Antonio Barrera con una muleta con los colores de la "ikurriña". |
Paco Peña |
Hay toreros que, a parte de deleitar y
justificarse tarde tras tarde en el ruedo, buscan en sí mismos gestos para
proclamar el toreo a los cuatro vientos.
Uno de ellos es Antonio Barrera, hombre comprometido y todo un número uno en este
tipo de arengas, que ya defendió 'la
Fiesta' el año pasado en Barcelona utilizando una "senyera" por muleta como una reivindicación ante la
prohibición a partir de la presente temporada de las corridas en Cataluña.
Y hoy, de nuevo Barrera ha hecho de las suyas. Ante la consabida persecución del
toreo en la capital guipuzcoana, que según las malas lenguas podría llegar a
desaparecer en San Sebastián a partir del año que viene, el sevillano toreó con
una muleta con los colores de la "ikurriña".
Un Barrera
entregado de principio a fin frente al toro que abrió plaza, el mejor de un
duro encierro, al que cuajó de forma notable sobre ambas manos. Muletazos
limpios y templados, siempre en actitud atacante, y todo bien conjuntado e
hilvanado. Buena faena del sevillano que, tras una gran estocada, cortó una
oreja de ley.
El cuarto fue toro áspero, que fue
orientándose a medida que transcurría su lidia, haciendo hilo y volviéndose en
un palmo. Barrera estuvo aquí
valiente y capaz, jugándosela en cada pase en una labor de riesgo y emoción. Sin
embargo, aquí la espada no funcionó, y si fuera poco ocurrió el percance del
banderillero Paco Peña, herido al
tropezarse con su propio capote cuando "hacía
la rueda" al astado.
Leandro, a parte de no sortear toros propicios, no tuvo tampoco su tarde con
la espada. El vallisoletano toreó con gusto con el capote a su primero, pero,
tras empezar la faena de muleta con pintureros cambios de mano y otros adornos,
el toro enseguida "desarrolló
sentido", y el hombre no terminó de hacerse con la situación.
En el quinto estuvo más centrado Leandro en una labor de valor y dominio
en la que destacó en varios naturales de uno en uno de calidad y hondura, pero
sin poder redondear faena.
Fandiño tuvo en primer lugar un toro de lo más deslucido por brusco y
orientado, con el que no le quedó más remedio que abreviar tras probarlo con la
diestra en la larga distancia.
Y en el sexto, que derribó dos veces en varas,
trató de imponerse a las violentas embestidas del astado con valor y mucho
aguante. Quiso mucho el de Orduña, pero tampoco pudo resolver. / EFE
FICHA DEL FESTEJO
Toros de El Pilar,
desiguales de presentación, con genio y complicados, a excepción del primero,
el más toreable, aplaudido en el arrastre.
Antonio Barrera: estocada (oreja); y tres
pinchazos, estocada "en el número" y nueva estocada (silencio).
Leandro Marcos: cinco pinchazos y descabello
(silencio tras aviso); y pinchazo y bajonazo (silencio tras aviso).
Iván Fandiño: estocada tendida que escupe
y descabello (silencio); y estocada caída (palmas en la despedida).
En cuadrillas, Miguel
Martín saludó tras banderillear al segundo, y Paco Peña hizo lo propio en el cuarto.
En la enfermería fue operado Paco Peña de "herida ascendente de siete centímetros en el
muslo izquierdo, que no afecta ningún vaso ni músculo importante, de pronóstico
leve."
La plaza tuvo casi un tercio de entrada en tarde
agradable.
Iván Fandiño |
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