El matador de toros murciano cuaja al bravo 'Trastero', y abre la puerta
grande en la última corrida del ciclo tras una emocionante faena.
SALVADOR FERRER
Foto: EFE - Archivo
Se abrochó el ciclo juliano con una corrida torista: Hijos de Celestino Cuadri, hermoso y
hondo sexteto. Doce años que no se lidiaban en Valencia. Y Fernando Cuadri,
el ganadero, terminó saludando en un tendido alto la ovación que le dio la
gente de forma espontánea por el interesante comportamiento de sus toros.
Este reconocimiento fue, sobre todo, por el juego del cuarto, «Trastero», un toro bravo. Gran pelea en
varas. Con todo iba. El toro de la feria. Enorme Rafaelillo, la faena de la feria, también. Con la capa firmó
una media cumbre. Poderoso, listo, artista, se inspiró en los adornos y en el
broche, muy torero. Lo toreó con templanza y profundidad en el nudo de la obra.
Dos orejas al torero, vuelta al ruedo al toro, arrastre lento y ovación
cerrada. La emotividad del toreo, la intensidad de la bravura.
El que rompió plaza permitió a Rafaelillo
gustarse por momentos. Pese a que apenas humilló. Tragó el murciano, con
zarpas. Hasta llegó a desmayarse. Quizá hubiera cortado una oreja si mata.
Luis Bolívar tuvo que vérselas con un
difícil segundo. Violento y complejo. El quinto fue algo mentiroso. Académico
el colombiano.
Jesús Duque tuvo que tomar el olivo tras un desarme en el
recibo al tercero. Le dieron en el caballo. Cortó una barbaridad en
banderillas. Buen prólogo del de Requena doblándose por abajo. Firme el
valenciano. El sexto embistió con su nobleza pero sin ritmo. Dormido, a veces.
Difícil que prendiera eso. / Diario El Mundo de España
FICHA DEL FESTEJO
Con más de un tercio de entrada, se lidiaron toros de Cuadri, de
impecable presencia, buenas y cuajadas hechuras. De juego dispar,
extraordinario el cuarto. Rafaelillo, ovación y dos orejas. Luis
Bolívar, silencio y silencio tras aviso. Jesús Duque, ovación tras
aviso y silencio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario