domingo, 4 de marzo de 2012

FERIA DE OLIVENZA 2012 – PRIMERA CORRIDA: Una brillante tarde de toros

Faena magistral de El Juli, faena de insuperable entrega de un Perera valentísimo, versión feliz de un Talavante templado. Los tres a hombros. Buenos garcigrandes
BARQUERITO
Fotos: EFE

PRÓDIGO El Juli: de capa y muleta. A cámara lenta con el cuarto de Garcigrande. Toro templado en mecido compás, traído y tomado, sedosamente conducido, soltado en toreo severo por las dos manos y enroscado también en muletazos de sarta que parecieron espirales o hilos de muelle. Faena antológica: cuatro banderas de salida y en las rayas, tandas de fijar y sostener al toro que perdía al principio la mirada y se soltaba de engaño como si quisiera irse. Le cambió terrenos Julián de tanda en tanda. La idea fue brillante: perdió el toro el rumbo de su querencia y se sujetó. La ejecución, impecable. Temple de altos vuelos, ligazón, dominio de toques, enganches y distancias. El toro parecía de repente otro.

Las improvisaciones fueron notables: tres trincherillas –casi medios molinetes- cosidos una con otra y abrochadas con el de pecho; la trinchera ligada con el pase de las flores; el toreo cambiado salpicado con el toreo natural, rotundos los remates. Dejó de medirse la faena por tandas o terrenos. Tal fue el derroche.

Talavante acababa de poner la plaza boca abajo con unas arrucinas al toro tercero y, en gesto que lo retrata, El Juli atacó de repente por ese mismo palo. Y mejoró  el modelo, porque hasta en los alardes brotó fluido y limpio el toreo. Puro ritmo. La filarmónica regaló el trabajo con el Martín Agüero, tan solemne, y de pronto brotaron coros de “¡To-re-ro, to-re-ro!” en clamor. Cuando estaba para cuadrarse el toro, un espontáneo atacó con un fandango a capella desde una grada, El Juli esperó a terminar la copla, pinchó tras atacar al salto, cobró en un segundo viaje una estocada trasera, se demoró la agonía del toro, sonó un aviso. Solo una oreja para premiar esta faena tan sustancial. Mayúscula, maestra.

Fue tarde encendida. Dos primeros toros de Garcigrande muy nobles pero fríos. El Juli se pegó con el primero un arrimón entre pitones casi de novillero con hambre. Perera le hizo al suyo con la mano derecha cosas de fondo, toreo semicircular, por abajo, poderoso, elocuente. Y le hizo, de firma propia, madejas y rizos sin ceder ni un palmo.

Quien más calentó en esa primera mitad de corrida fue Talavante. El tercero, con el pelo de la dehesa todavía en panza y pechos, fue el mejor de los seis. Ritmo constante para embestir por las dos manos, fijeza llamativa, mucha bondad. Se dejó ir Talavante en la distancia y en las cercanías, toreó con soberbia autoridad al natural, respiró con alegría.

Los alardes del cierre de faena se celebraron con ruido mayor. Las arrucinas intercaladas entre pases cambiados por delante, una tanda aparentemente temeraria por bernadinas. Golpes del repertorio mexicano. Y un final precioso porque en la misma gavilla se unieron ligados una arrucina, un natural, el de pecho y el de la firma. En un palmo de terreno. Soltando el engaño, una estocada casi letal. Dos orejas. De un tendido le arrojaron un gallo pechugón de pluma negra que llevaba atadas al pescuezo cintas con los colores de las banderas española y extremeña.

No fue el acabose, sino el principio de la gran fiesta: enseguida, la faena de El Juli y, luego, una faena de valor descomunal de Perera. Perera con un toro que estuvo a punto de prenderlo o arrollarlo cinco o seis veces porque, incierto, pretendía no consentir tan encima el látigo del torero. Fue impresionante la sangre fría del Perera imperturbable. El descaro sereno de resistir como fuera, y hasta con ventaja, la comparación con el rugido de Talavante o el bello magisterio de El Juli.

Vencer la resistencia del toro no fue sencillo. La táctica, en cambio, muy elemental. Ligados el muletazo diestro por alto y el de vuelta cambiado, para hacer de los dos uno solo en dos mitades; y hacer eso no menos de diez veces sin pestañear, obligando lo indecible al toro en los viajes de vuelta. Los diez banderazos con que Perera abrió esa faena –sin rectificar ni una sola baza- fueron anuncio de lo que vino después. El sexto toro, el mayor de todos, fue también el de peor condición y Talavante tuvo la feliz idea de abreviar.

El Juli toreó de capa con calma, encaje y ritmo a la verónica, se dejó ir en un abigarrado quite por saltilleras, se recogió en medias de echarse adelante; Perera, terció a la verónica, brillante por chicuelinas; Talavante, acompasado por delantales. La gente lo pasó de maravilla.

POST-DATA PARA LOS ÍNTIMOS.- Una de las más bonitas faenas que le he visto a El Juli. Parte de orfebre, parte de ingeniero, y su poesía. Perera se ha jugado el pellejo con insolencia sin límites. Talavante y su mano izquierda, y su muleta XX.

FICHA DEL FESTEJO
Seis toros de Garcigrande (Concha Escolar), bien presentados, en tipo, de general nobleza pero distinta condición. Excelente el tercero; bondadosos primero y cuarto. Manejables segundo y quinto; deslucido el sexto.
El Juli, de negro y oro, oreja y oreja tras un aviso. Miguel Ángel Perera, de rubí y oro, oreja tras un aviso y dos orejas. Alejandro Talavante, de turquesa y oro, dos orejas y ovación. Los tres toreros a hombros.
Sábado, 3 de marzo de 2012. Olivenza (Badajoz). 2ª  de feria. Lleno. Soleado, primaveral.

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