Fue la voz y la imagen pública de la programación taurina en la televisión y radio estatales durante dos décadas. Periodista que llegó a la cumbre de su oficio y vocación y cuya trayectoria, suele pasar, fue, es y será objeto de análisis, admiración, ataques, envidias y pasiones por parte de aquellos que, de una manera u otra, viven esto del toro con cercanía. La vida de Fernando Fernández Román hoy transcurre plácida y sin duda más pausada que antaño. Momento ideal para charlar largo y tendido con quien tiene mucho, pero mucho que contar de toros y medios. Entrevista extensa, la definitiva, con recovecos también flamencos, en la que charlamos de toros, toreros, pasado, presente y futuro de una fiesta que se la está jugando
- Tengo entendido que al principio de todo usted fue aparejador
“Sí, pero mi vocación periodística era total. De muy chico iba con mi padre a los toros y después me hacía mis propias crónicas. Devoraba la revista “El Ruedo” y lo tenía tan claro que en mi época de bachiller en Medina del Campo, cuando nos preguntaban qué queríamos estudiar más adelante, yo decía que periodista, sin dudarlo. Y no te creas que era una profesión muy acreditada en la época. Pero lo tenía preclaro. Por supuesto, cuando mis padres se enteraron de lo que tenía pensado hacer se negaron en rotundo. Argumentaban que era un oficio “de aventureros” y que debía hacer previamente una carrera de provecho. Expresión muy castellana esta, por cierto. Así que mi gozo en un pozo. Entonces la construcción estaba bastante en auge, eran años del despertar económico español, y mi hermana estaba casada con una persona vinculada a la construcción. Decían que no vivían mal así que nada. Por ahí tiraría la cosa. Total, que me decanté por la carrera de aparejador, hoy llamada arquitectura técnica y que es más cortita que la superior. Invertí cinco años en hacerla. Y, estudiando en Madrid, procuré paralelamente introducirme en las publicaciones taurinas aprovechando que no se me daba mal dibujar. Así que, mal que bien, podía pagarme algunas cosas con mis dibujitos en la prensa taurina. Luego ya empecé a hacer reportajes, alguna crónica en Vista Alegre, entrevistas a toreros… y me fui creciendo con estas piezas pseudo periodísticas. A la vez me dio por matricularme en la escuela de radiodifusión y televisión. Mientras estudiaba la carrera de aparejador, pero solo estuve un año.”
- ¿A espaldas de sus padres?
“Sí, totalmente. Ya cuando regresé a Valladolid y empecé a trabajar en obras como aparejador, también lo hice como colaborador de toros, en prensa y radio. Por ejemplo en el “Diario Regional de Valladolid” y Radio Valladolid. Hacía programas fijos y retransmisiones en directo de las corridas de la feria de Valladolid, ahí empezó mi relación con los micrófonos. Es decir, no acababa de desprenderme de lo que era realmente mi vocación.
-Pero parece que le llegó a gustar también lo de la arquitectura
No, nunca me caló, fue más bien un revolcón. Lo mío era, si acaso, proyectar, pero no me gustaba nada eso de ir a pie de obra, con los ladrillos, el mono… definitivamente no era lo mío. Y lo dejé, es más, me matriculé, ya talludito, en la Facultad de Ciencias de la Información de Madrid.”
-No sé cómo se lo tomarían sus allegados
“Aquello distorsionaba todos mis planteamientos de vivir, además bien remunerado, de la arquitectura. Pero le dije a mi mujer que definitivamente me iba a hacer los toros en la radio, tenía una oferta de trabajo en Radio Cadena Española, lo que hoy es Radio 5. Además, a los pocos meses dí el salto a la televisión. En aquellos años existía una disposición, todavía vigente, por la cual aquel que acreditara cinco años consecutivos publicando en un medio de comunicación a nivel nacional entraba en la Asociación de la Prensa y en el registro de periodistas. Aporté toda la documentación y entré como redactor en Televisión Española. Con el tiempo, ya en televisión, como te digo, se me ofreció debutar retransmitiendo una novillada, en Écija, y lo que yo pensaba que iba a ser una prueba sin más, acabó con un contrato y, al cabo de unos años, con mi integración en el ente publico como personal fijo.”
