Fue
creado por el maestro Antonio Álvarez Alonso mientras amenizaba la tertulia de
un café de Cartagena y le puso título junto a una confitería
ROSARIO
PÉREZ
@CharoABCToros
Diario ABC
de Madrid
Sus notas han envuelto faenas de cante grande por
toda piel de toro, como la última tarde de Morante de la Puebla en Córdoba el
día de la Hispanidad. «Suspiros de España» es para muchos el pasodoble más
grande y emotivo de todos los pasodobles.
Compuesto por el maestro Antonio Álvarez Alonso
mientras amenizaba las tertulias nocturnas de un café de Cartagena en la
primavera de 1902, su nacimiento fue así de curioso, según se relata en el
libro «La copla y los toros», de Manuel Román: «En uno de los obligados
descansos, el maestro, que era también compositor aunque de obra poco conocida,
se reunió unos minutos para departir con una peña de amigos. Se suscitó una
animada discusión sobre si Álvarez Alonso sería capaz de componer una pieza en
pocos minutos. La apuesta fue aceptada por el músico, quien únicamente insistió
que le precisaran qué clase de pieza demandaban, para no recurrir a alguna que
ya estuviera creada. No hubo engaño en ese sentido y como quiera que los
contertulios le solicitaron un pasodoble, el maestro se retiró a un rincón y al
cabo de menos de una hora, por sorprendente que parezca, dio fin cumplido a su
obra. Que estrenaría en esa velada, entre el estupor de sus paisanos, quienes
noblemente le premiaron con sonadas ovaciones».
La confitería y el bautismo
Después de aquel improvisado estreno -habría uno
«oficial» por la Infantería de Marina- y mientras se encaminaban a sus casas,
aquellos que habían presenciado el nacimiento de este popularísimo pasodoble
insistieron en que había que bautizar la pieza. Así llegó la inspiración:
«Detúvose la comitiva -cuenta Román-, a instancias del maestro, ante el
escaparate de una conocida confitería, que exhibía unos dulces muy apreciados
en el área levantina, y tras observarlos, el compositor se dirigió al grupo:
«¡Ya lo tengo! El pasodoble se llamará "Suspiros de España". Estaba
clara la alusión: al nombre del pastel y al del café cartagenero».
Dos décadas más tarde, en 1925, se grabaría por
primera vez. La voz: de Conchita Supervía, mezzosoprano lírica catalana. El
compositor José Antonio Álvarez Cantos, sobrino del creador de Martos, le había
puesto la letra. El inicio rezaba así: "Español es mi querer./ Suspiro por mi
España/ desde el amanecer./ Resplandor de sangre y sol./ Orgullo de mi España,/
patria, patria...» Después, según se explica en el mencionado libro, se
modificaría la letra, grabada por Lolita Sevilla, aunque no la partitura:
«Siento en mí triste emoción./ Me voy sufriendo lejos de ti/ y se desgarra mi
corazón...»
«Suspiros de España» pondría también el título a
la película de 1939 protagonizada por Estrellita Castro. «Quiso Dios con su poder/ fundir
cuatro rayitos de sol/ y hacer con ellos una mujer./ Y al cumplir su voluntad/
en un jardín de España nací/ como la flor en el rosal./ Tierra gloriosa de mi
querer/ tierra bendita de perfume y pasión./ España, en toda flor a tus pies/
suspira un corazón...»
A Álvarez Alonso no le sonaron los tres avisos
mientras creaba su «faena»: ni una hora cuentan que tardó en la invención de
una composición magistral. Un señor pasodoble.
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