La
trastienda del oficio, la reaparición de Roca Rey, el recuerdo del gran
Manzanares o la recuperación de los heridos han ocupado los dimes y diretes del
planeta taurino en los últimos días.
ÁLVARO R.
DEL MORAL
Diario CORREO
DE ANDALUCÍA
En estos días se ha hablado de algunos cambios de
apoderamiento, de despedidas ya previstas y hasta de la proyectada reaparición
de Jesulín de Ubrique en 2020 para celebrar sus 30 años de alternativa. Hay dos
toreros de su generación –Enrique Ponce y Finito de Córdoba- que permanecen en
activo pero el de Ubrique sigue picando a Francisco Rivera Ordóñez para entrar
la Goyesca. El argumento del cartel sería emular el de la alternativa del
propio Paquirri, que también cumple sus Bodas de Oro como matador en 2020. Para
eso habría que convencer a Espartaco que, eso parece, ya no anda con esos
calores. Jesulín también ha mencionado a Cayetano aunque los Rivera, también se
dice, no andan últimamente a partir un piñón. Habíamos mencionado el asunto de
los despachos: ya es sabido que Diego Ventura deja a los Lozano –con carta de
despedida incluida- para relanzar su carrera en los únicos feudos que le faltan
por rendir. Hablaremos de ello muy pronto en un análisis monográfico. También
acaba de deshojar la margarita Paco Ureña después de devolverle todos los
regalos y el anillo de su madre al ínclito Simón Casas. El murciano, que se
acaba de casar, tiene un reto pendiente: situarse en la órbita de las
verdaderas figuras por tirón y cotización, rentabilizando la gran temporada de
su reaparición. El nombre del apoderado que asumirá este reto está calentito y
recién salido del horno: es el emergente empresario sevillano José María
Garzón, que tiene las manos libres en ese campo después de desvincularse de
Joaquín Galdós, que se marcha con Julián Guerra, y José Garrido, que va a
tenerlo más complicado para remontar el vuelo.