RUBÉN DARÍO
VILLAFRAZ
@rubenvillafraz
MÉRIDA (Enviado Especial).- La traca final
de la edición de este año ferial lo coloca la presencia de los toros de Los Ramírez,
el plato fuerte para muchos de la cartelería presentada, a tenor de los
antecedes de esta ganadería, que gusta de un toro de muy bajas dimensiones pero
de grandes embestidas de principio a fin. Y con ellos un cartel de matadores a tomar
apunte, como es el caso del salmantino Domingo López Chaves, quien hace su
tercera aparición en el marco ferial, el debut del joven extremeño José Garrido
y el cierre ferial de Jesús Enrique Colombo.
En el caso de los toros de Los Ramírez ya le habíamos
señalado en la previa general, que estos toros vienen desde el 2003 con el viraje
total que en su momento el recordado Don Cheo Ramírez hizo de su hierro, tras
eliminar todo lo Santa Coloma que pocas satisfacciones le había dado en los
casi veinte años que lo tuvo, para irse por la rama Domecq, vía Juan Pedro, tras
lograr la compra de un lotecito de vacas de Somosagua que tenía en su poder el
ganadero Aurelio Zambrano; esto unido a la amistad con Jerónimo Pimentel para
el ofrecimiento de semen de sementales destacadísimos como el famoso «Lanudo»,
y una punta de vacas más, dieron pie a que se comenzará de cero de nuevo, labor
que lamentablemente Don Cheo no vería al morír en mayo del 2004 luego de llegar de la Feria
de Sevilla recargado de ilusiones tras vicisitudes familiares muy duras meses atrás.
Quedaría el hierro, fincas y otras responsabilidades
al joven Ricardo Ramírez, quien le ha dado con el paso de los años la
personalidad propia que ha demostrado. Un toro muy limitado de trapío, pero con
un caudal de nobleza y bravura que es la tentación de muchos espadas que pasan
por nuestras arenas en temporada en los últimos años.
A ver que nos muestran esta tarde de nuevo los
pupilos de Ricardo que se salvaron de aquel gravísimo incidente a mediados del 2017,
donde el propio ganadero automedicó una dosis excesiva de un complemento
nutricional o desparasitante de rutina, y liquidó en los potreros de la Finca Monterrey
buena parte de la camada que es la que debería salir este año.
Hablar de López Chaves viene ser la de un torero
de un gran sentido de la lidia, esa que ofrece las posibilidades al toro de
lucirse, sin limitaciones algunas. En el capote, varas y la muleta, el innato
proceder del veterano espada salmantino es digno de apreciar en esos detalles
que toreros hechos en el campo transmiten en la plaza.
El debut en suelo nacional de José Garrido le ocupa
en un gran momento artístico. El aventajado espada fue de novillero en la
campaña del 2013 un verdadero revulsivo como lo fue su encerrona en la Semana
Grande de Bilbao, que le aupó a una alternativa de lujo ese año. Han pasado
todos estos con distintos éxitos en otras plazas ibéricas estos años para finalmente
este año tener el aliciente de verle por arenas venezolanas. De embestirle un
toro pudiera convertirse en una gran sorpresa, como lo fue en la pasada Feria
de San Sebastián el coleta gaditano David Galván.
Y Colombo hace su cierre en la feria que ha sido
la suya de principio a fin. En su haber cinco orejas hasta los momentos, ya se
perfila como el gran protagonista por todo y todos, tal y como lo demostró de nuevo
ayer domingo, cuajando un gran toro de Los Aránguez, logrando el perdón de su
vida.
POSTDATA
PARA LOS ÍNTIMOS.- Me entero este domingo la desaparición física estos días
del Ingeniero merideño Oliverio Picón Uzcátegui, uno de tantos emeritenses que
dieron el pecho y su motivación para el levantamiento de lo que es la plaza de
toros monumental. El querido “nené” se nos fue tras varios años, casi los
treinta años de estar muy de cerca en el ámbito del palco presidencial, siempre
colocando su personalidad y sentido propio de amistad a todos quienes le
conocieron. Que descanse en paz. Por cierto no escuche por lo menos se le haya
guardado un minuto de silencio estos días de toros en la ciudad, algo de la sensibilidad
que se ha perdido. Mal asunto.
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