BORJA ILIÁN
La segunda Corrida de Aniversario de la Plaza
México, decimosexta de la temporada grande, finalizó este miércoles con puerta
grande del español Antonio Ferrera y una oreja para el también español José
Antonio Morante de la Puebla. Los mexicanos Uriel Moreno “El Zapata” y Octavio
García “El Payo” obtuvieron cada uno saludo al tercio en un toro. Los toros de
Jaral de Peñas, justos de presentación, fueron mansos y endebles salvo el que
cerró plaza. El festejo congregó alrededor de 30.000 mil aficionados en la
Plaza México, que este 5 de febrero celebró su 74º aniversario, que será
apreciada por la señal del Canal de las Estrellas este próximo sábado en horas
de la tarde.
Ferrera y Morante de la Puebla dejaron sensaciones
contrapuestas entre los aficionados que acudieron a La México.
El triunfo de Ferrera parecía en sus manos tras
los oles que acompañaron sus dos faenas. Una estocada casi entera y un
descabello preciso, en su segundo toro, fueron entendidos por la mayoría de los
presentes como motivos para no otorgarle la oreja que, sumada a la cortada en
el primero, le abría la puerta grande. A pesar de una minoritaria petición de
oreja el juez de plaza le concedió el trofeo. El paseíllo lo realizó entre el
enfado de gran parte de los presentes en el coso de insurgentes.
En el segundo de la tarde, en cambio, la oreja fue
aplaudida con unanimidad, a pesar de realizar una labor monótona, de pases en
redondo pegado al cuerpo del animal sin completar ninguno quieto. Ferrera no
intentó en ningún momento meter en la muleta con mando al Jaral de Peñas y se
dedicó a restregarse con éste y aprovechar el viaje en molinetes y adornos
varios. Lo único de mérito fue la gran estocada recibiendo que ejecutó el de
luces. Bien distinta fue la faena al toro de la polémica puerta grande. Un toro
sin fondo que pronto se rajó, al cual Ferrera le fue sacando tandas a base de
no quitarle la muleta y citarle cruzado, obligando al animal a tomar la tela
tanto por la derecha como con la mano izquierda. Gran lidia que solo se vio
ensombrecida por el fallo con el estoque, enmendado con un certero descabello.
La bronca con la que se despidió a Morante de la
Puebla fue motivada por su decisión de iniciar el tercio de muleta ya con la
espada de matar en la mano y desistir de intentar torear al manso toro de Jaral
de Peñas. Este episodio no quita los memorables momentos que dejó Morante en su
primer toro. Inició la faena con molinetes y remates por bajo tan cadenciosos
como intencionados. Dominó al toro con temple y lo sometió para continuar la
faena con unos naturales cortos, ceñidos y de una lentitud expresiva. Brilló
Morante después con dos derechazos y un cambio de manos que burló al toro.
Estocada y oreja para el español. La res que se negó a torear, más allá de tres
pases de tanteo, salió al ruedo tras devolver el juez un toro por manso, motivo
insuficiente según el reglamento, y lo hizo tras ya pasar el animal por la puya
de los jinetes, algo que de igual manera contraviene la ley.
De los dos faenas de El Zapata destacar un
espectacular par de banderillas al violín tras recorte, vuelta completa y
tragando por lo que el toro paso muy ceñido. Sin duda el par de la temporada. Por
lo demás el mexicano demostró su falta de sitio al intentar torear de manera
más ortodoxa a lo que es habitual en él. Sus toros salían sueltos por la
incorrecta colocación de El Zapata.
El Payo dejó ir el toro de la corrida, el único
encastado del festejo. Un toro bravo de seis pases por tanda. El Payo lo citó
siempre fuera de cacho, encima, ahogando su embestida. Las tandas eran de tres
pases atropelladas, retorciendo feamente el desplazamiento del animal que era
el que mandaba sobre la arena. Colofón de casta una maratoniana y mansa corrida
que El Payo no supo aprovechar. / EFE
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