lunes, 17 de febrero de 2020

TERCERA CORRIDA – TEMPORADA TAURINA EN BOGOTÁ: Ferrera sangra y guapea

Antonio Ferrera herido interpreta emotivamente un bravo y bello cinqueño de Juan Bernardo, le pincha tres veces, le corta una oreja que han debido ser dos, vuelve de cirugía y forma un taco con el sexto pero no le mata bien perdiendo más trofeos. A Luis Bolivar le hurtan flagrantemente la oreja del quinto y se formó la bronca. Ponce da pinceladas a un lote manso y flojo. Los ernestogutiérrez desrazados.
JORGE ARTURO DÍAZ REYES
Fotos: CASA TOREROS

Bella tarde bogotana. Sol, clima templado y entrada considerable; tres cuartos. Los de Gutiérrez y Juan Bernardo Caicedo, protagonizaron mano a mano aparte. Ganaron los últimos, por pintosos, astifinos y más encastados. ¨Artillero¨, el segundo, el toro de la corrida, era un dibujo. Cinqueño, bien criado, 515 kilos, musculoso, apechado, engrupado, de finas astas, pronto, codicioso, exigente, nada pendejo. Avaló todo lo que se le hizo por la cara. Jabonero, como sus dos hermanos, empujó decidido el jaco de Viloria, emocionó en banderillas haciendo saludar a Santana y Benavidez, y se quiso comer los trapos. Murió embistiendo, tras larga faena, y la cerrada ovación a su arrastre fue más que merecida. Tercero y cuarto con la misma divisa y capa juanpedreña, salieron menos fieros, el uno aplaudido en el arrastre y el otro pitado. Los rivales manizaleños (cuatro), disímiles pero con romana y volumen (menos el anovillado sexto), mansos y a límite de fuerzas, no gustaron. Al quinto lo devolvieron por escobillado y los otros, pitados.

Antonio Ferrera, se adueñó del ruedo, mejor dicho de la plaza entera, mejor dicho de la tarde toda. Torero cuajado, diestro, veterano, sabido, comprometido consigo mismo, de muchas tablas, se dejó llevar por su ego y su imaginación. ¿Histrión? Bueno, a veces, pero trágico no cómico. Con una cornada de tres trayectorias y un costalazo tremendo tras ser tirado por los aires, no se dejó llevar. Sangrante y renco volvió bravío a la cara del fiero y empalmó tres tandas soberbias y más embrocadas que todas la anteriores. Citó a recibir y pinchó arriba dos veces, antes de la estocada desprendida que Usía premió solícito. Sinó ahí pasa algo, porque la petición era furibunda. Había saludado con tijerillas antañonas y variado de capa. Poco a poco fue metiendo las embestidas en la panza de la muleta, y la ligazón y temple tan suyos pusieron músicos y clientes a full. El toreo no tiene porque ser triste ni monótono, el clasismo no es eso. Quién dijo. Hay que repasar la tauromaquia de Goya para ubicar temporoespacialmente la de Ferrera.

Corrido el turno, salió al sexto, dejando el traje de luces en la enfermería, y ataviado con humildes prendas de paisano, blancas. El único de los ornamentos rituales que conservó fue la montera. Y la gente entregada. Qué !Torero! ¡Torero! gritaba como locos. Larga cambiada de pie, cinco verónicas, media y el mundo a sus pies. Por delantales pone en suerte a Clovis. Quita del estribo. Brinda a los médicos que lo acababan de operar y al calor del fervor y la complicidad encabezada por el palco y su murga se lanzó a una brega de corte provinciano, a la que nadie se atrevió a poner glosas. El toro era bravucón apenas, ya la verdad había sido firmada con sangre y para qué llevarle la contraída a los que pagan. Por esta, qué sino es por la estocada inficaz a paso de banderillas, los descabellos fallidos y el aviso, le dan de todo.

Luis Bolivar, recibió el desafecto presidencial manifiesto. A nadie escapó la cosa.  Le mezquinaron la música en las dos faenas, le rechazaron un cambio de terció cuando lo imploró y le birlaron una oreja ganada a ley, pedida rabiosa y masivamente por el respetable. Las comparaciones son odiosas, pero resultaba imposible obviar tanto contraste con la obsecuencia ante las otras lidias. Su lote fue soso, rajado y entablerado el quinto bis, mas no exentos de peligro.  Tuvo que ponerlo todo él. Frente a este se jugó largamente muy por encima, ligando series en redondo y círculo, ambidiestras, y oponiendo al rajado su cuerpo a cambio de arrancadas. La espada cayó tris descentrada, pero fulminó y la petición clamorosa fue desdeñada. La vuelta con prendas y coros reivindicó la voz del pueblo y la bronca para el palco también.

Enrique Ponce, brego con dos mansos, inexpresivos y flojos. Matizando lo imposible con su planta torera, su inmarcesible compostura, su fe de carbonero y esa estética que a sus fieles les paga la boleta. Pero no fue más, no había material. Además, no mató canónicamente. Tendida la primera y lateral y pasada la segunda. Idolatría e incondicionalidad, sí, muchas. Ovaciones de saludo y despedida. Treinta años en figura obligan.

Hubo de todo, susto, lucimiento de cuadrillas y hasta pelea en el tendido de sombra. Corrida pasional, de broncas y entreveros, de silencios hondos y explosiones. De acuerdos y desacuerdos. Y desde ya, un candidato a la sustitución de Roca Rey el domingo 1º de Marzo; Ferrera, ¿quién más?

FICHA DEL FESTEJO
Domingo 16 de febrero 2020. Plaza de Santamaría. 3ª de Temporada. Sol y nubes. Tres cuartos de aforo.
Siete toros, Cuatro de Ernesto Gutierrez, el 5º devuelto por escobillado, dispares de presencia y desrazados, y tres de Juan Bernardo Cacedo, jaboneros, bien presentados, con lámina, bravo el segundo, ovacionado en el arrastre, más y menos encastados los otros.
Enrique Ponce, silencio y saludo.
Antonio Ferrera, oreja y saludo.
Luis Bolívar, silencio y vuelta y tras petición y bronca al palco.
Incidencias: Antonio Ferrera corneado en el muslo derecho por el 2º, termina la lidia, pasa a cirugía, corre turno y sale a lidiar el 6º. *** Saludaron: Emerson Pineda tras parear al 1º, Ricardo Santana y Alex Benavidez al 2º, Carlos Garrido al 5º bis y Ricardo Santana y El Piña al 6º. *** Aplaudido Rafael Torres al picar el 5º bis.

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