JOSÉ MATA
Fotos: EFE
CIUDAD DE MÉXICO.- Es inaudito la insistencia
de regalar el animalito del perdón, para con ello intentar justificar la
evidente mediocridad de no haber podido solventar con sólidos argumentos, el
reto de ser toreros a plenitud en el redondel.
¡No
puede ser!
¡No!
No puede ser que cada domingo al no poder
hacer algo, por lo menos decoroso con el lote que el destino otorgó a los
actuantes, tengan que ir en presurosa búsqueda del bovino preparado ex profeso,
para así salir supuestamente airosos, cuando la verdad enseña que han consumado
un engaño, más que al público y a la Fiesta, a sí mismos.
El toro de regalo, es sin lugar a dudas, la
representación misma de la ventaja, de la irresponsabilidad, de la
incompetencia; y como era de esperarse, la fuerza del destino hizo valer
estentóreamente su poder este domingo en cuestión, y han sido los propios toros
de regalo los que acabaron dando el bajonazo a un festejo que había aportado
muy poco.
Leonardo Hernández hijo, un rejoneador con
grandes alcances en el orden artístico, taurino y humano, le hemos visto
desarrollar con solvencia su profesión en España, pero pareciera que nada más
llegan a México los toreros ultramarinos, y lo primero que tienen y deben
hacer, es quedar inscritos en lo que NO conduce a la grandeza, sino les deja
inmersos en las miserias taurinas.
Este interesante rejoneador no cortó nada en
sus dos ejemplares… una tibia salida al tercio… y un avasallador silencio, pero
esto no significa que hubiera estado mal, antes al contrario, dejó dos
lecciones de lo que al arte del rejoneo se refiere; siempre toreando al toro,
imponiendo con certeza rejones de castigo, banderillas, y como fue el caso de
su segundo, en donde por cierto, cabalgó con soltura, sobre todo cuando le
fallaron las patas al cuaco, que lo supo guiar para que no sucumbiera,
banderilleó espléndidamente a dos manos, así como las consecuentes banderillas
cortas en ambos ejemplares al violín, y tras cada suerte, rematándola, para
convencer a todos.
No creo que haya sido su apoderado, quien
hasta el momento había demostrado el por qué es el mejor representante de
rejoneadores en México, al que se le ocurriera regalar un bovino más.
No había ninguna razón ni sustento para ello,
porque no le iba a salir un toro tan dócil y bueno, como los de su lote, y así
ocurrió.
De pronto vimos aparecer un minúsculo burel de
José Marrón Cajiga, con el que no
pudo estar a la altura de la cristalina, diáfana, grandilocuente actuación en
sus toros anteriores. Así se dio a clavar por donde Dios le dio a entender los
rejones, uno de ellos se le cayó, las banderillas desacertado, y después de un
pinchazo un rejón de muerte tan contrario por lo bajo de su posición. Algunos
despistados pidieron la oreja, pero sólo fueron algunos, y bueno, el público
tiene derecho a pedir, pero que el propio torero haya ido a suplicar una oreja
de más, echándole materialmente a la poca gente que pidió el auricular al
buenazo de Ramos, quien no supo ni pudo estar a la altura de las
circunstancias, me parece, sin lugar a dudas… REPROBABLE.
La escena era grotesca, vulgar, inadmisible,
un rejoneador tan magnífico como Leonardo Hernández… ¡suplicando una oreja de más!
¡Qué
vergüenza!
Lo peor es que el buenazo en turno en el palco
de la nula autoridad la concedió, y como era de esperarse, la gente en su
mayoría protestó escandalosamente el otorgamiento del orejerío, que en nada… ABSOLUTAMENTE
EN NADA le servirán para su campaña en México.
Y esta historia se repitió con el
dicharachero, señor Cejas, quien tuvo
un excelente primer ejemplar, al que no supo darle el sitio que requería para
confeccionar una faena de importantes alcances arquitectónicos. Ya le hemos
señalado que no sabe torear a la verónica, sus brazos carecen de plasticidad,
por ello, la rigidez de ellos hacen que el lance fundamental le resulte
grotesco. Vendría un quite por saltilleras
tan rápido como carente de armonía, situación que se mantuvo en la faena
muleteril. El inicio… igual que siempre, la falta de capacidad imaginativa le
lleva a repetirse casi todas las tardes, esperando en los medios como poste al
toro, para dar cambiados por la espalda, por delante, el de pecho, hasta llegar
al desdén, y hasta donde dicen los entendidos, esto no funciona siempre con
todos los toros.
