sábado, 18 de agosto de 2012

SEMANA GRANDE EN BILBAO 2012: El Toreo de carambola…

"Morante de la Puebla", un torero esperado por la exigente afición bilbaína tras la faena antológica del año pasado.

BARQUERITO

Las veinticuatro plazas para matadores de toros están repartidas en el abono de Bilbao esta vez entre dieciocho nombres, seis de los cuales doblarán a lo largo de los siete días mayores de la semana: Ponce, El Juli, Diego Urdiales, Fandiño, Talavante y David Mora. El juego casado de cifras llevaría a pensar que esos seis nombres son los pilares de la gran semana taurina vasca. Y, sin embargo, El Juli sólo ha ganado la segunda de sus dos plazas merced a la sustitución del convaleciente Manzanares.

Anunciado en una de las dos corridas del Cincuentenario de Vista Alegre –las dos corridas Extraordinarias o Particulares del pasado mes de junio-, El Juli fue baja forzosa. Lo acababa de herir en Granada un toro de Cuvillo –un jabonero del hierro de Benjumea- y le esperaba ocho días después su mayor compromiso del curso: una corrida de Garcigrande en Badajoz en un sobrentendido mano a mano con José Tomás aunque en corrida de tres espadas.

El propio José Tomás se encargó el pasado invierno de desmantelar o dinamitar la posibilidad de que ese cartel de Badajoz –Padilla por delante- se pudiera celebrar en Bilbao en los fastos del Cincuentenario. ¡Por qué no…! Y, contando con que no estaba comprometida la televisión, ¡quién sabe si no había entrado en cálculos la idea antes de que José Tomás pensara siquiera en descartarla!  Pero entonces, cogido y lastimado en Granada diez días antes, no habría podido comparecer El Juli. Estos son puros renglones del destino. Los renglones torcidos, que en agosto le devuelven a El Juli la plaza perdida en una inesperada carambola del mes de junio.

Manzanares, con el aura de su persona y su estilo, arropado por el peso mayor de su éxito redondo de Sevilla en Abril, venía esta vez a Bilbao como gancho suculento. Manzanares es torero con buena prensa. No incondicional, no toda, pero es que de los de toda e incondicional no hay nadie. ¿O casi nadie? Y la ventaja gananciosa para Manzanares de no tener que abrir cartel pese a ser por antigüedad –décimo año de matador de alternativa- candidato casi necesario para encabezar ternas.

Diez años en el tajo, pero a Manzanares le sigue favoreciendo el papel de torero recental sin serlo. No es nuevo, pero no está del todo visto en Bilbao porque en Bilbao no ha tocado techo ni fondo. Circunstancia semejante al nombre más sorprendente del sexteto que dobla: Alejandro Talavante.

Talavante ha entrado en la geometría de las carambolas. Fue él quien sustituyó a El Juli en la malograda corrida de junio y supo sacar tajada de ella. Un toro encastado y no sencillo de Garcigrande, y una faena rumbosa y zumbante, de riesgo e improvisada, de mucho carácter. De las llamadas de toreo no de repertorio sino de expresión. El repertorio revisado de las faenas calientes de Talavante es de ascendencia mexicana. Dos o tres inviernos de largas estancias en algún santuario mexicano ganadero han dejado impresión en Talavante, lo han marcado y templado, le han dado una seguridad que antes tendía a vacilar y hasta quebrarse.

El éxito de Talavante en junio le abrió dos huecos de agosto en Bilbao y en dos fechas inmejorables. Tal vez el viernes festivo tenga en Bilbao mayor tirón de taquilla que un martes, un miércoles o un jueves, pero no más caché. Entre taurinos se llama caché no al dinero sino al prestigio. Es decir, a la categoría. Los toros de Bilbao, dicen de siempre las gentes del toro, tienen categoría. Pero no todas las fechas tienen la misma.

