miércoles, 14 de marzo de 2012

FERIA DE FALLAS EN VALENCIA – QUINTO FESTEJO DE ABONO / TERCERA CORRIDA: Un toro mayúsculo de Valdefresno

Cinqueño, de fantástico, de seria y noble conducta, muy ovacionado. Con él, cosas preciosas de Silveti en faena sin remate. Valeroso y templado, gusta Jiménez Fortes,
 
BARQUERITO

El segundo toro de Valdefresno fue de sublime hondura. El cuajo propio de los cinco años, cumplidos el pasado octubre, y un remate por todo singular. Solo 485 kilos, pero todo el trapío del mundo. Bajo de agujas y corto de manos, negro, abisontado por frentudo, de frondosa papada badanuda que se le mecía como una quilla, el cuello astracanado como si no hubiera mudado todavía el pelo del invierno, lomillano y no enmorrillado, anchísimo el balcón, larga la cuerda de un pitón a otro porque, descarado, fue toro veleto y ligeramente paso. Un cromo mayúsculo.

Se llamaba «Lisonjero». Hasta el nombre tuvo bonito. Fue, además, el toro de la corrida. Cuando se animó a galopar, lo hizo con buen compás. Escarbó en dos o tres bazas, oliscó en otra y hasta se fue suelto en un descuido. Pero sacó el son exquisito que en la familia ganadera de los Fraile –Valdefresno, Puerto de San Lorenzo, Moisés Fraile hijo- se atribuye a la rama de Lisardo Sánchez dentro de ese tronco raro y en desuso que es el de sangre Atanasio.

El toro fue muy noble, se encendió en arreón fiero al sentir la espada de un primer pinchazo en la yema y todo lo hizo con prontitud y sin queja, que son señal de bravura. Lo aplaudieron con ganas en el arrastre. Si llega el joven Silveti a redondear, que casi, y a matar por derecho, se hubiera arrastrado sin al menos una oreja. Fue toro de faena grande y le hizo honores Silveti con el mero detalle de atreverse con él sin dudarle ni temerlo. Un quite por temerarias valencianas o saltilleras, en cite muy de largo tras la vara primera, fue anuncio de que Silveti venía dispuesto. Y lo estuvo. Igual de dispuesto estaba Saúl Jiménez Fortes que no quiso dejarse el toro sin catar y tras un quite airoso por chicuelinas remató con una maravillosa larga enroscada, muy despaciosa.

Fue, desde luego, toro de brindis al público, porque galopaba y, con toda su artillería imponente, se sentía fijo en engaños. Silveti abrió con estatuarios, midió mal el tercero de tanda o le descubriría un golpe de viento y salió arrollado en un empellón formidable. Solo el susto. No hizo falta ni componerse. Dos tandas con la diestra, dos con la zurda, y en ellas muletazos de lentísimo trazo; el garbo de desplantes y remates galantes, un hermoso muletazo de la firma muy de escuela; una tanda mestiza de tres naturales ligados con trinchera, el del desdén, un molinete y el de pecho; otra en redondo de ritmo lento; un arrebatado final por bernadinas. Toreo de cintura y brazos. Encaje severo en los cites de largo. El acento del toreo mexicano de perfil. Ni una mueca en falso. Pero larga faena, el pinchazo trabucado, una defectuosa estocada ladeada y un descabello. Un aviso antes de cuadrarse el toro. El toro que nunca vuelve a salir. Ese mismo.

El único notable y casi completo de una seria y desigual corrida de Valdefresno que trajo dos incómodos toros playeros: un primero noble y bondadoso pero derrengado de cuartos traseros y un quinto que se durmió en dos gruesos puyazos y que se puso luego caprichoso como suelen los atanasios sin embridar. Y trajo otros tres toros más.

Con el tercero, que pegó cabezazos en embestidas regañadas y que al fin se paró, hizo cosas suculentas Jiménez Fortes. La mejor de todas: torear sin forzar ni la figura ni la voluntad tan desganada del toro. Ser con él paciente y, a la hora de echar el órdago, plantarse entre pitones en péndulos de insolente seguridad o en larvas de toreo cambiado en circular que fueron alarde de firmeza. Notable la impresión del torero malagueño, que, igual que Silveti o el landés Dufau, era nuevo en Fallas. Una excelente estocada, no prosperó la petición de oreja.

A Thomas Dufau lo rebautizó el cartelón de plaza como 'Duffuá'. Encajado, pero impostado; tragando aire en muchas bazas porque ninguno de sus toros –ni el playero que rompió plaza con buen apetito por la mano derecha, ni el alto y ensillado cuarto, muy cobardón y reculante- fueron propiamente gobernados. Una estocada notable para echarle la cuenta al uno; un aviso antes de igualar al cuarto y al cabo de interminable trasteo.

Silveti le hizo al quinto en gesto de valor un ajustadísimo quite por gaoneras pero no dio con la tecla ni el pulso ni el tiempo para acoplarse con el toro, que se iba de suerte como los mansos. Un gracioso final de pases de costadillo, de toreo bueno de repertorio, pero que en este caso no convenía.

Con un sexto rajado casi a las primeras de cambio estuvo sereno y entregado Saúl Jiménez de nuevo: rizos de dejarse rozar la taleguilla, cambiados por la espalda intercalados en toreo de recurso, afán excesivo, se pasó de tiempo, salió perseguido de un primer pinchazo ya tardío, un capotazo de Curro Vivas lo libró de un percance en el segundo ataque y dejó en fin la impresión segura de ser torero que está para muchas fiestas.

FICHA DEL FESTEJO
Seis toros de Valdefresno (Nicolás Fraile), de desiguales remate y condición, bien armados. De soberbio estilo el segundo, cinqueño, hondísimo, muy noble. Mansearon los tres últimos. De buen fondo pero derrengado el primero; se paró pero acabó sometido un tercero protestón.
Thomas Dufau, de burdeos y oro, silencio y silencio tras un aviso. Diego Silveti, de grana y oro, ovación tras un aviso y silencio tras un aviso. Saúl Jiménez Fortes, de malva y oro, vuelta al ruedo y palmas tras un aviso.
Un gran quite de Curro Vivas a Jiménez Fortes. *** Se rindió en los preliminares un homenaje a El Soro, de cuya alternativa en esta plaza se cumplían justamente treinta años. *** Jiménez Fortes le brindó la muerte del sexto toro.
Valencia. 5ª de Fallas. Primaveral. Un tercio de plaza.

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