En la primera corrida de la Feria del
Sol 2013
RUBEN DARIO VILLAFRAZ
@rubenvillafraz
Una
cosa es justificar las orejas a lo largo de una tarde, y otra muy distinta inventárselas
ante el capricho de quien sabe qué razón. Eso fue lo sucedido ayer, en el marco
de la primera corrida de la Feria del Sol 2013. Se han cortado un total de
siete orejas, y pregúntame usted amable lector si la mitad de ellas se
justificaron en el ruedo. Verdaderamente vergonzoso que se convierta la plaza de
toros más importante de Mérida en un dispendio de orejas por parte de Palco
Presidencial acéfalo de criterio mínimo para estar allí, que lejos de haber un
bien lo que hacen es convertir todo lo que se haga en la arena emeritense en
mojiganga o pachanga carnavalesca.
Serio
lote de astados que ha enviado el ganadero Juan Bernardo Caicedo. Toros de
inmaculadas astas, peso acorde la categoría de la plaza, y en especial, con el trapío
que impone respeto. Otra cosa fue su juego a lo largo de la lidia. Se le castigo
en el caballo con saña, hubo incluso quienes abusaron, lo que en parte
condicionó que en el tercio final llegaran desfondados, sin gas para rematar…
Manso el de rejones de Santa Fe, que incluso saltó al
callejón, propiciando momento de verdadero pánico ante lo abarrotado del mismo
con personas que nada tiene que hacer allí. El sobrero del mismo hierro se dejo
en parte por su chispa de nobleza, y poco más.
En
su primero (primero de lidia ordinaria) es importante señalar que no quiso ni
verlo Manuel Díaz, pues permitiría
que en el caballo acabaran al toro con
los tres puyazos con vehemencia se castigó. En el tercio final el toro llegó
casi “gateando”, lo que en parte
justificó que abreviara tras pinchazo y cuatro descabellos.
Otra
actitud tuvo en su segundo, astado de largo recorrido y nobleza que dejaba
estar a relativamente a gusto. Las largas de rodillas en el tercio, así como
las chicuelinas en los medios dejaron el ambiente preparado para otro tercio de
rehiletes con solvencia, para en la muleta desgranar labor plagada de su
característico repertorio, en especial por el lado derecho, en series cortas,
de pausas, que calaron en los fríos tendidos. Esta vez la espada colocada
ligeramente desprendida y trasera hizo que la pañolada de los tendidos diera
lugar a la concesión generosa de las dos orejas. Una bastaba y sobraba, pero en
bacanal de orejas como estaba la tarde, que se podía esperar…
La
actuación ante el sobrero de Santa Fe, ha sido una muestra de la
evolución de este torero, iniciando por suaves verónicas en el tercio. Luego en
la muleta, el poso, reposo y gusto de Orellana
se puso de manifiesto en las series por la diestra que se jactó interpretar,
templando y llevando a media altura las endebles embestidas del colaborador
ejemplar. Por naturales, cortas pero intensas fueron las dos series que se
prodigó, para en las postrimerías cincelar labor con ceñidas bernardinas. El
espadazo en todo lo alto, hizo petición unánime de las dos orejas, paseadas
entre multitud de paisanos que se hicieron presente en la plaza.
En el
que cerró plaza, el corto recorrido del serio astado nuevamente dejo en
constancia que Orellana ha tomado en
serio la evolución que debe tener un torero. Una pena que el burel se quedara
cortó de recorrido y dejara en ascuas sus ilusiones de redondear tarde, ante la
insistente llovizna que se hacía presente.
Abrió
plaza el jinete José Luis Rodríguez,
quien apareció anunciado en el cartel imprevistamente ayer mismo, pechando un
manso morlaco aquerenciado en tablas que hizo trabajoso colocarle rejones de
castigo. Al sentir el hierro, saltaría al callejón provocando zozobra total en
el atiborrado callejón, para luego en banderillas clavar a la grupa hasta en
cinco ocasiones. Con el veterano «Nilo»
remató labor en banderillas cortas, para con el rejón de muerte dejar contrario
y caído hoja de peral tras pinchazo, de efecto fulminante, premiándosele con
una oreja, que de por sí representa mera anécdota su concesión.
Padilla no perdió ocasión de brindar su segundo toro de la tarde a un gran aficionado como lo es Monseñor Baltasar Porras Cardozo. Foto: Fernando Zambrano |
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