viernes, 2 de marzo de 2012

LA HORA DE LA VERDAD: Juli es un triunfador del toreo

ZABALA DE LA SERNA

El panorama de las primeras ferias es el paisaje después de una guerra que nació como legítima reivindicación y derivó en conflicto bélico. En las guerras nunca gana nadie. En ésta de los derechos audiovisuales entre el G-10 y las empresas de Valencia y Sevilla tampoco. Salvo All Sports Media. Yo veo a Javier Folque y Rubén Amón como los auténticos triunfadores de toda la zaragata, como figuras emergentes que no existían doce meses atrás. A bocaditos, se han hecho su pastel. Si para alcanzar los 400.000 euros, aproximadamente, que han conseguido de Eduardo Canorea hay que montar el desembarco de Normandía, a alquien que no haya cogido papel y lápiz para hacer las cuentas, dividir y restar, le ha tenido que salir rentable.

A El Juli desde luego no. Juli, victima de sus propios movimientos o de las presiones de sus gestores de lo visual, o de lo que han provocado, que van más allá de la legítima defensa de la imagen de los toreros, pasa ahora por mártir. Roberto Domínguez denuncia el atropello empresarial que vienen sufriendo los toreros. Otra vez el papel y el lápiz, o la tiza y el encerado, o simplemente la memoria, vendrían como agua al campo en plena sequía que nos ahoga. El Juli es una indiscutible figura, un soberbio torero, pero si el profe de matemáticas hace la media de entradas y taquillas con el caché exigido y percibido en 2011 no salen las cuentas en esos dineros. A Julián sí, claro. La vuelta a la tortilla la daba con más arte mi abuela sin que le chorreara el huevo chapuceramente.

Cuesta creer que lo económico no importaba en la guerra digital, cuando ha sido lo único de lo que constantemente se ha hablado y el caballo de batalla. Las repeticiones excesivas en Digital Plus, el abuso de la imagen que quema a las figuras, la limitación del número de corridas televisadas, que quita público, que luego no va ni el espíritu de Gallito a verles, la justad potestad sobre sus carreras proyectadas fuera de su control, quedan al margen definitivamente cuando apenas ha pasado la tempestad y El Juli ya se anuncia en Don Benito...

Pretenden vender una historia como si el empresariado mundial llevase años chuleando al Juli, consagrado, reconocido con práctica unanimidad, considerado númber one, así tratado y así remunerado. Y la prensa, dicen, persiguiéndolo, los presidentes robándole, las manos negras en continúo acoso...  El Juli, a sus casi 30 años, es un triunfador del toreo, no una víctima de nada ni de nadie. Un maestro hacendado, ganadero, creador de una Fundación de ayuda a las futuras vocaciones, y multimillonario con su fértil  carrera. Podrá decir a sus hijos: "A papá nunca nadie le regaló nada". Pero contado desde el orgullo de la victoria, no desde un victimismo que sólo degenerará en amargura.  

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