-Y dejó la arquitectura. ¿Ni siquiera lo ha retomado para proyectar alguna plaza o algo así?
“Quise ayudar sin mayores pretensiones en el proyecto del Palacio Vistalegre de Madrid. Al arquitecto le sugerí algunas cosas, sobre todo en lo referente a la habilitación de espacios para las retransmisiones, sobre los corrales, etc. Pero al final no se tuvieron muy en cuenta. Es algo que me encantaría hacer, sobre todo para darle un toque de modernidad. Creo que ahora las nuevas plazas tienden a un diseño bastante poco taurino, la verdad. En Vistalegre pusieron esos dos inmensos toros en la puerta grande, que si no… cualquiera se cree que eso es una plaza de toros. Las de antes son joyas de la arquitectura neomudéjar, generalmente. Mira las Ventas, Valencia, Barcelona, que es una plaza que me encanta…”
-Leyendo algunos artículos suyos no es difícil adivinarle en sus inicios una total admiración hacia el cronista “Tío Caniyitas"
“En efecto. Él era un magnífico periodista taurino de la época de mis inicios en esto. Creo además que es uno de los más importantes de la Historia del toreo. José María Gaona escribía en El Burladero, revista en la que yo empecé como dibujante y periodista incipiente. Era un silo de datos y anécdotas. Además, tenía un concepto del toreo universal. A mi juicio como debe ser. El toreo no está encerrado en cuatro normas. Las suertes pueden tener, como los tercios del cante, su estrofa y su métrica, pero cada artista tiene su concepto y su modo de interpretarlo. Y Don José María entendía a cada torero, a cada toro. Fue sin duda de quien más aprendí. Y además te diré que fue el primer crítico taurino que acertó una quiniela de catorce. Era la época de la crítica taurina pagada. Los periódicos no pagaban a los críticos taurinos, menos el ABC. Los periódicos lo que hacían era vender su página o la sección. Y uno debía sacar el dinero para vivir y poder sacar la información. Ojo, no quiero que se interprete mal. Eso era subvencionar la página. Sin llegar a esto, es algo que pasa hoy en los portales, las revistas taurinas… y la publicidad no riñe con el rigor. Lo que hago es disculpar a los críticos de la época porque tenían que vivir con esta rémora. Pues bien, una vez conseguida la quiniela, el “Tío Caniyitas” se dedicó a escribir poemas, artículos de toros… pero a su ritmo. Y todos magistrales.
Recuerdo un día en las Ventas, con él, yo iba embelesado y me decía “Romancito, que tu crees en los Reyes Magos, y son los padres”. Una vez, le dijo a un pesado que llevaba media hora soltando improperios a cierto banderillero en el tendido que se callase ya. A lo que este aficionado le respondió que no, que él sabía más de toros que quien lo inventó. El señor Gaona le dijo que muy bien que “yo le apuesto a usted mil pesetas a que no tiene razón, bajamos ahora hablamos con el banderillero, que me gusta a mí ganarle dinero a los tontos”. Claro, el otro no apostó.”
-¿Siguieron en contacto?
“Andando el tiempo dí con él en una residencia para mayores en Cádiz. Años después. Le llamé y pensaba que no se acordaría de mí. Pero sí, y me decía que yo era “Romancito, el que creía en los Reyes Magos. Te veo y te escucho todos los días en los medios”. Yo le dije que todo lo que sabía se lo debía a él, y era verdad. Y le pregunté por su salud y me soltó: “Todas las mañanas oigo por la Caleta el cascabeleo de las mulillas que vienen a por mí”. No se podía tener más arte. Me escribió varias cartas maravillosas y un poema ¡¡a mí!! Todo ello lo perdí en el expolio que sufrió mi despacho cuando abandoné “Tendido Cero” pero bueno, me quedo con aquellas vivencias y lo que aprendí con él. Era muy mordaz, criticaba también muy bien a la propia crítica.”
“En aquella época empezaban a hacerse oír nombres muy potentes: los Zabala, Navalón, Vidal, etc. Y los incipientes les seguíamos y no perdíamos ripio, luego vimos que las cosas no eran como creíamos, claro, que había muchos matices. Ahora la competencia yo creo que es más amplia. Salen miles de periodistas y, lógicamente, no hay puestos para todos. Creo humildemente que formé un buen equipo de profesionales. No es un mundo excluyente, y creo que el que vale, vale”.
