Toros de Alcurrucén
para Enrique Ponce, Miguel Ángel Perera e Iván Fandiño.
BARQUERITO
Después de cinco días de excursión por las
ramas del frondoso encaste Domecq, el abono de Bilbao cambia de
paisaje. Hoy lidia Alcurrucén seis toros de encaste Núñez-Rincón. Mañana cierra
Victorino
abono con seis de sangre Saltillo. La semana de toros se ha
librado con nivel parecido al del año pasado, que fue notable. Tres y hasta
cuatro corridas fueron candidatas en 2011 al premio de la Junta Administrativa
de la plaza. El premio tiene prestigio porque se concede con criterio
independiente, hay consenso o se busca que lo haya y, si no hubiera candidatos,
se declararía desierto. Premio honorífico: una placa en el corralito del
apartado de Vista Alegre.
Por verse reconocido en esa placa de cerámica
–cenefa con los colores de la divisa, grabado el hierro de la ganadería a fuego
en gres- daría uno lo que fuera. La placa es la memoria de Bilbao. Tanto honor
recayó con justicia hace un año en la corrida de Alcurrucén. Los ganaderos son teóricamente tres: Pablo, Eduardo y José Luis Lozano. Pero es Fernando,
matador de toros ya retirado, segundo de los tres hijos varones de Pablo, quien ejerce de ganadero de a
pie.
A Bilbao trajeron los Lozano el año pasado seis toros de nota. La nota la proporcionan a
medias las hechuras y la reata. Es decir, la sangre, la historia y la
constitución. Pero no basta con la nota del ganadero para dar en la diana. La
suerte o el azar son casi tan importantes. Los imponderables. La ganadería es
puntera y tiene fijado el punto de bravura, que es lo difícil.
Ponce no hace ni ha hecho nunca ascos en cuestión de toros, aunque en los
últimos cinco años se haya pasado incondicionalmente a ganaderías Domecq.
Lo de Alcurrucén lo conoce, lo entiende y le va. El año pasado se
llevó del sorteo de Alcurrucén un toro
excepcional. Por eso repite. Miguel
Ángel Perera, que ha sido, después de El Juli, el más castigado este año
de los toreros rebeldes, anda como suele: se viene arriba en agosto. Puede que,
después de José Tomás –caso aparte-,
Perera sea el torero de valor más
frío del escalafón. No se le ha visto descompuesto nunca. Maduro, Perera ha encontrado el filón de su
toreo, que es de temple, ajuste y poder. ¿Algo
seco? No hace concesiones. Fandiño
repite tras su afortunada tarde del miércoles con la corrida de Jandilla.
Tiene a favor ambiente y racha. Porque parece torero en racha. Un torero en
racha es capaz de todo.
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