JORGE ARTURO DÍAZ
Burladero América / Colombia
Fotos: EFE
Perdónenme, pero no fatigaré más con lo de la
idiosincrasia del toro y la afición de Manizales. El que no lo quiera entender,
que no lo entienda. Lo único que diré, es que los Herederos de Ernesto Gutiérrez Arango, en medio del delirio de una
plaza llena, echaron hoy al ruedo un encierro que jugó como sueñan los toreros.
Un encierro que dejó parar, templar, mandar, cargar la suerte, ligar, y dar
alas a la imaginación. Pastueño, es un término insuficiente para contener la
bondad, fijeza, repetición y fondo del sexteto que además galopó a largos
trechos, entre otras cosas, porque sus discretas hechuras, justo poder y escaso
cuajo ameritaron muy poca vara.
Como anteayer, seis faenas en las que solo la
espada puso algunos borrones, un palco alegre que hizo sonar el pasodoble
excepcional más que la cucaracha, un público feliz, tres toreros que se querían
chupar los dedos, y entre ellos El Juli, sobre todo El Juli. Torero largo donde
los haya, instintivo, intuitivo, maestro. Su genética descubierta y denunciada
primero que nadie por Vicente Zabala padre, cuando lo vio en Chinchón a lo once
años. Su largo trajinar marcado a cornadas en su rostro, y esa prematura
madurez de adivino que presiente las reacciones de los toros y ejerce sobre
ellos un dominio total para explayar con ellos su extensa tauromaquia.
Dos faenas de una serenidad, geometría y
variedad increíbles. Dos cátedras de cómo lo imposible se hace es fácil, y
además desparpajado, espontáneo, natural. La del segundo, quizá más apasionada
que la del quinto, pues aunque menos toro era más codicioso. Más ambas, de una
irresistible atracción. Las variaciones de capa, las tandas ambidiestras de
muleta, la quietud impertérrita, la rima, la medida, el tiempo, el terreno el
repentismo, la dictadura delicada y respetuosa sobre la acometidas, la noria pa´un lado y pa´l otro, con medio trapo barriendo, y la ausencia de esfuerzo
convirtieron la Monumental en un frenocomio musicalizado. Solo un falla, y
grande, perdió la distancia en el julipié,
y la espada entró trasera y caída. Así
y todo le dio una oreja. Usía ha puesto valor de la suerte suprema en esta feria a la altura del
betún.
Con el quinto, Contratista, dio Julián un
concierto de percal. Saludo por verónicas, faroles, orticinas y larga. Dos
quites a falta de uno. El primero, de cuatro lopecinas y el segundo de cinco chicuelinas
y larga lagartijera. La plaza que se
caía, y luego, venga toro a orbitar alrededor del poste y cuando miró tablas y
se quiso rajar. No señor, solo muleta y muleta, solo torero y torero solo
medios y medios. La igualada provocó una protesta escandalosa, y más faena, y
el indulto increíble, y las dos orejas que dicen poco de la obra.
Torear después de semejantes acontecimientos
es una desgracia, cualquier cosa que uno haga queda pequeña. Eso le pasó al
serio Sebastián Castella, que con su entrega, carisma y corrección solo pudo
luchar para que los ecos de las emociones recién desencadenadas no se apagaran
del todo en sus turnos. Tras un puntazo que le perforó la taleguilla y una
paliza rastrera, cortó una oreja con una estocada honda. De la enfermería le
salió al sexto carilavado, y la gente le agradeció con todo. La faena lejana,
fue aseada, subrayada por el gesto, pero los oles a espasmos parecían más de
simpatía que de auténtica emoción. La
chirimía sonaba solidaria pero incongruente, y un pinchazo y una estocada desprendida
le dieron la otra mitad del tiquete para la puerta grade.
El veterano Pepe Manrique, vino a levantar el
telón y lo hizo con una solvencia y una torería dignas de más acierto y
consideración. Su brega con el primero era de oreja(s) y él mismo las evitó con
un estoque delantero ineficaz, cinco desesperantes golpes de cruceta y un
aviso. Pero la del cuarto, mejor aún, la firmó con un pinchazo y un espadazo
fulminante. La petición fue dura pero no atendida.
Pasaron muchas cosas hoy, entre otras, El Monaguillo, compañero de César Rincón
en su largo viaje de la nada a la gloria, se despidió colocando dos estupendos
pares, y le pasearon a hombros.
FICHA
DEL FESTEJO
Plaza Monumental. Última de feria. Lleno cómodo.
Seis toros de Herederos de Ernesto Gutiérrez Arango, en
tipo de la casa, pastueños, aplaudidos todos en el arrastre, indultado el 5º,
Contratista, # 22, de 480 kilos, cuatreño, negro, cornicorto. Aplaudidos los
arrastres de los otros cinco.
Pepe Manrique, silencio tras aviso y saludo.
El Juli, oreja y dos orejas.
Sebastián Castella, oreja y oreja.
Incidencias: Al final del
festejo, Fue paseado a hombros Rodrigo Arias “El Monaguillo” que se despidió y
tras él salieron a hombros El Juli, Sebastián Castella y el ganadero Miguel
Gutiérrez.
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