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-¿Recuerda su primera novillada como periodista?
“Recuerdo la primera novillada a la que fui en mi vida, con cinco años de edad. En Valladolid. Toreaba una rejoneadora con Manolo Chacarte, Carlos Corpas y Bartolomé Jiménez Torres, de Écija, al que le pegó una cornada tremenda el novillo. Ver la taleguilla empaparse de sangre me impresionó mucho. Mi padre me llevaba a los toros si aprobaba el bachiller así que con ese acicate me ponía a estudiar. La del debut periodístico no la recuerdo exactamente, el cartel, digo. Sería en Vista Alegre, seguramente, allí hice muchas.”
-¿Cómo y cuándo da el salto definitivo a la televisión?
“El día diecinueve de marzo del ochenta y cinco. Fui a hacer una novillada matinal de las escuelas taurinas en Écija. La noche anterior no dormí nada, estaba hecho un manojo de nervios. Y cuando vi a Ramón Díez, el mítico realizador de TVE... Entre el susto y las tracas de la fiesta no dormí. Llegué a las nueve de la mañana el primero, no había nadie en la plaza. Creo que el micrófono tiene un poder terapéutico para mí. Si tengo faringitis, un disgusto, estoy nervioso… se me olvida, me centro en la locución y me pongo a hablar como si nada.”
-¿Alguien le enseñó a locutar?
“Nunca, nadie. Yo hablaba y sigo hablando como se hacía en mi casa, construía las oraciones como lo hacía normalmente. Era fortuito y ya está, sintonizamos el micrófono y yo y nada más.”
-Hay vídeos en Internet del año 85, una Feria de Abril en concreto, en los que se puede oír a usted junto a Joaquín Jesús Gordillo. Ahí ya estaba contratado ¿no?
“Eso es. Una vez que terminé la novillada de Écija me reclamaron en Prado del Rey. Yo pensé que sólo para cobrar. Fui y me dijeron que me hacían un contrato por un año para retransmisiones y una serie de programas monográficos. Con una cifra que me impresionó y me pareció desorbitada, así que nada, previa consulta con mi mujer, me lancé sin mucho miramiento. Finalizado ese año, nos propusieron a mí y a Gordillo que hiciéramos un programa semanal.
Y mira, en este punto voy a contarte algo de lo que tenía ganas de hablar. Yo siempre he sido reservado para esto, pero es necesario ya por fin decirlo, porque se dicen muchas cosas. En ese otoño del ochenta y cinco Fernando Fernández Román hace el proyecto de Tendido Cero y se lo presenta a su director el señor Gordillo, y encantado oye, porque además él llevaba mucho más tiempo que yo en la casa. Él sólo cambió numero 0 por las letras. Todos los textos, guiones y voces corrían de mi parte. Ese programa es de mi total y absoluta elaboración, digan lo que digan.”
-Suceder a Matías Prats tiene mucha miga…
“Un fenómeno, y diré el tópico de un padre para mí con conocimiento de causa. Él abandonó el ente público por circunstancias y los dirigentes abogaron porque Joaquín Jesús Gordillo y yo hiciéramos las retransmisiones juntos. Yo comentaría con él la corrida desde el callejón, con mi propio monitor en el burladero. No era simplemente hacer entrevistas. Joaquín era un hombre temperamental, siempre con el nervio a flor de piel, y eso que había sufrido infartos ya por aquella época. Pero a pesar de todo nos llevábamos francamente bien, de verdad. Él se portó muy bien conmigo y yo con él.
Ya en el año ochenta y nueve, cuando entran las televisiones autonómicas, él me dijo que bajase con él a Canal Sur, pero obviamente no podía. Ni por todo el oro del mundo. Aunque solo fuera por motivos familiares. Así que ahí empezó mi nueva andadura en Tendido Cero y en las retransmisiones en solitario.”
-¿Sabe cuántas retransmisiones hizo allí?
