JORGE
ARTURO DÍAZ REYES
@jadir45
--¿Maestro cómo es ese trabajo de ser héroe todos
los días?
--Como cualquier trabajo contestó el matador
escuetamente --le autografió el libro que le ofrecía y atendió a otros.
Era diciembre del 87 y al joven madrileño aún se
le notaba fresca y rojiza en el cuello la cicatriz de la tremenda cornada que
le había pegado “Limonero” de Peñajara (697 kg), siete meses antes en Madrid.
Quizás fue una respuesta impensada, quizá no y asimilaba el suyo a la infinidad
de los oficios cotidianos, riesgosos, que requieren pericia, pero que no
reciben atención mediática, valoración heroica, ni pago siquiera modesto.
Quizás apuntaba una cosa cierta, que hay héroes anónimos por doquier.
A ese recuerdo me remontó la columna: ¿Cuánto vale
Messi? firmada en El País (España) el sábado por Jorge Valdano. Con ella mete
baza el ex campeón mundial argentino, en el escándalo formado por el altísimo
precio del contrato de su paisano con el Barcelona.
Todos han tenido que ver con ello. Un programa
deportivo de televisión hasta colocó, para mayor provocación pública, un
cronómetro mostrando con enormes caracteres amarillos, la progresión, del
salario acumulado segundo a segundo, por el futbolista.
Explica Valdano que Messi vale, lo que vale
mantener sintonizados los televisores en todo el mundo, para una industria del
espectáculo en la que el fútbol tiene una importancia medular.
Ahí está el asunto. En últimas lo que se le paga
es el impacto mediático no el heroísmo deportivo. Y eso no es un fenómeno
circunscrito a él, al fútbol o a la industria del espectáculo, es general.
Vivimos en la era de la virtualidad, habitamos en el ciberespacio y allí
construimos o se nos construyen realidades, mitos, ídolos, idolatrías,
comportamientos, consumos. Tanto sintonizas, tanto vales.
La cuestión es cómo en este nuevo universo
pixelado las contundentes verdades del toreo y sus héroes de todos los días
pueden ganar “importancia medular” y alto precio en vez de irse haciendo cada
vez más tenues, y poco “like”.
Yo no tengo la fórmula, perdón. Lo que sí sé es
que cualquiera que sea el camino este deberá pasar por la pantalla.
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