Seis toros de La Quinta para Antonio Ferrera, Eduardo Gallo y Morenito
de Aranda.
BARQUERITO
¿Quinta? Una quinta es, por ejemplo, una finca con vivienda o,
mejor, una vivienda con finca. La quinta parte de la finca. La edificada.
Serían sibaritas romanos quienes hicieron las partes del todo. En asunto de
toros, La Quinta se escribe con mayúsculas. La Quinta es el nombre de
un predio de la provincia de Cádiz adonde fue a parar hace ochenta años no toda
pero sí una parte de una ganadería legendaria: la del conde de Santa
Coloma. El conde puso en venta su ganadería en 1932. Fue un anuncio en
un periódico de Sevilla. Y la compró un agricultor sevillano llamado Joaquín Buendía Peña.
La ganadería, con dos
líneas de sangre –una de Saltillo y otra de Ibarra-
cambió de dueño y nombre, y durante algunos años fue nombrada y conocida como Buendía-Santa
Coloma. Don Joaquín fue
hombre longevo. Murió de noventa y pico años, y no hace tanto. Ganadero
extraordinario. Hizo historia.
Parte de la historia,
que no toda, fue que los cambios de intereses taurinos precipitaron en los años
80 y 90 un cambio de criterio en la cría de bravo. El toro puro de estirpe Santa
Coloma no da volumen ni peso ni cara. Más alma –alma brava- que cuerpo.
Cuando los públicos empezaron a reclamar toros grandísimos, Buendía
se sintió discriminado, trató de hacer ganar a sus toros fachada, los “sacó de tipo” –como se dice entre
profesionales- y se rompió el hilo.
En parte y no del
todo: en La Quinta se mantuvo la esencia de la ganadería como metida en
un frasco. Esa fue, la del tarro, la ganadería que hace veintitantos años
compró por capricho de aficionado Álvaro
Martínez Conradi y que hoy abre la serie de ocho corridas en puntas del
abono de Bilbao. Por eso –por distinta, por pura, por histórica- La
Quinta cubre cota del cupo torista de la semana.
No se puede ni se debe
torear el toro santacoloma de Álvaro Conradi como si fuera uno de
tantos. ¿Uno de tantos? Una de las tres o cuatro mejores faenas vistas en
Bilbao en la última década se la hizo El Juli a un toro de La
Quinta. No se apreció en su valor: por pura, por distinta. ¿Y hoy? El
cartel es de estreno. Nunca había coincidido en una misma terna Ferrera –la experiencia-, Eduardo Gallo –la fe del resucitado- y Morenito de Aranda –la incógnita, la
ilusión. No es la mejor fecha de la semana torera de Bilbao. Ni la peor.
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