“No, nunca he tenido curiosidad, ni me preocupa. Además tengo un grave defecto en cuanto a ordenar el material que tengo en casa, o averiguar lo que he hecho numéricamente estos años o estar pendiente de mis estadísticas. Pero vamos, no debe de ser difícil de averiguar.”
-¿Y “Clarín”?
“Eso surge, ojo, también tema delicado. A mí, como te decía, me encanta la radio, y locutar los toros fue antes en mi caso en la radio que en televisión. Me llamó un buen día Jordi García Candau y me encargó la dirección de la información taurina en Radio Nacional. Por circunstancias que no dependían en absoluto de mí se sustituyó al compañero que estaba y se me puso en su lugar. Luego se dijo de todo, pero era totalmente externo a mí. De hecho yo le dije abiertamente a Jordi que no podría abarcarlo todo. Es más, puse como condición que todos los que colaboraban en Tendido Cero se vinieran conmigo y dejar también a los que estaban en la radio. Un gentío, once, más luego los becarios y algunos más.”
“Sí, y de hecho hay quien me llama de vez en cuando evocando aquello. Fue una gran cantera, luego se incorporaron, entre otros muchos Óscar Aranda o Enrique Mazas, que ahora está dirigiendo junto a Teo Sánchez “Clarín” en Radio Cinco.
Quiero agradecer desde aquí la labor que por la fiesta de los toros ha hecho Jordi García Candau, que se vio reflejada en las horas de toros en los medios que él dirigió, radio y televisión. Hombre que luego ha sufrido la ingratitud atávica de este mundo. Pero quiero dejar constancia de mi personal agradecimiento y de su contribución impagable por esta fiesta.”
-Su peor momento en una plaza de toros sería en Sevilla un primero de mayo
“Sí, la verdad es que lo he dicho muchas veces. La muerte de Montoliú se produjo en una tarde muy especial por muchas razones. Se estrenaba una normativa reglamentaria del tercio de varas, y alguno hubo que nada más producirse la tragedia me increpó por no criticar el nuevo peso de los caballos y los petos. Poco menos que yo había matado a Montoliú. Y bueno, son cosas que se perdonan por lo dramático de los acontecimientos.”
“Yo había estado con Montoliú la noche antes tomando algo enfrente del hotel Colón, además era muy amigo de su hermana Mercedes. Al día siguiente pasó lo que pasó, a él lo llevaron a la enfermería corriendo y lo pasaron debajo de mi sitio. Manolo iba con la lengua fuera de la boca, desmadejado, inerte, con los ojos blancos. Iba muerto. Yo había visto cornadas gravísimas donde el torero se va quejando o moviendo, pero aquello… era la primera vez.”
-¿Cuándo supo el desenlace?
“A mí lo que me dijo Raúl Vicente, uno de los productores, por medio de una cuartilla era “está muerto”, más o menos durante la faena de muleta del segundo toro. Comentar una corrida, hasta el fin del segundo toro, sabiendo eso, primero por lo que has visto a tu lado y luego por lo que te van diciendo, es durísimo. Yo no dije nada porque ¿quién me dice a mí que no ha sufrido un paro cardíaco y se le puede recuperar un cuarto de hora después? Yo pensaba que lo lógico era que lo dijera Ramón Vila. Cuando esto pasó y se confirmó todo fue un momento terrible.
No, rotundamente no. Yo había visto la cogida mortal de “Campeño” y la gravísima de Pepe Luis Vargas, de la que nadie se enteró porque él permaneció sentado nada más salir el toro y recibir la cornada, hasta que le salió aquel surtidor de sangre. Pero mira, cuando le llevaban a la enfermería él estaba vivo, los vi pasar también, llegué antes que ellos desde mi sitio. Lo de Montoliú fue diferente. Inesperado, brutal.”
-Usted rompió a llorar
“Suelo transmitir lo que siento. También me pasó en Valencia. En el homenaje a “El Soro”. Cuando sale Vicente y va a abrazar a Julio Robles, uno con muletas y otro en silla de ruedas, la plaza en pie… y traté de que no se notase pero por lo visto sí se notó.”
