JAVIER LÓPEZ
@Javierlopez01
Foto: EFE
El matador de toros David de Miranda volvió a sentirse más
vivo que nunca el pasado viernes en su tierra, Huelva, donde reapareció a lo
grande tras un año de calvario por una gravísima lesión de espalda, aunque,
según confiesa a Efe, "volver a vestirme de torero es lo que me ha
devuelto la vida".
"Fue una tarde de emociones a flor de piel. Ver a mi
gente tan ilusionada, en mi tierra, esa ovación que me dieron mis paisanos tras
el paseíllo, el toro tan extraordinario que me tocó... Todo salió a pedir de
boca, pero, cuando realmente me emocioné, fue al ponerme otra vez el traje de
luces después de tanto tiempo", confiesa.
Para De Miranda (Trigueros, Huelva, 1993) ese momento tan
íntimo de la liturgia taurina le produjo una sensación única: "Como cuando
vuelves a la vida después de haber estado prácticamente en la otra
orilla", advierte.
"Se me vinieron muchas cosas a la cabeza. Tantos meses
esperando ese momento, meses muy duros, muy largos, de incertidumbre porque no
sabía siquiera si volvería a caminar. Pero, al final, todo el esfuerzo, la
preparación, las lágrimas y el dolor que he pasado han tenido su
recompensa", remarca De Miranda.
El joven espada onubense, de 24 años, cortó dos orejas al
toro de su reaparición, de Juan Pedro Domecq, al que cuajó, además, una
excelente faena, posiblemente "de las mejores" de su carrera.
"Pude expresarme como pocas veces. Fue como el regalo
que el destino me tenía guardado. Además, lo mejor de todo es que echando un
vistazo a la prensa veo que hay unanimidad, que todos me 'cantan' lo bien que
estuve y, sobre todo, que no he perdido nada de sitio", asegura.
"Y es que tener tanto tiempo libre durante el año de
convalecencia me ha dado para aprender, para madurar, para ver muchos vídeos
míos y darme cuenta de los errores que tenía que corregir", añade el
triguereño.
Además, logró el triunfo en un cartel de máxima expectación,
con dos figuras del toreo como Morante de la Puebla y José María Manzanares, y
que, en el caso del primero, acaparó también los titulares al dejar para el
recuerdo una de las más bellas faenas que se recuerdan en los últimos años el
coso de La Merced.
"No me pusieron las cosas nada fáciles", bromea De
Miranda, que, entre risas, no se esconde a la hora de ensalzar la labor del
genio sevillano: "Fue una delicia poder estar también ahí disfrutando de
ese momento. Estuvo cumbre el tío".
Pero le cambia el gesto a la hora de hablar de su compañero
de profesión Manolo Vanegas, que atraviesa una situación muy parecida a la que
él vivió hace escasos meses, al encontrarse actualmente ingresado en el
Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo recuperándose de una severa lesión
cervical.
"Le tuve muy presente en la tarde del viernes. He
tenido mucho contacto con él e, incluso, fui a verle hace un par de semanas y
le di todo el ánimo del mundo; le dije que con ganas todo se supera y que
seguro le vamos a tener dentro de nada otra vez en los ruedos", afirma.
Volviendo a los meses de temporada que le quedan por
delante, De Miranda pretende cerrar 2018 con "siete u ocho corridas
más". Hasta la fecha tiene cerradas tres: Valverde del Camino
(Huelva), Sabiote (Jaén) y Toro (Zamora), la plaza donde el año pasado un toro
le fracturó cuatro vértebras, lesión que a punto estuvo de dejarle postrado en
una silla de ruedas.
"Es una responsabilidad muy grande. En Toro empezó el
calvario. Pero cuando se me brindó la oportunidad de volver, no me lo pensé.
Tengo que rematar lo que dejé a medias. Por la afición y por mí mismo, porque
creo que la mejor medicina para superar este tipo de accidentes es enfrentarse
a los fantasmas que dejan", apostilla.
De Miranda también mira más allá en el horizonte,
concretamente a la temporada 2019, donde espera pisar plazas de
responsabilidad, e, incluso, sueña con confirmar en Madrid, aunque el mensaje
más inmediato que puede dar es este: "Por fin he vuelto y lo he hecho para
quedarme". / EFE
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