Si se habla de ganaderos, no es lo mismo lidiar en domingo –el primero o el último, da casi lo mismo- que hacerlo en cualquiera de las otras seis fechas disponibles. Talavante viene muy bien colocado. Las dos tardes torea con El Juli. El martes, la corrida de Cuvillo, con Morante por delante. El jueves, la de El Pilar, en terna que abre Padilla. A Padilla se le hizo en junio el homenaje de, diría un clásico, su retorno a Ítaca, que es como un viaje de vuelta a uno mismo. En la pedrea de puestos libres y acomodables Padilla ha pillado el comodín de la corrida de El Pilar, que fue, el año pasado, la más brava en varas de las ocho de la semana y dio, además, el toro premiado por el Club Cocherito. Y, además del premiado, otro de soberbio fondo que estuvo a punto de encumbrar a Manzanares. A punto de…

Cuando tocó medir y sopesar bravura, premiaron los sabios jurados un toro de El Pilar –no el de la casi cumbre de Manzanares- y una muy distinguida corrida de Alcurrucén, pero lo que pasó a la historia dorada de Bilbao fue una espléndida faena de Morante con un toro inmensamente grande de Núñez del Cuvillo. Faena feliz, de registros raros, inimitables, rancia y clásica pero fresca y moderna, como conviene al llamado “toreo eterno”, que es una entelequia. Pero algo había que decir. No bastaba aquella tarde con quedarse con la boca abierta. Morante, dicen, no estaba por la labor de volver a Bilbao. No querría escalar el Everest dos años seguidos. Hubo, al final, fumata blanca. Morante es ahora mismo y no se sabe si de momento el único torero en activo ajeno al mercado de cotizaciones. Pero repetir en Bilbao revalorizaría sus acciones.

Fandiño estuvo anunciado para doblar por primera vez en Bilbao hace ahora un año. Lo hizo imposible una cornada a destiempo y casi en vísperas. No sale gratis perderse dos corridas en Bilbao. David Mora no estaba anunciado entonces, pero hicieron valer su papel de “torero emergente” –el palabro hizo fortuna- y acabó toreando no las dos corridas de Fandiño pero si su mismo número. Se diría que el cartel emergente está siendo esta temporada el de Padilla, Fandiño y David Mora, porque, sin contar a El Fandi, son los tres que más han toreado. Fandiño y David, demasiadas veces juntos en una rivalidad artificial o provocada. Corre el vicioso rumor de que pretenden echarlos a reñir otro mano a mano de leones en Madrid en otoño. Fandiño va camino de matar este año en Bilbao diez toros de ocho divisas distintas. Una marca.

Ponce y El Juli, como perros viejos de esta película, conocen de sobra el sabor no siempre dulce de un doblete en Bilbao. Y El Juli, hasta de un trago de tres. Y hasta de una improvisada corrida de único espada el año 2009, en que estuvo anunciado mano a mano con Perera, pero Perera, herido, no pudo estar. Y de la noche a la mañana fue El Juli sustituto sin estorbo ni desdoro del propio Perera. Con una corrida de Jandilla que no fue buena ni mala, ni mansa ni brava. Los números son pura historia o cuentas de tendero.

Para poner de relieve la quincuagésima quinta actuación de Ponce en Bilbao la Junta de Vista Alegre ha decidido conmemorar la redondez del número rindiéndole los honores del aurresku reservado, según tradición reciente, para los toreros que actúan en Bilbao por última vez. Sabiéndose que lo hacen por última vez, se entiende, pues en Bilbao, como en tantas tierras de garbanzos, se han dado casos de presentación y despedida una misma tarde. Antes y después de la invención de la reinvención taurina del aurresku. No está del todo claro si el número 55 es redondo o un gracioso capicúa, pero las tradiciones están para romperse. O no.

Urdiales toreó muy bien el año pasado en Bilbao pero han contado poco con él este año. Aquí sí lo pagan, A Perera y a El Cid se les ha destinado a papeles en teoría secundarios. Perera anda fiero; El Cid, recuperado. En las pruebas duras sobre el papel –las corridas de Santa Coloma y Albaserrada- se anuncian, además de Urdiales, el reverdecido Javier Castaño, el renacido Eduardo Gallo, los incombustibles Antonio Ferrera y Luis Bolívar y ese torero todavía por definir que es Morenito de Aranda.

Luego, cabe hacer una apuesta: si la corrida de Juan Pedro Domecq lo permite y el tiempo no lo impide, el torero llamado a levitar esta semana es Jiménez Fortes, que tuvo el detalle de tomar hace un año la alternativa en Bilbao. Y no se ha arrugado desde entonces ni en una sola baza. Levitar es el primer paso para tocar el cielo con las manos. El cielo no puede esperar.

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