Apoteosis la tarde de ayer con los toros de Don Miguel Gutiérrez en Manizales, donde Pablo Hermoso de Mendoza ha desorejado su lote, mientras Bolívar le secundaba en la salida triunfal. Foto: EFE |
JORGE ARTURO DÍAZ REYES
Burladero / Colombia
MANIZALES (Colombia).- En Manizales la fiesta
tiene códigos, valores, estética, y hasta ética propios, autóctonos y
auténticos. Pura idiosincrasia. El toro de Ernesto
Gutiérrez, con sus particularidades feno y genotípicas los resume, los
copa, es el paradigma. Ningún otro cala tan hondo en la sensibilidad y el gusto
de la afición manizaleña. Como quien dice: somos así ¡y qué! Quien no sea capaz de comprenderlos, que se lo pierda. Hoy
la fiesta fue tal, total, seis turrones, seis faenas, seis orejas, que pudieron
ser doce. Se sabía, hubo casi lleno, hierro garantía y gran cartel de
lidiadores.
Economía y comodidad anatómica, bondad,
fijeza, prontitud, recorrido, son. Prácticamente no picados, abrieron paso a la
serenidad, a la desahogada creación. Las tres tauromaquias, cada una en su
personal expresión alcanzó niveles altos. Mérito del encierro, todo aplaudido
en el arrastre, y al quinto y al sexto vuelta de honor. Público y palco de
acuerdo, aunque en la última hubiese algunas discrepancias.
El Cid, bordó con su lote un par de obras exquisitas. Meció el capote con
lentitud y gusto por verónicas, medias,
chicuelinas y revoleras, luego
por derechas y naturales en tandas cortas pero esculpidas, templadas,
engarzadas. Trazó por derecha e izquierda redondos y circulares al compás preciso
de los viajes. Mientras Usía le
soplaba el pasodoble Feria de Manizales reglamentado solo para faenas
excepcionales. Perdió el útil dos veces con el primero, y tres con el segundo.
Los pinchó ambos, se demoró, y sendos avisos le anunciaron la pérdida del doble
triunfo. Pero al final de la corrida la gente no había olvidado, y cuando sus
alternantes eran cargados, y el cruzaba el ruedo a pie apesadumbrado, fue
atajado en los medios por el coro de ¡Torero,
torero!
Luís Bolívar, tras una faena completa, un
pinchazo y una estocada fulminante, fue tratado por el palco con un rigor, que
ya quisiéramos fuera igual para todos, negando la fuerte petición, y aguantando
el amago de bronca. Le salió tocado al quinto, de 480 kilos, desperdigando un
catálogo de suertes capoteras: larga de
rodillas, verónicas, caleserinas, orticinas, nicanoras y airosa revolera. Tras un picotazo de Viloria,
tres lances a una mano y una brionesa,
exacerbaron el nacionalismo que ya le había mostrado las uñas a su señoría con
el injusto y procaz. La faena, iniciada sin espada, por naturales con la
derecha, se desgranó con gran predicamento, marcada por un aplomo y una pausa,
casi solemnes, ligada, redonda, y circular hasta la triple vuelta final. Y dele
música y dele ole, aunque para ser justos la izquierda un poco más baja y el
embroque más apretado la hubiesen vuelto cuasiperfecta.
Cinco bernadinas, de adorno, un
estocadón irrefutable, las dos orejas y la vuelta festejadísima.
Cátedra de toreo a caballo la de Pablo Hermoso sobre una cuadra de caballos toreros cuasi perfecta en habilidades. Foto: EFE |
Hablar de Pablo Hermoso, es hablar de la otra
versión del toreo a caballo; admirable en su maestría, hondo en su sobriedad,
bello en su plástica y en su dinámica. Hombre-caballo uno solo en la facilidad
de lo imposible. Con él arriba, “Villa”, “Pirata”,
“Churrumay”, “Manolete”, “Van Gogh” y “Dalí”,
pintaron sobre la arena de la Monumental, imágenes churriguerescas en todos los
tercios; rejones, banderillas largas, cortas, a una y dos manos, y danzaron
flamenquerías en giros, quiebros, galopes, llevándose templadamente tras de sus
grupas las generosas embestidas de los dos bombones y el arrebato del público.
Era una pasada lo que vivía la plaza, una rumba ecuestre, y el navarro, como si
nada, el más sereno y en sus papeles. En las dos muertes el acero entró por
sitio incorrecto, contrario, caído y trasero. A nadie importó. La fiesta hoy en
día no se para en nimiedades como la suerte suprema. El póker de orejas, y la
locura. "Se torea como se es",
dogma belmontino, pero también se ve torear como se es y los manizaleños son
así, bondadosos y nobles como los toros que aman. Una pancarta de aficionados
bogotanos que se presentaban como "desplazados
por el alcalde Petro" también fue ovacionada.
FICHA
DEL FESTEJO
Plaza Monumental. 5a de feria. Sol. Casi lleno.
Seis toros de Ernesto Gutiérrez, 3º y 6º (despuntados
para rejones), en tipo de la casa, discretos de presencia, nobilísimos aunque
justos de raza. Aplaudidos todos los arrastres, vuelta al ruedo para el 5º «Escalador»
Nº269 de 480 kilos y el 6º «Buenamuela» Nº 210 de 490 kilos.
El Cid, saludo tras aviso y saludo tras aviso.
Luis Bolívar, saludo tras petición y dos orejas.
Pablo Hermoso, dos orejas y dos orejas.
Incidencias: Saludaron, El
Boni y Jaime Devia tras parear al 1º. Al terminar el festejo, salieron a
hombros a Pablo Hermoso y Luis Bolívar.
El Cid se hubiese ido ayer de Manizales por lo mínimo con tres orejas, pero la espada le negó los trofeos que con justicia había merecido. Foto: EFE |
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