ZABALA DE LA SERNA
Adelantó
EL MUNDO la noticia que nadie esperaba: Sevilla se queda sin televisión. Un
desacuerdo económico total entre la empresa Pagés y Canal Plus. Un año después
de la guerra del G-10, se apagan los focos por decisión empresarial. Ramón
Valencia habla de inviabilidad económica si se acepta la oferta de Prisa, que
"los carteles de farolillos nos suben mucho" y ya no existe en
colchón económico que provocaban las cinco primeras tardes de perfil bajo de la
preferia y amplia bolsa en tiempos felices.
Antes
de lanzarse a la pelea tabernaria y periodística (sic) de las cifras, como si
en pleno verano se enzarzasen dos en la barra del bar sobre cuánto paga
Florentino por Kaká, si lo vale, no lo vale y cuánto se queda por el camino,
habría que profundizar en el significado del apagón digital de abril, sobre sus
consecuencias inmediatas y sus motivos. Parto de la base de no tener una idea
clara y envidio a esas almas que nada más leer la noticia o se desgarran la
camisa o se abrochan el botón del cuello de la camisa con pretendida lucidez
para sentenciar.
La
caída de abonos en la Maestranza en los últimos tres años asusta y este año
apunta a seguir la tendencia. La crisis coyuntural: no hay un euro, en
Andalucía menos y los precios de Sevilla hacen temblar cualquier cartera. El
recorte de las cinco primeras tardes traerá una bajada lógica del precio de los
abonos como no podía ser de otro modo. Faltaba plus... En esas cinco corridas
menos también radica el desencuentro monetario de la empresa Pagés y los
representantes de Canal Toros. Existe la esperanza de que en abril sin focos
digitales el abono remonte o al menos frene la masiva deserción.
La
desaparición de las cámaras en una feria del calado de la de Abril puede tomar
diferentes caminos y lecturas: un paso atrás -lo que no sale en televisión no
existe- y otro adelante -una vuelta a la génesis del toreo, una reforma laboral
del mercado sin el atípico de la televisión-. Las liquidaciones con y sin TV
distan un abismo. Empezando por las cuadrillas y su "doble salario".
La televisión, que todos contamos con ella como sin fuera parte inseparable de
la Fiesta, no deja de ser un atípico, vital, dicen, en algunos casos. ¿O se ha
hecho que sea vital? Incluso las Diputaciones provinciales antes de saber si
hay o no acuedo televisivo se presuran a escribir en los pliegos su tanto por
ciento, cual mordida, de los ingresos por retransmisión. La tele ha dado a
ganar mucho dinero por supuesto a las empresas que cambiaron una pasta segura
por la imaginación; a las figuras desmemoriadas que han pescado como el que más
en ese caladero sin respetar veda; a los banderilleros sindicalizados cual
tortuga romana que, pase lo que pase, avanzan con el sentimiento de clase como
escudo.
En
esa misma línea sin televisión, a muchos aficionados les faltará en casa la
adicción de sus vidas. Y esto es una putada. Como lo es que en todos estos
años, en el fútbol también, se ha creado la generación del salón, una afición
de sofá. Cada fin de semana, sin movernos nada más que al 'chino' de la
esquina, tenemos de invitados a cenar al Madrí y al Barsa. Y, de marzo a junio,
por menos de quince euros mensuales, aproximadamente, has visto a Morante de la
Puebla siete veces, a Manzanares otras tantas y a El Juli, si haces la
multiplicación por los años de alternativa, alucinas ya. Pasado el trienio de
grandes ferias televisadas, cuando el verano asoma, ¿quién coño se saca un
boleto en Burgos o Alicante para ver lo que ya ha visto casi una decena de veces?
A lo mejor, entre la desaparición de las retransmisiones y el abuso de
ofrecerlo todo, habría una fórmula intermedia de "grandes eventos".
La
otra mirada es la que desnuda todas las memeces que han dicho las figuras del
G-10 por boca de ASM, absolutamente desconocedores ambos de la realidad del
mundo de los grandes medios, cadenas privadas y autonómicas. ¿Dónde están las
alternativas de canales generalistas ahora que el Plus no estará en Sevilla? ¿Y
los circuitos de las TV regionales? Murieron sin enterarse nunca de un mundo,
el de la comunicación, en quiebra, y ponían trabas a los únicos, que para bien
y para menos bien, han estado ahí invirtiendo en la Fiesta desde que en 1989
las figuras se mostraran cansadas de las retransmisiones en abierto porque quemaban
su imagen y recibieron con los brazos abiertos el canal de pago. El mundo al
revés 22 años después.
Quizá
cobre ahora más fuerza aún el acuerdo de potenciación de la información taurina
en TVE. Aunque algunos no se enteren, esa es la verdadera clave de aquel pacto
con Echenique por encima de televisar dos o tres corridas puntuales: la
información diaria. Y cuando esta temporada alcance abril lo será más. La
prensa escrita con crédito volverá a recobrar protagonismo. El toreo también
vive de la literatura, de creer lo que se lee y verlo sin haberlo visto y soñar
todavía más con lo escrito. Por otra parte, ya no valdrá eso que tanto daño
hacía a la futura crítica taurina, si quedan tribunas y periódicos para
entonces, de quedarse en casa para hacer desde el sillón de orejas la crónica y
así ahorrarle el viaje al medio. En Pamplona sucedió con ABC y El País, ni más
ni menos, y en una época de crisis como esta no cabe peor ejemplo para otros
periódicos.
Saquen
ustedes conclusiones. Hay una oferta de reflexiones para que cada cual se haga
su idea. La mía, probablemente, como diría un gallego, sin estar en lo cierto
no va desencaminada. Como los Mayas en 2012.
No hay comentarios:
Publicar un comentario