El madrileño cuaja al excelente
primero y sale a hombros con Perera y Ureña con una corrida de más volumen que
cara y trapío y más movilidad que bravura de Domingo Hernández y Garcigrande.
ZABALA DE LA SERNA
@zabaladelaserna
De Comillas se acercó a Cuatro
Caminos Alfonso Ussía huyendo de
los perros fieros que le miden las canillas en la playa. Alfonso una tarde consiguió que Domingo Ortega se pagase una Fanta
en Las Ventas. Aunque según el Caña en su 'Fábula
de...' Ortega era espléndido en
sus fiestas en Navalcaide y agasajaba a sus invitados con los servicios de
famoso barman Perico Chicote.
Chicote mandaba a sus camareros con el gobierno de El
Juli a «Recadero», un tacazo
de toro, el único con el hierro de Garcigrande. «Recadero» venía con una bandeja de embestidas de calidad superior,
la cara ya colocada en posición de planear y el punto de quererse ir para
siempre volver. Si los rottweiler y doberman que se tropieza Alfonso por la playa se moviesen con
tan magnífica obediencia a la orden de sus dueños, muchos tragos se evitaría. Juli toreó con los vuelos a placer
desde las verónicas ganadoras de terreno. Un puyazo hilvanado apenas y el
tranco del toro se embaló como un rayo hacia Alvarito Montes.
La seguridad de Miguel
Ángel Perera es tan abrumadora que se le puede volver en contra: parar un
toro por tafalleras y gaoneras da tanta importancia al sereno valor de Perera como se la quita al toro. Un
arma de doble filo. Ni en un tentadero. ¿De ahí en adelante qué más se puede
esperar? Altón, robusto, con la cara lavada, el toro de Domingo Hernández -toda
la corrida suplía con corpulencia la escasez de armamento y seriedad por
delante-, careció precisamente de ese punto de rebosarse en la muleta con un
aire de desentendimiento que fue en aumento hasta el olvido.
MAP anduvo
sobrado con la bondad. A gorrazos se decía antes. Incluso tiró la ayuda para
hacer, o tratar de hacer, ochos en mitad de faena, encaje de bolillos, que casi
acaban mal. Perderle el respeto al toro, por un convencimiento cierto de
absoluta superioridad, puede ser peligroso. El ejemplar de Hernández acabó rajado y posteriormente muerto de una estocada
desprendida y a la moda trasera. En justicia, la cosa, que ya había bajado el
diapasón en su intensidad, se quedó en una oreja.
Para conseguir lo mismo, Paco Ureña sufrió una inmensidad con el larguísimo, subido de cruz
y feo tercero. Y se hacía aún más desagradable por sus alocados movimientos. Su
generoso cuello para lo único que servía era para revolverse en las zapatillas
de Ureña cada vez a peor y más
frenado. Pasó las de Caín y Abel, pues además el toro
se lo había dejado crudo: el gazapeo y el continuo hilo con las pantorrillas se
asemejaban a los del cabrón del rottweiler de Ussía. El matador murciano se impuso con redaños y fe.
La emotividad de la segunda parte de la corrida la pusieron
los toreros al terminar de desaparecer el trapío pero no la movilidad. El
Juli calentó a uno de esos típicos toros de la casa que tanto tiene en
la mano y que en su mano crecen. Dócil y vulgar. Y la faena arrancada de
voltios un tanto de lo mismo. Encandiló al personal y de no pinchar hace pleno.
El poder y los cojones de Perera cobraron su significado con el geniudo quinto. Más por el
genio que por la seriedad del animal. Muy suelta la cara y afilados los
tornillazos, pero largos los desplazamientos en el mando de la muleta del
extremeño. Nunca alcanzaron las puntas su objetivo, salvo en un desarme. Cuando
se sintió podido, el toro se rajó y en tablas Miguel Ángel apretó a fondo el acelerador con unas bernadinas
cambiadas y escalofriantes para alcanzar la puerta grande julista. Una batalla
palpable. Un espadazo conquistó el objetivo. Incluso se pidió la segunda
oreja...
Paco Ureña brindó
a sus compañeros, en plan agradecimiento de pobre al que le dejan sentarse a la
mesa, el sexto, un zapato con todo bien colocado. Ureña dibujó con sentido clásico del toreo las mejores series por
la mano derecha, que era la mano de un buen toro que fue a menos. Abrochó por
manoletinas y se tiró a matar con el corazón para no perderse la foto a
hombros. Fulminante el espadazo y feliz la gente con todos, que para eso paga.
Ya vendremos los críticos a joder con la pelota.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de Cuatro Caminos. Jueves, 24 de julio de 2014. Quinta de feria.
Toros de Garcigrande (1º) y Domingo Hernández, de más volumen que
cara en sus muy distintas hechuras, los tres últimos bajaron aún más; magnífico
de calidad y entrega el 1º, un tacazo; bondadoso de finales distraídos el 2º;
alocado, frenado y tobillero el complicado 3º; dócil y a más el anovillado 4º;
geniudo y rajado el escurrido 5º; un zapato bien colocado un 6º de buen pitón
derecho.
El Juli, de teja y oro. Estocada muy trasera y
caída (dos orejas). En el quinto, tres pinchazos y estocada. Aviso (saludos).
Miguel Ángel Perera, de azul turquesa y oro. Estocada pasada y
desprendida (oreja). En el quinto, espadazo (oreja y peticion).
Paco Ureña, de habano y oro. Pinchazo y estocada
(oreja). En el sexto, estocada fulminante (oreja y petición). Salió a hombros
con El Juli y Perera.
Festejo televisado por Canal Plus Toros, cuya próxima emisión sera el 3 de agosto desde el Puerto de Santa Maria, con toros de Torrealta para Enrique Ponce, Sebastian Castella y Alejandro Talavante.
Festejo televisado por Canal Plus Toros, cuya próxima emisión sera el 3 de agosto desde el Puerto de Santa Maria, con toros de Torrealta para Enrique Ponce, Sebastian Castella y Alejandro Talavante.
Miguel Ángel Perera |
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