Los
primeros capítulos de la temporada siguen cancelándose mientras cunde el
desánimo. La actual expansión de la pandemia no permite hacerse demasiadas
ilusiones
ÁLVARO R.
DEL MORAL
Diario EL
CORREO DE ANDALUCÍA
En un mundo normal no quedarían más de dos semanas
para conocer las combinaciones oficiales de la Feria de Abril y el abono de la
temporada maestrante. Seguramente aún andaríamos inmersos en las quinielas de
toros y toreros, en quién mata ésta o aquella corrida; en la ausencia de tal
torero o en el gesto de otro... Ya se habría desvelado el cartel pictórico de
la temporada –la Maestranza sí lo ha encargado, desveló Luis Manuel Halcón- y
estaríamos esperando las primeras tardes tibias de la Cuaresma inminente
sabiendo que se acerca un tiempo nuevo...
Pero nada será así. Y aunque ya se ha hablado de
toreros, ganaderías y hasta fechas la única verdad es que las fichas siguen
cayendo con efecto dominó. Ya contamos que se había suspendido el ciclo de
Valdemorillo; que se había aplazado sine die la feria de Olivenza y que se
contemplaba llevar hasta finales de junio la Magdalena de Castellón. Las
Fallas, que gravitan en torno a San José, también podrían organizarse a comienzos
de julio si prosperase la idea de llevarse la propia fiesta del fuego hasta
esos días veraniegos. Pero todo está por ver... En Sevilla, mientras tanto, se
sigue contemplando con inevitable escepticismo el desarrollo de los
acontecimientos.
¿18 de abril?
El alcalde de Sevilla, Juan Espadas, convocó el
pasado martes a los sectores afectados por la suspensión de los fastos
abrileños. Entre los damnificados, lógicamente, se encuentra la empresa Pagés
que lleva sin poder dar toros desde el 12 de octubre de 2019. En fin... Ramón
Valencia no faltó a ese encuentro en el que anunció de forma más o menos
oficiosa la intención de inaugurar la temporada el 18 de abril, domingo, una
fecha que en aquel mundo normal que ya nos parece tan lejano tenía que haber
coincidido con la primera jornada ferial.
El caso es que el tiempo y la tempestad de la
pandemia –estamos radicalmente peor que hace un año- siguen apremiando mientras
se aleja la posibilidad de poder abrir la plaza a ese 50% de su aforo que el
gerente de Pagés había marcado como mínimo asumible. Hay buenas palabras por
parte de las autoridades autonómicas a las que, al fin y al cabo, tocará
llegado el caso autorizar el asunto. Pero cuando se habla del tema, por las
esquinas del toreo todo el mundo menea la cabeza. Pronto habrá que pensar en un
plan B.
Y de Sevilla, a Pamplona. Su alcalde ya ha
verbalizado lo que todo el mundo sabía. Será “dificilísimo” que puedan
celebrarse las fiestas de San Fermín. El maridaje de jarana, encierros y
corridas es inseparable en Pamplona. Sería absurdo pensar en un ciclo taurino
separado del temblor de la bajada matinal de los toros y el inigualable
ambiente callejero de la capital pamplonica...
¿Seguimos contando? Al estrenar el mes de febrero
las certezas son tozudas. Será muy complicado que haya toros –ni toros ni nada-
en la triste primavera de 2021. Y mejor no hablar del verano. No hay vacunas ni
planes para ponerlas. Las cosas están mal, rematadamente mal. Hay un velo de
indisimulada tristeza en esas calles de persianas bajadas y toque de queda
mientras el ejército de paniaguados que nos gobierna sigue empeñado en derrotar
nuestra convivencia. La cuenta de muertos es algo más que una estadística. Ése
es el auténtico panorama. ¿Toros? Qué toros...
De Barceló a Manolo Salinas, pasando por
Pepe Moya
Los aficionados lo recordarán con nitidez. El
cartel pintado por Miquel Barceló para anunciar la temporada taurina 2008 se
encontró un evidente rechazo que se unió al gafe de aquella temporada de
suspensiones y escándalos ganaderos. No es momento ni lugar para contextualizar
el cuadro dentro de las series africanas del creador mallorquín pero lo cierto
y verdad es que aquello no funcionó.... Resumiendo: el personal estaba de uñas
y la corporación maestrante, con su teniente a la cabeza, no podía disimular su
inquietud cuando encargó el cartel anunciador de la siguiente temporada al
pintor sevillano Manolo Salinas, recentísimamente fallecido por culpa del
maldito covid.
El cartel, finalmente, se presentó el 11 de
diciembre de 2008 con el protocolo habitual. Guajardo desveló en aquel acto que
había pasado “más miedo que Salinas” al concertar el encargo. “Le pedí que
cuando tuviera el boceto me llamara antes de seguir pintando”, reconoció el
gran teniente de Hermano Mayor que fue Alfonso Guajardo-Fajardo. No faltó la
fina ironía del propio Salinas, presente en el acto, señalando que el cartel
había sido realizado con “gran entusiasmo y pensando que quería seguir
vinculado a la ciudad”.
El propio pintor sevillano advirtió que aquel
rotundo toro en blanco y negro –alejado del cromatismo habitual en su obra-
había un “lapsus” dentro del estilo de su trayectoria. Pero acabó abriendo una
serie vinculada al premio Manuel Ramírez del diario ABC y a su patrocinador, el
empresario, mecenas y ganadero Pepe Moya Sanabria que escogió esa serie taurina
de Salinas para acompañar la pastora que apoquinaba al ganador del galardón.
Ambos nos han dejado en este enero nefasto que ya ha pedido la cuenta.
Descansen en paz.
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