No obstante, este ejemplar de Lebrija ha resultado más que estupendo,
iba y bien, transmitiendo, con recorrido, y el señor Cejas, al contrario, se dio a dar tal cantidad de pases con la
derecha, que la vulgaridad misma provocó el enfado en los tendidos, que veían
la calidad del astado. Pases encimistas, ahogando siempre al ejemplar, en
lugar, según decían los conocedores, de darle sitio, poniendo la muleta en la
cara, encelándole e invitándole al mismo tiempo a acudir en el tiempo y espacio
que debió haber impuesto el torero, y que no lo hizo, o no pudo hacerlo,
sustituyendo esta carencia con chabacanerías fuera de sitio. Cansada ya la
gente observó como pinchó, luego dejó estocada tendida y caída, escuchó un
aviso, y luego se retiró en silencio, mientras el gran toro de Lebrija fue conducido hacia con el
cachetero, en medio de las palmas de reconocimiento.
Nada cambió con su segundo toro, diferente en
comportamiento, porque exigía a un torero con poder, pero el señor Cejas está más preocupado en divertir a
las galerías, que en demostrarse que puede llegar a ser algún día un gran
torero, que sea serio, sobrio, de serena inteligencia. Después del brinde al Juli, nuevamente cuartos de pases,
porque retrasaba el engaño, y más chabacanerías, hasta que dejó media delantera
desprendida, un aviso, y el descabello haría efecto, para volverse a retirar
entre el silencio ensordecedor.
Ante este despligue de medianía… ¿había por qué regalar un toro?
¡Claro
que no!
Pero... el señor Cejas levantó el dedito, y así acabaría saliendo Dorado, que fue
más bien un desdorado.
Hacía aproximadamente unos 20 años, que yo no
había vuelto a ver a las banderillas negras deshonrar a una ganadería;
lamentablemente, fue un toro manso de solemnidad como resultó sorpresivamente
este burel. Y, no le quedaba de otra al torero más que salir a enfrentarlo,
había dejado ir dos auténticas oportunidades, y una más habría sido la debacle.
Como pudo dio pases esforzados, intentando
aprisionar al toro en tablas, pero fueron momentos breves, que pudieron haber
sido más, claro porque puede, pero se conformó con ello, y como la mayoría de
la gente había abandonado el coso titular de México, y la que estaba aún se
encontraba en verdad cansada de tanto desatino, pues ya hizo caso omiso a esto,
el de Aguascalientes dejó una entera saliendo rebotando casi tan
espectacularmente como Eloy Cavazos en sus buenos tiempos, aunque el señor Cejas se rueda más en la arena, y por
ello, le dieron una oreja más de consolación, que esperamos y le deseamos, no
le equivoque, sino le lleve a la autocrítica de lo mal que está.
Y de Joselito Adame, que poder decir con lo
extraviado que le vimos. Dos faenas inconsistentes, y banderilleando como si
fuera aprendiz. Es más, en su segunda faena de pronto le encontró la distancia
al toro, trazó una serie magnifica con la derecha que hizo albergar esperanzas,
y luego... perdió todo. La faena se fue a pique. El buenazo en turno le regaló inmerecida
oreja, que como tenía que ocurrir, fue protestadísima, por la falta de sustento
en su concesión.
¡Hartos!… sí, hartos de tanta medianía que inundó esta tarde en la Monumental
México, recordamos casi todos los que íbamos por los túneles y escaleras rumbo
a la calle:
¡Cuánta
falta hizo un TORERO como demostró ser Fermín Rivera nieto!
FICHA
DEL FESTEJO
Con una entrada que mejora con relación a la anterior en
la Monumental Plaza de Toros México, se han lidiado dos toros de Fernando de la
Mora para rejones que han sido dóciles, el primero con arrastre lento; cuatro
de Lebrija, tres que han sido buenos, sobre todo el primero que correspondió al
señor Cejas, y otro complicado que requería de una muleta poderosa que nunca
apareció. Dos ejemplares de regalo, uno de ellos para rejones, de José Marrón
Cajiga, pobre de presencia, que fue dócil, y uno más de Jorge María, que
sorpresivamente resultó manso de solemnidad, huyendo de los capotes, y de los
caballos a los que les volteó la cara varias veces, su descastamiento le llevó
a la deshonra de las banderillas negras.
El rejoneador Leonardo Hernández hijo: Saludó en el
tercio y silencio; dos orejas escandalosamente protestadas en el de regalo.
Arturo Macías “El Cejas”: Silencio en su lote; y una
oreja en el de regalo.
Joselito Adame: Silencio y una oreja escandalosamente
protestada.
Detalles: Presidió el festejo
el buenazo de Jorge Ramos, quien siguiendo los preceptos del grupo al que
pertenece... sí, al de los buenazos, regaló orejas a placer, conduciendo el
festejo a un desorden y al consecuente enardecimiento del respetable contra
él... ¡OTROS JUECES! claman todos. *** Honró con su presencia al festejo el C.
Gobernador del Estado de Aguascalientes, Don Carlos Lozano de la Torre, quien
concedió a la Fiesta de los toros en Agüitas el título de Patrimonio Cultural
Inmaterial.
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