En la 6ª de la
Feria de Málaga, el triunfo fue para Alejandro Talavante, que cortó una oreja a
cada toro, mientras naufragaba Javier Conde. Tarde insípida de Castella.
Corrida noble sin casta de Jandilla.
CARLOS
CRIVELL
Fotos: EFE
MÁLAGA.-
La realidad de la fiesta volvió tras el ensayo del ojo
de la cerradura en el tercio de varas. Nadie protestó cuando los toros cumplían
un trámite rápido en el caballo o cuando se les metía debajo del peto sin
ponerlos en suerte. Los promotores de la idea deberían haberse hecho notar ante
una muestra más de la decadencia de la suerte de varas. Con la de Guardiola
salió mal el invento porque la corrida fue mansa. Los buenos aficionados deben
exigir que todas las tardes se obligue a los lidiadores a realizar las suertes
con pureza.
La corrida de Jandilla fue una más.
Nobleza en general, poca raza, escasas fuerzas, casi todos rajados al final y
bondad para dejarse torear según la capacidad de sus lidiadores. Sus lidiadores
eran dos matadores de ferias y Javier
Conde, controvertido diestro malagueño que suscita tantas fobias como
filias. Es decir, que los dos espadas más placeados sacaron el partido posible
de sus reses y Conde no lo hizo.
En demérito de Javier Conde hay que señalar su desafortunada labor con el cuarto,
toro de clase, con el que no fue capaz de centrarse. El toro dejó la huella de
su calidad en los lances del saludo, alguno pinturero y gracioso. Dominado por
su inseguridad, Conde comenzó la
faena en las tablas con doblones en
los que recortó el viaje del animal. Un castigo innecesario. Ya en el centro,
con el toro más castigado y el torero incapacitado para asentar las zapatillas,
todo fue un quiero y no puedo. El toro había seguido metiendo la cara con
claridad, viaje y nobleza. El final fue el habitual de un artista desarbolado.
El primero tampoco había sido malo. Con menos
clase por llevar la cara alta, tenía bondad a raudales. Conde dudó siempre, se movió mucho y no dio ni un muletazo de
calidad. Lo que sí hubo fueron algunas dudas con sustos que provocaron la
hilaridad del tendido. Malo es que a un torero se lo tome la gente a guasa.
Castella tuvo una tarde en la que todo se le quedó a medio gas. O al menos de
este torero se espera otra actitud. Por ejemplo, con el primero de su lote,
toro flojito de fuerzas y de raza escasa, Castella
lo molió a derechazos. Cuando tomó la izquierda el animal estaba hundido y
humillado. Faena de un poquito a casi nada.
Con el quinto casi repitió la historia. De
nuevo mil muletazos con la derecha a un toro que acabó rajado. La izquierda
llegó tarde y mal. Aunque algunos pidieron la oreja con la alegría propia de la
ignorancia, la realidad es que el francés pasó por Málaga en plan cumplidor sin
arriesgar ni un alamar.
Talavante salvó la tarde. Aunque no es un matador de capote brillante, lanceó
por delantales, quitó por chicuelinas y estuvo siempre dispuesto
para el lucimiento. También fue llamativa su actitud para conseguir que sus
toros llegaran con mayor vitalidad al último tercio, aunque ello fue en
menoscabo de la suerte de varas, que fue un trámite rápido. Es decir, la lidia
mínima. Nadie protestó. Y es que el público quiere que el toro embista en la
muleta. ¿Cómo se van a preocupar los
toreros de que las reses cumplan en el caballo cuando saben que si los pican no
se podrán lucir con la muleta?
Talavante dominó la embestida alegre, a veces incluso algo violenta, del toro de
Jandilla.
Muleta abajo, siempre con el temple por bandera, compuso una faena irregular,
en la que hubo muletazos más enérgicos y otros llenos de cadencia y buen gusto.
Por encima de todo, la impresión fue la de un torero fresco y con las ideas
claras. A pesar de la estocada defectuosa, la oreja puede considerarse justa.
El sexto tampoco fue picado. El picador fue
aplaudido por este detalle. El toro era manso, buscaba las tablas tras cada
muletazo. Talavante lo intentó y
logró algunas tandas con la derecha en las que trató de fijarlo y someterlo.
Acabó en tablas y allí le gustó mucho al personal un circular invertido
aprovechando la salida a tabas del Jandilla. También dibujó algunos
naturales de buen corte con uno de pecho muy solemne. Fue la actitud de un
torero que salió a triunfar y lo consiguió. Las manoletinas del cierre pusieron
a la plaza de acuerdo.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de Málaga, 6ª de Feria. Más de media plaza. Seis
toros de Jandilla, bien presentados
y de buen juego en general, aunque justos de raza y fuerzas. Casi todos
acabaron rajados. El tercero, menos castigado, y el cuarto, los mejores. El
sexto, manso. Saludaron en banderillas José
Antonio Trujillo y Óscar Reyes.
Javier Conde, verde y azabache, tres
pinchazos y tres descabellos (pitos tras aviso). En el cuarto, media
perpendicular (bronca).
Sebastián Castella, lila y oro, pinchazo y
estocada caída (saludos tras aviso). En el quinto, estocada trasera y caída
(saludos tras aviso).
Alejandro Talavante, obispo y oro, estocada
trasera (una oreja tras aviso). En el sexto, estocada caída (una oreja tras
aviso).
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