-Hablemos de los buenos momentos
“Muchísimos, pero me acuerdo especialmente de la explosión de Rincón, un torero por el que yo aposté algún tiempo antes. O las tardes de “Espartaco” en Sevilla, la época de sus inicios sobre todo. Cuando ya estaba decidido a irse con “El Mangui” de banderillero, hasta que se cruzó con el toro “Facultades”. Me acuerdo que cuando le pregunté en el callejón aquella tarde de las tres orejas le dedicó el triunfo a su madre, que estaba esperando un hijo, “un hermanito”, como dijo él. Han pasado años ya.”
-Entre los hitos positivos el premio Ondas o el directo en el que Curro le confesó su retirada
“Eso último tiene una historia. Aquel festival se hizo de una manera un tanto dificultosa. A mí me llamó Carmen Tello. Yo siempre había tenido una excelente relación con Curro, tampoco sé por qué, pero lo cierto es que la teníamos. Él es un genio del toreo y tengo que decir que es un privilegio tratarle. El caso es que su mujer me pidió si por favor podíamos retransmitir una corrida a beneficio de un hospital oncológico infantil. Claro, eso no dependía de mí, y además si nos comprometíamos con esta causa, del todo loable, sentaba un precedente para la cadena. Era muy arriesgado y difícil que se diera, la verdad.
Curro también me llama después, y me dijo que sería en Sevilla, pero las relaciones con la empresa Pagés no estaban bien. De hecho no se hizo allí, se haría en La Algaba. Algo que dificultaba aún más las cosas. Además el domingo no se podía hacer por el fútbol y el sábado tampoco porque estaba “Cine de Barrio”, programa de máxima audiencia. A mí se me ocurre que fuera el domingo por la mañana y finalmente se celebra al mediodía, como aquellas novilladas de mi debut.
Curro, después del festejo, me dijo que fuera a comer con él, pero no podía. Tenía que preparar el “Clarín” de esa noche. Total que preparando el programa con Carlos Ruiz-Villasuso en los estudios se nos estropea una entrevista con Enrique Ponce, con quien teníamos apalabrada una conversación por su fin de temporada. En esto Carlos me dice que llame a Curro, él sabía de nuestra buena relación. Además, entrevistar a Curro era un “puntazo”, y tenía razón. Bueno, pues le llamé. Estaban en un famoso restaurante de Triana y me dijo que le llamase por la noche sin problemas. Pero concretamente que “le llamase a casa, que estaría solo y que quería hablar conmigo”.
Así que nada, se hace la entrevista y al final, en la despedida me dice que se retira. Un terremoto. En Sevilla, en Madrid, cambiamos la escaleta sobre la marcha. Llamad a este, al otro… y luego al final, cuando termina todo aquello me voy de los estudios y había una barbaridad de cámaras de todas las cadenas, menos de Televisión Española, para entrevistarme a mí porque a Curro nadie le localizaba. No se lo creía ni Carmen Tello. Curro se había retirado y estaba ilocalizable. Años después hablé con él y me dijo que yo era la persona más adecuada para hacer esas declaraciones, y que se había retirado porque si la voltereta que le habían dado a Morante esa mañana se la dan a él no se levanta. Por eso se retiró.
Nunca estaré lo suficientemente agradecido a Curro.”
“Bueno, Diego Carcedo me hacía mucho hincapié en la cabecera editorial del programa. Algo que tenía su antecedente en Rafael Campos de España. Era mi estilo y Diego, sin que yo lo supiera, propuso a “Clarín” para el “Ondas”. Y me lo dieron. Luego hubo alguno que decía que era normal porque habían sido finalistas antes. Tonterías increíbles y falsas. Lo que había que oír.
Y más increíble aún: algunos de mis colaboradores más directos tampoco lo recibieron como yo pensaba, sino celosos y recelosos, todavía más increíble.
Diego me llamó a casa en Valladolid después de tratar de buscarme toda la tarde me dijo que me habían dado este premio. Y que él era el que me había presentado, porque yo no tenía ni idea de que fuera posible algo así. Una gran satisfacción y sorpresa a la vez, para qué engañarnos. Le dí el premio a Diego porque él me había propuesto, pero me dijo que no, que era mío y en casa lo tengo.”
(Continuara)...
Fuente: Pablo San Nicasio – opinionytoros.com
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