BARQUERITO
Se ha hecho tradición que las Corridas
Generales las inaugure Pablo Hermoso de
Mendoza con un toro despuntado de encaste Murube y las cierre Victorino
Martín con seis toros de Bilbao. La fórmula polar Hermoso-Victorino debe ser con ventaja la más repetida de la Gran
Semana.
Desde que la corrida de rejones pasó a
integrarse en el abono de Vista Alegre,
nunca se ha planteado que no fueran los rejones el festejo de apertura. Ni
tocarlo ni moverlo. Ni siquiera buscar variantes ganaderas fuera de los
encastes Murube. Es curioso comprobar cómo las corridas de rejones, con
fama de cebo irresistible en la taquilla, y una vez encajadas en los abonos
mayores, no se apean del día destinado para ellas. Y raro que se salgan del
guión Murube (los hierros de la familia Capea –San
Mateo, San Pelayo, Carmen Lorenzo-, Bohórquez, Murube, Luis
Terrón, Los Espartales, Sánchez Cobaleda, Ángel Sánchez y Sánchez…). La
doble ración de Sevilla se ventila en dos domingos. La segunda cita, en la
mañana del último día de la Feria de Abril, es tan clásica que consta como “la matinal de caballos” en el acervo
común. Se celebra un año tras otro a plaza llena y con el papel entero vendido.
En el abono de Las Ventas, las dos, tres y hasta cuatro corridas de los dos
abonos de primavera se reservan para sábados o domingos, y entonces los
abonados tránsfugas proceden a mercar o hacer obsequio de sus entradas: el
cambio de atmósfera –es decir, de público- es radical. En Sevilla, en Madrid,
en Pamplona y en Bilbao.
La irrupción volcánica de Pablo Hermoso forzó hace tres lustros a alargar un abono
aparentemente intocable como el de San Fermín. La novillada clásica de
aperitivo ha tenido que adelantarse a día laborable y en sesión vespertina de
modo que Pablo Hermoso ocupe y llene
la tarde del chupinazo, la del 6 de julio. En Pamplona, sin embargo, las peñas
de sol se estrenan propiamente al día siguiente.
En la ciudad francesa más amante del toreo a
caballo, Arles, capital y puerta de la Camarga, las dos citas anuales de
rejones –una, el lunes de Pascua, y otra, en el segundo fin de semana de
septiembre, cuando la recolección del arroz- venían siendo matinales como la
clásica de Sevilla. Este año, tal vez por rebote de la crisis, la de rejones de
septiembre ha pasado a ser festejo mixto y Pablo
Hermoso, ausente en Pascua, compartirá cartel con Juan Bautista y Manzanares.
Hay ferias que prefieren cerrar con los
caballos: Salamanca, Valladolid, Murcia, Logroño, y Málaga, Almería y Tafalla
este año, Linares y Cuenca, Valencia con una matinal de traca. Y hay, en fin,
ferias, donde se deja a las de rejones jugársela casi a cuerpo limpio en la
taquilla: por ejemplo, Castellón, donde, por cierto, es rara la presencia de Pablo Hermoso pero imprescindible la
presencia de una corrida de Victorino Martín.
De modo que la originalidad de Bilbao está
tomada de Pamplona: los rejones, primero. Y después, ocho corridas de toros en
puntas. En Zaragoza se suele proceder de parecida manera. En Jerez de la
Frontera, patria del caballo, meca de los caballeros, se reservan los rejones
para abrir un abono de feria de solo cuatro fechas.
La elección de compañeros de cartel de Pablo Hermoso de Mendoza es aleatoria
en las que pueden considerarse plazas propias suyas. Bilbao es una de ellas.
Como si Pablo diera el visto bueno a
los carteles que ilumina con su nombre, que tiene para los dos compañeros de
terna valor de amparo, protección o seguro. La euforia que suele desatar y
provocar Pablo es contagiosa.
Los dos acompañantes de la cita de ahora en
Bilbao son de escuelas distintas. Sergio
Galán se ha ido afirmando en la estela de Pablo, que no es fácil de seguir. Leonardo Hernández ya tenía el modelo en casa porque su padre y
homónimo fue un excelente rejoneador, de primer nivel. Hasta que Pablo elevó el nivel entero del oficio
y de toda la trama que se implica en él. Cuando los rejones entraron en el
abono de Bilbao, hubo algún gesto escéptico, y bocas torcidas. Hay una razón
que pone a todos de acuerdo: gracias a Pablo
Hermoso se asentó ese festejo, que tiene, para el carácter de la plaza de
Bilbao, algo de heterodoxo. Como el edificio del Guggenheim en la ría.
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