Los taurinos exigen la recusación
de Ana María Romero con argumentos fútiles y vanos.
ANTONIO LORCA
Diario EL PAÍS de
Madrid
El escrito firmado por cuatro asociaciones profesionales
taurinas (toreros, grandes empresarios, picadores y banderilleros y mozos de
espadas) en el que solicitan la recusación de la presidenta de la plaza de
toros de Málaga, Ana María Romero, por supuesta arbitrariedad en los
reconocimientos y animadversión hacia las figuras, entre otras denuncias, es de
esas circunstancias que sumen al aficionado en un profundo desaliento; una de
esas noticias que lo dejan asombrado, patidifuso, parado…
¿A cuento de qué viene esto? ¿No hay problemas más graves en
la actual fiesta de los toros que requieran la atención de los profesionales
del toreo? ¿Cómo es que se han puesto de acuerdo sectores con intereses tan
diferentes y, a veces, contrarios, para pedir que expulsen a una señora del
palco?
Parece una broma, pero es cierto. Las redes sociales han
repetido un aserto: “Es la última noticia del mafioso sistema taurino actual”.
“Esto está como para quitarse”, se lamentaba un tuitero. “Acabáis con los
toros”, apuntillaba otro. Es la mafia la que se pone en marcha para defender en
exclusiva sus intereses. Y a la mafia le importa poco la fiesta, su presente y
su futuro.
Además, los argumentos que exponen en el escrito son
pueriles, superficiales, vanos…
Los toreros se quejan del
carácter inflexible y altivo de la presidenta
¿Qué significa arbitrariedad en los reconocimientos y en la
concesión de trofeos? ¿Quiere decir, acaso, que se aprueban o rechazan toros y
se conceden orejas por puro capricho? ¿Animadversión hacia las figuras? Un poco
extraño parece todo. Es mezquino, además, que se ponga en entredicho la
ecuanimidad de la presidenta porque sea hermana de Juan Ramón y Enrique Romero,
directores de exitosos programas taurinos en Canal Sur Radio y Televisión,
respectivamente. No son sus hermanos referentes del periodismo crítico,
precisamente, y más bien se caracterizan por su desmedido, enfermizo triunfalismo
y su forofismo con las figuras.
Sea como fuere, algo huele mal en este asunto; da la
impresión de que existe un trasfondo oscuro, una intrahistoria que no se quiere
contar y que justificaría de algún modo este desatino taurino.
En primer lugar, (ya lo adelantó la presidenta el pasado
jueves en este periódico), los toreros —las figuras, especialmente— se niegan a
aceptar que Málaga es plaza de primera y, por tanto, se debe exigir un tipo de
toro diferente.
Por otra parte, una mujer es un flanco supuestamente más
débil que un señor —policía o no— con toda la barba, y los taurinos han
preferido cargar contra la presa más fácil.
Pero debe haber algo más. ¿Qué ha hecho Ana María Romero
para que el taurinismo andante se una contra ella?
Con sus propias declaraciones y las opiniones indulgentes de
algunos malagueños que bien la conocen, se podría hacer el siguiente retrato
que quizá pudiera acercarse a la realidad.
Ana María Romero es una buena aficionada y una presidenta
honesta cuyas dos únicas preocupaciones son el cumplimiento del Reglamento
Taurino y la defensa del prestigio de su plaza.
Pero carece de mano izquierda en las relaciones con los
taurinos, que la califican de inflexible, altiva y presa de un carácter
dominante que dificulta la negociación con los toreros. Las cuadrillas se
quejan, asimismo, de la dureza, la exigencia y los habituales comentarios poco
edificantes de dos miembros de su equipo veterinario.
¿Presidirá Ana María Romero las
corridas de las figuras?
Además, Ana María Romero ha cometido durante estos años un
error que ahora le pasa factura: durante la feria de Málaga, siendo presidenta
en activo, ha dirigido una tertulia taurina en Onda Cero, y ha ejercido como
colaboradora en el programa Carrusel Taurino, de Canal Sur Radio, que dirige su
hermano Juan Ramón.
La acusan, asimismo, de que es excesivamente exigente con
las llamadas figuras, lo cual no es un defecto, sino una cualidad que la honra.
Mucho más exigentes, sin duda, son las figuras con toros, compañeros,
honorarios, horarios y calendarios…
Al parecer, fue Cayetano el primero que inició el año pasado
una recogida de firmas entre sus compañeros, molesto con la actitud de la
presidenta. Y el testigo lo ha recogido El Juli, que aparece en todas las
quinielas como el verdadero muñidor del escrito de recusación.
Y algo más: este es el primer año que la Feria de Málaga
comienza con una corrida de toros y no con una novillada, como es habitual. Se
comenta que este no es un hecho casual. Así lo ha decidido la empresa para
evitar que la señora Romero presida las corridas de las figuras.
Y el jeroglífico se explicaría de la siguiente forma: el
último festejo del año pasado lo presidió Ana María Romero, por lo que el
primero de este le correspondería a Ildefonso del Olmo, el otro presidente
malagueño, que se turna con su compañera durante toda la feria.
Si así fuera, Del Olmo presidiría las corridas en las que
participan las figuras (las dos de Ponce, El Juli, Ferrera, Castella, Perera,
Manzanares y Roca Rey), y Romero el resto de los festejos.
Si se confirmara este detalle habría que concluir que
toreros y empresarios han ganado el pulso que han echado a la Junta de
Andalucía, y la perdedora sería la fiesta de los toros.
Por ello, urge que la Delegación del Gobierno andaluz en
Málaga ratifique en su puesto a la presidenta, la defienda de las acusaciones y
evite que otra vez ganen los antitaurinos, que trabajan cada día desde dentro
para acabar con la tauromaquia.
En caso contrario, la Junta debe proceder al cese inmediato
de la presidenta y proclamar como vencedores a los verdaderos enemigos de la
fiesta.
(Hasta ahora, solo la Asociación Nacional de Presidentes de
Plazas de Toros (ANPTE) ha mostrado su apoyo a Romero. Desaprueba el escrito de
los taurinos y afirma que “mal futuro tiene la fiesta si la aplicación del
Reglamento se entiende como animadversión a un torero o a un ganadero”).
P.D. Juan Diego, presidente de la Unión de Toreros, aún
mantiene un absoluto silencio; respetable su actitud, pero incomprensible. Un
hombre debe vestirse por los pies…
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