Novillada muy astifina de Carmen Segovia en el comienzo de curso en Madrid. *** Valiente y capaz Sergio Flores, progresos de Tulio Salguero y un debutante muy prometedor.
BARQUERITO
LA PRIMERA DEL del curso en Madrid. Una novillada armada y muy astifina de Carmen Segovia. Un primero abierto de cuerna, un segundo menos ofensivo y cuatro últimos cornidelanteros, afiladísimos. El novillo de Madrid con todos sus atributos. Nobleza general, pero ni el tercero, que escarbó y se lo pensó, ni el cuarto, cobardón y rajado, se prestaron a mayor fiesta. De ímpetu mínimo un primero desinfladito, de embestidas gratuitas; rebrincado un apagado segundo de seráfico fondo. Embistieron mucho más en serio de verdad los dos últimos. El punto incierto del cuarto tuvo su gota eléctrica. De manera que la segunda mitad de espectáculo tuvo bastante más vida, y emoción, que la primera.
Fue el debut en Las Ventas de uno de los tres más aventajados discípulos de la Escuela de Arganda, Fernando Adrián. La Escuela de Arganda es tanto como la Fundación El Juli. Pero no que los toreros de salida sean émulos ni discípulos de Julián. Como es el caso. Una nota de interés: la firmeza, indiscutible, y, por eso, la responsabilidad. Torero bien plantado, de sereno arrojo, capaz y, como novillero nuevo, en agraz pero ya definido. Todas las papeletas para salir adelante. Se había dejado ver y sentir este mismo mes en Valencia y Castellón.
La entrega de Madrid fue mejor que la de Valencia: recursos, improvisaciones, soltura al torear con la mano derecha; sentido pero no ajuste para templarse con el capote, el descaro de dos largas afaroladas de rodillas para recibir al sexto de corrida; desafiantes cites despatarrados y de frente por su mano buena, la diestra, y pulso con ella; temple en el toreo a media altura, buenas soluciones. Desmedidamente larga la faena, nada sencilla, a un tercero que estuvo por verse siempre. Rotunda la del sexto toro, abierta con hermosas banderas sin rectificar, salpicada de bellos muletazos de repertorio. Formidable la manera de amarrar al suelo los pies con sus zapatillas. Aire de torero poderoso. Aplomo. Suficiente corazón con la espada. Buen debut.
De vuelta a la plaza que lo puso en circulación, el mexicano Sergio Flores anduvo tan firme como suele. Y mucho más suelto, sin esa nota tan desgarrada y dramática de sus comienzos. Facilidad. Con el flojito primero, que estuvo echando los bofes nada más picado, y con un cuarto mansito que quiso saltar al callejón y, luego, irse de engaños a tablas. Cabezazos en el caballo, la cara suelta: hubo que convencerlo, aguantarle y tragar. El trabajo más difícil de la tarde. Resuelto y seguro Sergio, muy precisa técnica, cabeza para elegir el terreno y el momento, momentos felices de acople. Valor aparatoso en el toreo de bucles. Dos estocadas excelentes. Camina por senda segura.
Y la novedad relativa del extremeño Tulio Salguero, recién llegado de un invierno en México, con los puntos frescos de una molesta cornada en Aguascalientes esta misma semana. Cojeaba. Para Tulio fue el novillo más completo de los seis de Carmen Segovia. Un quinto negro salpicado. El de mejor son, el de más clara embestida humillada. Estuvo a gusto con él Tulio. Sin sufrir ni cansarse, encajado. Progresos destacados en menos de un año. Parece otro torero. Mucho más hecho y confiado. Se ha traído de México toreo de repertorio –la gaonera ajustada, el muleteo florido por delante, los péndulos-, parece haberlo pasado todo por el cedazo de Talavante, a quien recuerda no poco, y, en fin, cuando se pone, se pone y se queda. No fue menor el mérito de salir a torear con la herida cruda. No tan claras las ideas con un segundo inocuo que estuvo abierto de manos y boca al primer envite. Toreo en línea a última hora. Era la medicina adecuada entonces.
POSTDATA PARA LOS ÍNTIMOS.- Casi cuatreños, muy astifinos, sin descolgar del todo casi ninguno, nobleza no basta para poner los pelos de punta. Creo que Sergio Flores iba llorando al dar la vuelta al ruedo porque le habían escamoteado una oreja pedida a gritos y no con pañuelos que parecen alas de paloma. Palomas mensajeras llevaban a Sanlúcar de Barrameda noticias de los éxitos de Paco Ojeda cuando Ojeda los coleccionaba y se ponía en un sitio incandescente sin llegar a quemarse. No le cogían los toros. No se sabe por qué. La fe sería. He visto a Adrián mucho mejor que en Valencia o Valdemorillo. A Sergio, muy firme. Quieto y quedo. A Tulio, crecido y con ganas.
Pali Pirri ha puesto un par soberbio. Se ha caído el caballo que montaba el hijo menor del difunto José Chocolate y han salido ocho monosabios a ponerlo en pie. Ocho monos con un caballo. En la puerta del desolladero me he encontrado a Juanito Avia, servidor de puyas. Hoy cumplía 56 años como empleado de la plaza. Esta va a ser su temporada número 56. Y nunca se le ve. No porque sea bajito -"mis nietas me sacan la cabeza", me ha dicho- sino porque la discreción va con el oficio secreto. Observad lo difícil que es darle dos varas a un picador entre puyazos. Y ponérselas en la mano sin que nadie lo vea ni pueda arrepentirse. Y nunca se caen. Artistas. Juanito Avia es la memoria andante de la plaza. 76 años. Parece la mitad. Su difunto padre picó el día de la inauguración de la plaza. Junio del 31. ¿Parece que fue ayer? Anteayer.
FICHA DEL FESTEJO
Seis novillos de Carmen Segovia. Novillada pareja, seria de cara, protestona y sin entrega en el caballo, de nobleza general. Dieron muy buen juego los dos últimos. Tardearon y escarbaron tercero y cuarto, y éste se fue de engaños rajado. Bondadosos sin gas los dos primeros.
Sergio Flores, de lila y oro, vuelta al ruedo y saludos tras un aviso. Tulio Salguero, de azul prusia y oro, silencio tras un aviso y saludos. Fernando Adrián, de caña y oro, de Madrid, nuevo en las Ventas, ovación tras un aviso y vuelta tras un aviso
Notables en la brega y banderillas Pablo Saugar y Víctor Hugo.
Domingo, 25 de marzo de 2012. Madrid. Apertura de temporada. Primaveral. Un cuarto de plaza.
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