Indulto de un novillo de Hugo
Domingo Molina
Jesús Enrique Colombo, profeta en su tierra en la corrida de feria de su lar natal. |
RUBÉN DARÍO VILLAFRAZ
Éxito rotundo el
alcanzado la tarde de este sábado por parte del novillero taribeño Jesús Enrique Colombo, quien en el
marco de la tradicional corrida de la Feria de la Virgen de la Consolación
indultó un utrero de Rancho Grande.
Corrida de emociones
varias la que se ha dado cita una vez más en el marco de las festividades de la
patrona de los taribeños, la venerada Virgen de la Consolación. Y como viene
siendo costumbre, difícil es el hecho que los aficionados asistan al coso
polifuncional “Perla del Torbes”, para
ver toros. Tan cerca de la ciudad capital de San Cristóbal y tan difícil de
llevare gente a sus tendidos se preguntaran muchos.
Abrió plaza un toro de
Rancho
Bravo (irreglamentariamente no se respetaría ni la antigüedad ni el
orden de lidia tanto de ganaderías como de toreros) lidiado por el veterano espada
“Morenito
de Maracay” quien en Táriba al igual que en Pueblo Nuevo siempre se le
ha guardado respeto y simpatía. Y esta no fue la excepción, ante las broncas embestidas
de un ejemplar del que no se dio mucha coba en buscarles las vueltas, despachándole
con brevedad en el tramite muletero.
Mayor emoción entrega
tuvo en su segundo donde le luciría en capa y banderillas, llevándole en la muleta
a su aire, el que impuso un animal suelto y escaso de humillar a las telas lo
que no limitó que se escucha música de viento en su ejecución. La espada
emborrono lo hecho, recibiendo palmas al final de la misma.
Triunfador el año
pasado en esta misma plaza, Rubén Darío
justificaría nuevamente su inclusión ante el serio ejemplar de Don Orlando Echenagucia, de cortas
embestidas ante la flámula, por lo que tocó que echar valor y exposición para
agradar a los presentes. Se le atascó el “gatillo”
con la espada, lo que le privó de “tocar
pelo”.
Más embarullada resultó
su segundo acto, lo que no limitó que le ovacionaran por momentos de su lidia,
muy estilo, “riñonuda”, que
nuevamente emborronó con el acero.
Expectación y gran
parte del atractivo del cartel lo venía ser la actuación del jovencísimo Jesús Enrique Colombo, quien pecho en suerte
el ejemplar más noble y pastueño de la jornada, llevando en su muleta la dulce
y larga embestida de «Taribero», de Rancho
Grande, todo un “bombón” para
quien se le ve rodado y con suficientes recursos en esta etapa de su formación.
Capotes, banderillas y muleta fueron examen superado por el púber, donde
destacaría tandas por la diestra de gran composición que dieron duda a que los
presentes pidieran el indulto al dócil astado, a pesar de las serias
intenciones del novillero en despacharle para jugarse la posibilidad de
cortarle los máximos trofeos, circunstancia que ni fue posible pues antes de perfilarse
nuevamente asomarían el pañuelo naranja, y con ello el triunfo compartido tanto
por el coleta como por el ganadero, Lic. Hugo
Domingo Molina.
No se complicó Colombo con su segundo del lote, el
cual no le dejo estar a gusto, sabiéndose seguro de tener en sus manos las
llaves de la Puerta Grande y los titulares del día siguiente.
Cerró festejo la actuación
del jinete José Luis Rodríguez,
quien cortaría una oreja, en labor de su estilo, que poco aportaría al discurso
de lo que había sido el curso de la tarde.
FICHA DEL FESTEJO
Con poco más de un tercio de
plaza, en tarde soleada y ventosa, se han lidiado reses de Rancho Grande (1º, 4º y 5º), La
Cruz de Hierro (2º, 3º y 6º) y uno de Rancho
Bravo (1º), en su conjunto justos de presencia y de juego dispar,
destacando el novillo corrido en
José Nelo “Morenito de Maracay”: silencio tras aviso y palmas tras
aviso.
Rubén Darío Estévez: palmas tras dos avisos y palmas.
Jesús Enrique Colombo: dos orejas simbólicas y ovación.
José Luis Rodríguez: oreja.
Incidencias: Previo al comienzo del festejo se guardó un
minuto de silencio en la memoria de los
aficionados Dr. Ramón Granados y “Veneno”.
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