ZABALA DE LA SERNA
Francia
otra vez. Y de nuevo a través de un organismo como el Observatorio para las
Culturas Taurinas de Francia, apoyado ahora en la Unión de Ciudades Taurinas.
Sin complejos como punto de partida. Y abanderados por el sentido común, el
menos común de los sentidos, para argumentar ante el Ministerio de Interior que
manifestarse contra la Tauromaquia frente a una plaza de toros puede provocar
una alteración del orden público. Que es una provocación, coño, así de fácil.
Una provocación que en España autorizan con demasiada frecuencia para que los
antitaurinos, parapetados en una muralla de antidisturbios, insulten
impunemente a los aficionados y público en general que pasan por delante con un
civismo digno de elogio ante el acoso. La variedad del insulto es muy cortita
con sifón, tal que sus coeficientes, y pasa del "¡asesinos, asesinos!" al "¡fascistas, torturadores!".
La
cota mayor de violencia vivida alrededor de una plaza se respiró en los últimos
días de Barcelona; había que atravesar una barrera en formación desordenada,
protegida por los Mossos, que te indicaban que aligerases el paso con gesto
castrense. Una tarde de un domingo cualquiera a mi amigo José Luis Bruzzone, un hombre de leyes ecuatoriano, reputado
político en su día y ganadero de casta, le escupieron a la cara. Nos revolvimos
desatados, pero la policía autonómica nos indicó en plan sargento chusquero que
de frente, marchen, arrr. Nada comparado como cuando a André Viard le rodearon su casa en el Sur de Francia con plásticos
y le prendieron fuego con su familia dentro. No me estoy confundiendo con la
Noche de los Cristales Rotos de la Alemania de 1938...
De
nuevo, el ejemplo de Francia. Sin complejos, con la razón y la ley en la mano.
No prohiben manifestarse contra los Toros, sino hacerlo alrededor de una plaza.
Hay una sutil diferencia.
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