domingo, 12 de agosto de 2018

Jerónimo Pimentel, hombre amigo e impulsor de la fiesta brava venezolana

Los años setenta del siglo pasado vieron transcurrir la mejor etapa del florecimiento de la fiesta brava venezolana, al sumarse un centenar de festejos menores (novilladas), comenzando por el vetusto Nuevo Circo de Caracas y expandiéndose por Maracay, Valencia, Colón, Tovar, Mérida, El Vigía, Valle de La Pascua, Chivacoa, Coro, etc., con reses de casta. Se puede decir que fueron los años de la  transición del novillo  o toro criollo al auténtico bovino de lidia.

La base de esta nueva etapa fue el ganado del vecino país, cuidadosamente seleccionado, cancelado y  tramitada   su permisología por uno de esos toreros, con afición por dentro,    que ha  sabido entender la fiesta , con vista a su expansión, el hispano Jerónimo Pimentel,  “SOCIO”.  El maestro de Cenicientos supo organizar el inventario de las ganaderías de lidia  y entender el campo bravo de Colombia para entroncarlo con la naciente temporada venezolana,  hacer que la tauromaquia fuese un espectáculo de multitudes en numerosos sitios de nuestra geografía,  con  una auténtica política   taurina con generación de relevo en lo toreril, comunicacional, de relaciones  sociales y también en el renglón de criadores.

Domingo a domingo se llenaba el coso  caraqueño, mientras que en Maracay  competían teniendo como soporte a los propios toreros locales.  Basta un ejemplo, el novillero  Freddy (Pedro Enrique) Girón llegó  a sumar diecinueve (19) tardes en el coso del barrio Calicanto de la capital aragüeña.

La presencia del “socio”,  Matador  Jerónimo,  fue fundamental porque se asentó la fiesta brava con aceptación grande, se desarrolló el periodismo taurino en la capital y diferentes regiones del país, surgieron toreros ídolos (Simón Mijares, Boris  Figueras, Celestino  Correa, Rafael Ponzo, Jesús Salermi,  Nelson Villegas, Williams Cárdenas y otros tantos, se consolidaron ferias (Tovar tuvo dos años con tres novilladas de casta) y se produjeron ganancias para los empresarios, además de empleos no permanentes

Caracas y Maracay eran hervideros de toreros, especialmente novilleros, no solo nativos, sino también de México,  Colombia y España.  Todo esto tenía como subsuelo, de lo cual poco se ha hablado, el elemento taurico  y el hombre de la autoría no fue otro que el hispano JERÓNIMO PIMENTEL GÓMEZ.  Más adelante, su obra se extendió hacia el fomento de la ganadería nacional, con la asesoría profesional de su amplia experiencia, con la intermediación para compra de vacas y sementales, y con ese cariño que siempre dispensó para todos que lo buscaron y lo encontraron como el más fiel servidor de la fiesta brava. Para Jerónimo, ahora con ochenta y siete años a cuestas, el abrazo de afecto y gratitud de la afición venezolana.

Uniéndonos al homenaje de su pueblo que lo vio nacer y crecer como aprendiz y luego torero, para darle al lar natal nombradía y  prestigio no solo en Europa sino también en América.     

¡FERIA DE CENICIENTOS!… HOMENAJE A JERÓNIMO PIMENTEL GÓMEZ……ENHORABUENA  SOCIO  (Y AMIGO)

Nilson Humberto Guerra Zambrano

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