RUBÉN DARÍO
VILLAFRAZ
@rubenvillafraz
MÉRIDA (Enviado Especial).- Ocho toros nos
esperan esta tarde en la segunda corrida de la presente edición de la Feria del
Sol 2020. El cartel motiva por la razón de que estaremos en presencia del toro
que impone el respeto, que exige que no se le dude, que se les haga bien y
medidas las cosas. En definitiva que cuente con toreros con la cartilla
aprendida delante de ellos.
Me refiero a los toros de Los Aránguez, la
ganadería señera del campo bravo venezolano, el cual fundarían por 1969 los
destacados taurinos Alberto Ramírez Avendaño y los hermanos Alejandro, Raúl,
Ramón e Idelfonso Riera, comenzando con la compra de ganado colombiano
santacolomeño Las Mercedes (50 vacas), dos sementales de Vistahermosa y dos
sementales de Achury Viejo, para luego al año siguiente sumar cincuenta vacas
de Guayabita de lo que quedaba en sus orígenes de Pallarés del Sors traídos al
país a comienzos de los años ’30 por los hijos de Juan Vicente Gómez.
Pero la gran identidad de este hierro lo logra con
la importación que hicieron en 1973, con la compra de veinte vacas del hierro
sevillano de Joaquín Buendía Peña, y cuatro sementales de los Herederos de Pablo
Martínez Elizondo, además de dos sementales de Francisco Camino Sánchez y dos
vacas de Vega Villar. Allí logra cimentar definitivamente este hierro cuyo
milagro también viene por el hecho de aclimatar en una zona tan árida como
Carora la cría del toro de lidia. Lo lograron a base de mucha afición y sobre
todo pasión por un animal único en su especie, a pesar que los Riera y Ramírez
Avendaño eran hombres curtidos en la cría del ganado, de ceba y leche, antes de
esta aventura.
Las últimas adquisiciones se hicieron en los años
’74 y ’82 cuando se agregan reses del hierro de colombiano de Dosgutiérrez, que
en su sangres corría sangre santacolomeña y murubeña, y ya a comienzos de los
’80 nuevamente veinte vacas de Buendía complementarían el poquer de sangres que
se refrescó someramente con pajuelas de sangre Saltillo, a través del hierro de
Javier Garfias. Como se podrá apreciar, todo en aras de buscar un toro armónico,
representativo del toro de lidia venezolano.
En cuanto a los toreros se refiere el cartel tiene
su miga como dirían por allí. Los nombres de los españoles Antonio Nazaré y Rafael
Serna, ambos sevillanos, el cual ya se les conoce por esta plaza emeritense
tras sus paseíllos en los años 2017 y 2018 respectivamente. Intérpretes de buen
torero, se les verá el manejo de las telas antes las embestidas de toros el
cual requieren de eso, mimo y temple para saberles entender.
Y los toreros del patio no pueden desmerecer el
cartel, como es el caso de la presencia del único espada merideño en la versión
de este año, como es el ya veterano diestro del Barrio Andrés Eloy Blanco,
Alexander Guillén, espada que en los últimos años se ha mantenido y formado a
la vera de la sangre de esta ganadería, tras desempeñarse en labores muy cercanas
a los actuales responsable de esta vacada como es Jesús Riera y su hermano;
conoce perfectamente que se trae a Mérida, que además de la depurada técnica de
este torero, no nos extrañe que pueda ser la campanada de sorpresa de la feria.
Recalcaos que Guillén en su formación novilleril contó con el maestro José
Antonio Campuzano –el mismo que ha sacado a la palestra toreros de la
importancia de Sebastián Castella y Andrés Roca Rey- como “orfebre” de las buenas maneras del mencionado coleta merideño. Ojalá
y la suerte le acompañe.
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