Antonio
Ferrera herido interpreta emotivamente un bravo y bello cinqueño de Juan
Bernardo, le pincha tres veces, le corta una oreja que han debido ser dos,
vuelve de cirugía y forma un taco con el sexto pero no le mata bien perdiendo
más trofeos. A Luis Bolivar le hurtan flagrantemente la oreja del quinto y se
formó la bronca. Ponce da pinceladas a un lote manso y flojo. Los
ernestogutiérrez desrazados.
JORGE
ARTURO DÍAZ REYES
Fotos: CASA TOREROS
Bella tarde bogotana. Sol, clima templado y
entrada considerable; tres cuartos. Los de Gutiérrez y Juan Bernardo Caicedo,
protagonizaron mano a mano aparte. Ganaron los últimos, por pintosos, astifinos
y más encastados. ¨Artillero¨, el segundo, el toro de la corrida, era un
dibujo. Cinqueño, bien criado, 515 kilos, musculoso, apechado, engrupado, de
finas astas, pronto, codicioso, exigente, nada pendejo. Avaló todo lo que se le
hizo por la cara. Jabonero, como sus dos hermanos, empujó decidido el jaco de
Viloria, emocionó en banderillas haciendo saludar a Santana y Benavidez, y se
quiso comer los trapos. Murió embistiendo, tras larga faena, y la cerrada
ovación a su arrastre fue más que merecida. Tercero y cuarto con la misma
divisa y capa juanpedreña, salieron menos fieros, el uno aplaudido en el
arrastre y el otro pitado. Los rivales manizaleños (cuatro), disímiles pero con
romana y volumen (menos el anovillado sexto), mansos y a límite de fuerzas, no
gustaron. Al quinto lo devolvieron por escobillado y los otros, pitados.
Antonio Ferrera, se adueñó del ruedo, mejor dicho
de la plaza entera, mejor dicho de la tarde toda. Torero cuajado, diestro,
veterano, sabido, comprometido consigo mismo, de muchas tablas, se dejó llevar
por su ego y su imaginación. ¿Histrión? Bueno, a veces, pero trágico no cómico.
Con una cornada de tres trayectorias y un costalazo tremendo tras ser tirado
por los aires, no se dejó llevar. Sangrante y renco volvió bravío a la cara del
fiero y empalmó tres tandas soberbias y más embrocadas que todas la anteriores.
Citó a recibir y pinchó arriba dos veces, antes de la estocada desprendida que
Usía premió solícito. Sinó ahí pasa algo, porque la petición era furibunda.
Había saludado con tijerillas antañonas y variado de capa. Poco a poco fue
metiendo las embestidas en la panza de la muleta, y la ligazón y temple tan
suyos pusieron músicos y clientes a full. El toreo no tiene porque ser triste
ni monótono, el clasismo no es eso. Quién dijo. Hay que repasar la tauromaquia
de Goya para ubicar temporoespacialmente la de Ferrera.
Corrido el turno, salió al sexto, dejando el traje
de luces en la enfermería, y ataviado con humildes prendas de paisano, blancas.
El único de los ornamentos rituales que conservó fue la montera. Y la gente
entregada. Qué !Torero! ¡Torero!
gritaba como locos. Larga cambiada de pie, cinco verónicas, media y el mundo a
sus pies. Por delantales pone en suerte a Clovis. Quita del estribo. Brinda a
los médicos que lo acababan de operar y al calor del fervor y la complicidad
encabezada por el palco y su murga se lanzó a una brega de corte provinciano, a
la que nadie se atrevió a poner glosas. El toro era bravucón apenas, ya la
verdad había sido firmada con sangre y para qué llevarle la contraída a los que
pagan. Por esta, qué sino es por la estocada inficaz a paso de banderillas, los
descabellos fallidos y el aviso, le dan de todo.
Luis Bolivar, recibió el desafecto presidencial
manifiesto. A nadie escapó la cosa. Le
mezquinaron la música en las dos faenas, le rechazaron un cambio de terció
cuando lo imploró y le birlaron una oreja ganada a ley, pedida rabiosa y
masivamente por el respetable. Las comparaciones son odiosas, pero resultaba
imposible obviar tanto contraste con la obsecuencia ante las otras lidias. Su
lote fue soso, rajado y entablerado el quinto bis, mas no exentos de peligro. Tuvo que ponerlo todo él. Frente a este se
jugó largamente muy por encima, ligando series en redondo y círculo,
ambidiestras, y oponiendo al rajado su cuerpo a cambio de arrancadas. La espada
cayó tris descentrada, pero fulminó y la petición clamorosa fue desdeñada. La
vuelta con prendas y coros reivindicó la voz del pueblo y la bronca para el
palco también.
Enrique Ponce, brego con dos mansos, inexpresivos
y flojos. Matizando lo imposible con su planta torera, su inmarcesible
compostura, su fe de carbonero y esa estética que a sus fieles les paga la
boleta. Pero no fue más, no había material. Además, no mató canónicamente.
Tendida la primera y lateral y pasada la segunda. Idolatría e
incondicionalidad, sí, muchas. Ovaciones de saludo y despedida. Treinta años en
figura obligan.
Hubo de todo, susto, lucimiento de cuadrillas y
hasta pelea en el tendido de sombra. Corrida pasional, de broncas y entreveros,
de silencios hondos y explosiones. De acuerdos y desacuerdos. Y desde ya, un
candidato a la sustitución de Roca Rey el domingo 1º de Marzo; Ferrera, ¿quién
más?
FICHA DEL FESTEJO
Domingo 16 de febrero 2020. Plaza de
Santamaría. 3ª de Temporada. Sol y nubes. Tres cuartos de aforo.
Siete toros, Cuatro de Ernesto Gutierrez, el 5º devuelto por escobillado, dispares de
presencia y desrazados, y tres de Juan
Bernardo Cacedo, jaboneros, bien presentados, con lámina, bravo el segundo,
ovacionado en el arrastre, más y menos encastados los otros.
Enrique
Ponce, silencio y saludo.
Antonio
Ferrera, oreja y saludo.
Luis
Bolívar, silencio y vuelta y tras
petición y bronca al palco.
Incidencias: Antonio
Ferrera corneado en el muslo derecho por el 2º, termina la lidia, pasa a
cirugía, corre turno y sale a lidiar el 6º. *** Saludaron: Emerson
Pineda tras parear al 1º, Ricardo
Santana y Alex Benavidez al 2º, Carlos Garrido al 5º bis y Ricardo Santana y El Piña al 6º. *** Aplaudido
Rafael Torres al picar el 5º bis.
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