"...Inventó
una faena donde parecía no haberla con un toro..."
HERIBERTO
MURRIETA
Toreando, Antonio Ferrera rindió tributo a ese
personaje poliédrico que fue "El Pana", el domingo pasado en la Plaza
México. No lo hizo como un actor, a salvo, sobre la tarima de un escenario,
sino delante del peligro que siempre representa un toro.
Utilizar el capote de Rodolfo Rodríguez fue como
mimetizarse con el Brujo de Apizaco. Se lo había obsequiado el aficionado
hidrocálido Manolo Ayala. Por momentos, Ferrera parecía el alter ego del
difunto tahonero.
Antonio torea distinto a los demás y tiene una
tauromaquia personal, resultado de una interesante evolución, aunque el domingo
último ésta se nutrió de la de otro lidiador.
Inventó una faena donde parecía no haberla con un
toro de Villa Carmela, y eso reviste mérito. El trasteo, un tanto teatral, tuvo
creatividad, inspiración y barroquismo, con un punto de afectación.
No sé hasta qué punto sea positivo imitar
deliberadamente las maneras y los ademanes de alguien más. Sin embargo, también
está claro que el que se puso delante del toro, el que llenó los tiempos
muertos y el que echó mano de sus propias herramientas fue Ferrera,
aderezándolas con chispazos de genialidad.
La "kilométrica" estocada fue el remate
de toda una parafernalia que impactó al público de la capital.
Ferrera ha pasado por situaciones muy duras en su
vida personal. Todas las vivencias ineludiblemente se reflejan al torear, como
quedó demostrado con una exhibición tan particular. Dejó buen ambiente para su
reaparición el próximo domingo en La México.
Borrascoso
El lunes pasado se cumplieron 40 años de la
confirmación de alternativa del gitano Rafael de Paula en la Plaza México con
el toro "Caramelo" de la ganadería de Jesús Cabrera.
En contraste con el nombre del ejemplar, la tarde
no tuvo nada de dulce. Al contrario: fue amarga y tempestuosa. Estalló la
bronca y en un momento de oprobio, cuando el diestro se acercó a la barrera para
tomar la espada, Carlos Godoy, el presidente de la Porra de Ingenieros, le
lanzó una cerveza a la cara. Baño de cebada en pleno petardo. Alguna vez
publiqué en Ovaciones la foto del momento justo en que el chorro sale del vaso
del encolerizado Godoy.
El diestro quedó empapado y con el orgullo herido.
Incidente a todas luces reprobable pero que refleja la pasión que despertaba
entonces la fiesta brava.Para colmo, su segundo toro se le fue vivo. A los ocho
días volvió a comparecer en el gigantesco embudo y el resultado fue parecido. O
no le sentaron bien estas tierras o el hombre no andaba de vena.
Si bien es cierto que de México se fue inédito,
Rafael de Paula ha sido uno de los más grandes artistas en la historia del
toreo. A pesar de sus limitaciones físicas, consecuencia de diez operaciones en
las rodillas, el esteta de Jerez cautivó toreando a la verónica con sello,
cadencia y personalidad. Paula fue el paradigma de la verónica. Su arte y
desigualdades provocaban toda clase de arrebatos.
Su toreo genial inspiró al literato José Bergamín
para escribir sobre la "música callada del toreo", esa que bulle en
el interior del torero para alcanzar con el toro una comunión de ritmos y
afinidades.
Hipocresía
Cuando se es una persona pública, recibir críticas
es algo normal. Hay que acostumbrarse a ellas y tomarlas en cuenta para
mejorar. De hecho uno también es crítico, de la manera más respetuosa posible,
en materia deportiva o taurina.
Lo miserable es que una persona como Germán Urueña
siempre salude amablemente y luego ofenda en las redes sociales. Es increíble
que un hombre que contó con el valor para ponerse delante de un toro, no lo
tenga para decirle de frente a una persona lo que realmente piensa de ella.
Vaya pedazo de hipócrita. Falsedad, a todo lo que da.
Plagio
A propósito de personas impresentables, también
las hay en la redacciones de los periódicos. Recientemente, al buscar
información en Internet sobre la presentación de Manolete en México en el año
de 1945, me topé con un texto mío plagiado por el diario Siglo de Torreón.
Robo descarado de unas líneas escritas por este
redactor sobre Silverio Pérez, uno de los alternantes del "Monstruo de
Córdoba" en aquella tarde histórica en El Toreo de la Condesa.
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