Puerta Grande para Orellana en La Grita
RUBÉN DARÍO VILLAFRAZ
@rubenvillafraz
Poco menos de un tercio de plaza, algo así como mil
doscientas personas, las que se dieron cita este domingo en el marco de la encerrona
en solitario con cuatro utreros de las ganaderías del Lic. Hugo Domingo Molina
(1º, 3º y 4º de Rancho Grande y 2º de La Consolación), por parte del novillero
taribense, Jesús Enrique Colombo, en el marco de la Feria de la Virgen de la Consolación.
La debilidad de fuerzas y lo descastado e irregular en los
engaños de los astados, fueron elemento preponderante para que los aficionados
asistentes como el propio torero quedaran con ansias de ver pasear premios
auriculares en la arena del Coliseo “Perlas del Torbes” de la ciudad
tachirense.
Tarde de sol radiante la que tuvo lugar, donde en primeras
instancias despacho Jesús Enrique un primer ejemplar de flojas embestidas por
ambos pitones el cual hizo intrascendente su intervención con la muleta, a
pesar de lucir variado y solvente en capote y banderillas. Palmas tras tímida
petición. Su segundo, más endeble de fuerzas, su trasteo no paso de
voluntarioso y entregado, pero ante las limitadas fuerzas del animal lo
intentó, y excedió de metraje insulso trasteo. Fue silenciado.
El novillo más serio del envío fue el tercero, el cual
propició los momentos más meritorios del aventajado espada, quien luciría
acelerado en algunos pasajes, esto a razón de lo áspera de la embestida del
torito, pero dejando constancia de encontrarse con la papeleta bien aprendida.
Tras necesitar dos viajes con el acero, recibió palmas tras aviso.
El que cerró función no se salió del guion de su hermano
anterior, luego de desarrollar corto recorrido y bruscos viajes por ambos
pitones, no dejando más opción al joven espada de justificarse e incluso hacer méritos
para “tocar pelo”, pero nuevamente el uso del acero se lo impidió, recibiendo
cerrada ovación tras dos avisos.
PUERTA GRANDE DE ORELLANA EN LA GRITA
Las únicas orejas de la función, en el marco de la corrida
de la Feria del Santo Cristo de La Grita las paseó el diestro tovareño Rafael
Orellana, pues en sus manos vino lo más artístico y meritorio del festejo. La
plaza registró poco más de tres cuartos de aforo cubierto.
Toros correctos de presentación de Los Aranguez, con las
complicaciones propias del burel encastado, los que envió Don Alberto Ramírez,
además de un novillo complicado, con visos de haber sido toreado, del hierro de
Rancho Bravo.
Marcos Peña “El Pino” ha estado toda la tarde sin dar “pie
con bola”. Desubicado y falto de recurso sus dos actuaciones –en especial al
que abrió plaza- dejaron muchas dudas, que unido a su errático uso del acero
hizo que su paso haya sido silenciado. Por su parte una oreja a cada astado la
que cercenó Rafael Orellana, en ambos dejando constancia de seguridad, ambición
y mando en la muleta, elementos a los que fueron agradecidos los astados que
cupo en suerte.
Con la noche presente, el novillero Francisco “Chico”
Paredes pasó un quinario ante el regalito que despenó, ejemplar de aviesas
intenciones que colocó en zozobra a todo el peonaje, para al final ser
despachado con más fortuna que lucimiento.
Rafael Orellana, nuevamente sumando triunfo a su paso por los andes venezolanos. Foto: José León |
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