domingo, 9 de febrero de 2020

Un cambio para una jerarquía

CARLOS RUIZ VILLASUSO
@CRuizVillasuso 

Me pregunto por qué México está tan lejos. Lejos en el sentido más lejano de la palabra. Por qué desde España se vierte una mirada escéptica y paternalista con el toreo de México que lo desacredita y desautoriza como un algo menor que jamás va a crecer. Y sin embargo, no es cierto. No lo es de forma objetiva. Mirando a lo más alto, a La México, analizando esta Temporada Grande, se percibe un trabajo de cambio. Mirando a lo más bajo, las novilladas, hay en México un trabajo que en España ni existe, ni se plantea.

Veinticinco años de “herrerismo” en la gestión de La México, la plaza capitalina fue el patio de una casa en la que el toro era el toro más aleatorio que se pueda imaginar. Aleatorio en chico porque el Doctor Herrerías, virtudes ocultas aparte, gestionó la plaza de forma tan autoritaria como basada en el “amiguismo” con figuras del toreo. Mexicanas y españolas, derivando esto en un toro disminuido. Esta realidad, televisada al mundo año tras año, ha ayudado a esa desautorización del toreo mexicano. Pero ese “Toro de Insurgentes”, jamás fue “El Toro de México”.  Sólo era el toro de unos pocos.

Veinticinco años de “herrerismo” en la gestión de La México, la plaza capitalina fue el patio de una casa en la que el toro era el toro más aleatorio que se pueda imaginar.

Sucede que, desacreditada la plaza que debería ser la que marcara las pautas  y las jerarquías sobe el toro y su trapío,  se desacreditó por extensión la tauromaquia mexicana. Desde España, el público sólo accedía a un contenido mexicano, el Embudo de Insurgentes y se acostumbró al desánimo del toro del final del “cavacismo”, el toro del “herrerismo” y, cuidado, el toro del “figurismo· El toro de las figuras españolas que practicaron eso de billete grande y toro chico.

La Temporada Grande que termina concluye varias cosas. Que, habiendo salido el ruedo toros de escaso trapío, la norma general ha sido la subida en dignidad y seriedad del toro. Es innegable. La mayoría de los toros lidiados incluso en los carteles de las figuras, serían impensables hace apenas cinco años. Ese cambio del toro que pretende la nueva empresa no se hace en un año, ni en dos ni en muchos. Un antes de 25 años necesita un después de unos cuantos.

Este Derecho de Apartado ha animado el cotarro en los de coleta. Miren. Joselito Adame, casi desaparecido de España, lo tenía todo para que se anunciara su desinterés público. Dos o tres faenas en la México lo han  aupado. A Luis David se le ha dado chance para sostenerse, al menos. El Payo sale reforzado como torero de “culto”. Un veterano que simboliza el toreo mexicano heterodoxo desde el lado del espectáculo, desgastado en años de presencia, El Zapata, resurge como en Ave Fénix. A falta de novedades jóvenes, se ha lanzado a una “novedad veterana”, José Mauricio. Nombres todos tan necesarios para “dar de comer” a la temporada en los Estados.

De lado Español, Ponce ha vuelto al “todo México” desde La México. Morante puede ser el próximo consentido y sólo depende de él. México se ha encontrado con el torero que mejor y más encaja en su tauromaquia, Ferrera. Tauromaquia que, por cierto, es la más “gallista” de las existentes. Hablar del toreo de Joselito y no mencionar al toreo mexicano de capa y sobre las piernas es una “españolada”. ¿Rejones?. Hubo el atrevimiento de anunciar un mano a mano entre el rey Ventura y el huracán heterodoxo que es Gamero, tan necesario para reanimar al rejoneo en México, para sacar rejoneadores.

Y todo esto, en un recinto tan decrépito y con aspiraciones a una insalubridad decimonónica que venía bien la pre y post visita al doctor. Porque no es un asunto de cuestión menor: porqué ir donde puedo enfermar o donde no estoy a gusto. La empresa nueva tenía incluso esta tarea tan aparentemente pueril. Convencer. Que se puede estar bien, que el toro va a cambiar, que los criterios de carteles son con cabeza, pensados. Porque los problemas de México ni se ven, ni son los de las redes sociales, tan dadas al descalificativo de la ceguera censora.  Hacer un mes de toros como Madrid es inviable. Miren, un aficionado de Tlaplan (a unos 12 kilómetros de la plaza) ha de invertir unas cuatro horas y media en ida y vuelta de transporte público. Uno de Chimalucán, a 30 km, más de cinco. Los 200 kilómetros desde Tlaxcala son una pereza frente al paseo que supone un Valladolid/Madrid. Y, recinto, dicho sea de paso, al que quizá le sobra esa parte de arriba con escasa razón de ser.

La empresa que más novilladas celebra en el mundo es mexicana, ETMSA. Organiza casi tantas novilladas como corridas sin obligación y con un porcentaje muy alto sobre las corridas.

Para este antes y este después, o colaboran los toreros de arriba o el cambio hacia el toro que desea la empresa y el público, será más lento. Un cambio necesario porque la meta es lograr que La México, como Madrid, sea quien ordene y ponga jerarquía lógica en el trapío del toro. Si lo consiguen, el toreo en México puede dar el giro más importante de su historia. Eso por arriba. Porque, por abajo, hoy y desde hace años, la empresa que más novilladas celebra en el mundo es mexicana, ETMSA. Organiza casi tantas novilladas como corridas sin obligación y con un porcentaje muy alto sobre las corridas. La México celebra 16 corridas por 12 novilladas. En Aguascalientes se anuncian 15 corridas por 10 novilladas. Otra cuestión que se obvia, siendo una realidad irrefutable.

Nunca un cambio fue tan necesario ni nunca hubo una oportunidad tan real, no para el toreo de “La México” ni para el toro “de México” sino para la Tauromaquia. Poner en jerarquía al toro es ordenar al toro y eso ha de hacerse desde el coso de Insurgentes. No. México ni otro país americano puede seguir siendo el negocio puntual de un contrato de ida y vuelta para un torero. No puede ser el lugar de una no implicación. Dejemos esa mirada lejana y escéptica y pidamos que todos se impliquen en este nuevo rumbo que es real, que existe. Las miradas lejanas dejan al toreo en islas y penínsulas y el toreo, o tiene futuro todo junto, todos juntos, todos los países juntos, o se nos lleva la chingada.

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