En
tarde de periféricas, cultas y pacíficas protestas, el francés arrobó la
Santamaría con dos faenas notables, la primera de oreja y la otra, superior,
empañada con la espada. Castrillón silenciado y Morante, con el peor lote y el
estoque romo, irritó la parroquia. Desrazado encierro.
JORGE
ARTURO DÍAZ REYES
@jadir45
@jadir45
Foto:
Camilo Díaz
Los ernestogutiérrez, negros, cuatreños, con 521
kilos promedio, salieron dispares de cara y calado, pero unánimes en la falta
de bravura, sosa nobleza y poca fuerza. Aún así la fijeza del segundo y el quinto hicieron aplaudir sus arrastres.
Los tardeos, renuncias, medios viajes, caminatas insulsas, blandeos, escarbes,
amagues de rajada, incluso coces, deslucieron su presentación. Con tan poco
material se abrió la temporada bogotana. Fecha, tenemos que decirlo, marcada
por la “culta” y pacífica protesta de los antitaurinos que por primera vez
aquí, “La Atenas Suramericana”, prescindieron del insulto y la violencia.
Cumplieron lo que prometió la alcaldesa Claudia López; discrepancia sí, pero
con libertad y respeto mutuo. Vale.
Sebastián Castella, pletórico de amor propio,
confianza, criterio, aplomo y autoridad se hizo dueño de la tarde. Llegó en
sustituciòn de Roca Rey. No lo dejó extrañar un segundo. Eso resume todo, mejor
dicho, casi todo, pues no asertó con la espada y así redujo la grandeza de su
triunfo. Al segundo, del que recibió una oreja le puso la espada caída y al
quinto le pinchó tres veces, la primera a destiempo. Luego lo estoqueó trasero.
Por lo demás, chapó. Su faena final surgió de la nada. El toro remolón y
deslucido ante la capa descabalgó de mala manera a Cayetano y esperó
taimadamente a los banderilleros. La plaza langudecía sin esperanzas. Mas no
Sebastián que lo brindó a su peón Benavidez e hincó las dos rodillas en tierra
para siete redondos, uno tras otro y una firma, ya erecto. La ovación explotó
como un grito de sorpresa y redención. Otra serie de cuatro y pecho. Increíble,
el toro iba, desganado, aburrido, pero franco. Tuvo un gran argumento la obra;
comprensión. Convirtió la modorra del Gutiérrez en lento y largo temple, su
docilidad en circular ligazón y su falta de combatividad en exquisitez. Un toro
descartado por todos fue resuelto de manera magistral sacando la tarde del
fárrago y la desilusión. Voces y cobres agradecían cada suerte. Brillante faena
de manso, no faltaba sino la suerte suprema que no tuvo suerte. La exigida
vuelta al ruedo fue clamorosa y consolaba en algo la desafinada nota final que
abortó el premio mayor.
El otro, leal y sosito recibió una lidia generosa
en saludo, quite y muleta. Menos aseada, sí pero con muchos más claros que
oscuros. La gente a fondo con el torero impuso la oreja tras la estocada caída
que su señoría y los cánones quisieron reclamar.
Morante de la Puebla, recibido con bombo y
platillo, había traído feligreses desde los cuatro putos cardinales. La plaza
parecía una convención morantista. La ovación prologal que magnánimo quiso
compartir con sus alternantes fue un manifiesto de fe. Sin embargo no apareció
la magia. Su lote, malo mas no mucho peor que los de los otros, no encontró
interpretación. Dos verónicas brillantes perdidas entre otras baladís, al
saludar el primero. Unos delantales airosos al quite y pare de contar. Un
pinchazo y sin estoquear, una retahíla de crucetazos al desgaire (siete), dos
avisos y una rechifla furiosa que contrastó con el melifluo recibo. Del quedado
y flojo cuarto se desentendió desdeñoso, le abanicó unos muletazos de trámite,
pocos, y en medio del enojo despechado le mató con media cuarteando.
Luis Miguel Castrillón, tuvo en el tercero los
embites más codiciosos de la corrida y las dos primeras tandas ilusionaron,
pero el toro se lesióno la mano izquierda. Protestas y peticiones de eutanasia
que no quiso atender buscando un lucimiento imposible. La clientela se le
impacientó y la muerte diferida por tres pinchos, media cuchillada, un aviso y
un descabello, silenciaron el ágora. De revancha le pegó al sexto la estocada
de la tarde, para cerrar una brega signada por el esfuerzo en suplir la
carencia emocional de la bestia, poniéndolo todo él. Hubo mérito pero no
premio.
Castella confirma la madurez de su toreo, su
condición de figura y su vergüenza torera. A sus triunfos en las ferias de Cali
y Manizales se suma este que hoy no fue total, pero casi. En contrapartida
Ernesto Gutiérrez ahonda su bache.
FICHA DEL FESTEJO
2 de febrero 2020. Plaza de Santamaría. 1ª
de Temporada. Sol y nubes. Tres cuartos de aforo.
Seis toros de Enesto Gutiérrez, dispares, bien presentados y desrazados.
Morante
de la Puebla, silencio tras dos
avisos y silencio tras aviso.
Sebastián
Castella, oreja y vuelta tras
aviso
Luis
Miguel Castrillón, silencio tras
aviso y silencio.
Incidencias: Saludó Jaime Devia tras parear el 3º.
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