado y cruzado; un torazo el 5º, que echó el freno apoyado en
las manos; el inmenso 6º, tremendamente sangrado, tuvo su guasa sorda, se paró
y remató la mansada.
Uceda Leal, de azul marino y oro. Pinchazo y estocada (silencio). En el cuarto,
pinchazo y estocada caída (silencio).
Francisco Marco, de verde botella y oro. Pinchazo y estocada baja (silencio). En el
quinto, media estocada tendida y dos descabellos (silencio).
Paulita, de grana y oro. Tres pinchazos y media estocada (silencio). En el
sexto, estocada corta y descabello
(silencio).
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