El matador alicantino se deja ir
malamente un extraordinario toro de El Pilar y pasa a la enfermería aquejado de
gastroenteritis; pasajes de clase del veterano torero de Córdoba con otro buen
ejemplar de Moisés Fraile.
ZABALA DE LA SERNA
Diario El Mundo de España
Era de esos toros de El Pilar que nadie ve. O hablo por mí.
'Portilloso'. Largo, ensillado, montado, colorado encendido, casi retinto, más
seria su visión de perfil que de frente. No había hecho nada en los tercios
preliminares como para apostar por él ni todo lo contrario. Suelto de salida y
como desentendido. Finito de Córdoba lo recogió de original modo, como con tres
medias verónicas con el capote arrebujado. Por su altura encampanada trotaba el
toro. Por ahí la cara en el peto. Pero en un capotazo de Álvaro Oliver
excesivamente mandón, o violento, el toro clavó los pitones en la arena con
intención de tomar los vuelos.
Ya se decantaría el vino en todo su rojo y profundo
esplendor en un derechazo por abajo, más allá de la firma, del prólogo de Finito.
Runrún de presagio después del ole. Y el presagio fue una hermosa serie por la
misma mano preñada de clase. Un broche de campero recorte, un apunte de Ruano.
La siguiente tanda no adquirió el mismo calado por su linealidad, y sin embargo
al natural Portilloso siguió con carácter y a fondo los vuelos de la muñeca de
Juan Serrano antes de ser muñecazo. Espléndida la promesa del veterano. Sonaba
a gloria Manolete en el aire de la banda del maestro Tejera. Córdoba la Sultana
se asomaba a Sevilla. Mas no pregunten por qué el Fino, como le dicen, no
siguió al natural y se enredó con la mano de la cuchara. Los oles seguían como
si a la plaza le hubieran puesto el piloto automático. Y al torero también. Un
natural quizá, un cambio de mano de categoría. La cabeza sobre el corazón, la
técnica sobre la clase. Qué pena. Aun así si cae el toro -lo que hubiera sido
milagroso por lo tendido de la espada- hubiera sido posible la oreja. Otras ha
habido de pan en melón. Da igual ya. 'Portilloso' se arrastró entero entre ovaciones.
Otra para Finito por el sueño que no fue.
Bravo de verdad en el caballo demostró ser el segundo
representante de El Pilar. Ideal por cómo se abría en los vuelos desde su
aparición en el capote de José María Manzanares y por su temple. Derribó por
los pechos en la espléndida suerte de varas que protagonizó Barroso, que se
empleó en el siguiente encuentro como el toro: 'Alambrisco II'. Bizco del izquierdo,
bajo, enmorrillado, un tacazo de amabilidad y bondadosa expresión. Daniel Luque
sólo tuvo que mecerse a la verónica en el quite para que la embestida cogiese
la leve onda como la seda. Así de fácil planeaba. La media valió la pena. Como
el tercio de banderillas de Curro Javier y Blázquez. De chapó. Hoy sí.
Su jefe de filas no lo vio por ningún lado en una faena
tediosa y eterna como el infierno. Qué malamente anduvo Manzanares entre
interminables paseos para tan soberbio y pronto toro. ¿Cómo un torero que
cautivó en 2011 por sus formas puede ahora citar con la mano derecha presentada
así -la punta del estaquillador mirando a la Giralda- y ofrecida de tal modo
-como una pantalla Imax 3D- constantemente a la defensiva? Es el mismo torero
del otro día, no se equivoquen, pero puesto en evidencia por un toro que en su
izquierda (una sola serie por siete de telonazos diestros o siniestros) portaba
el Paraíso... Le pegaron el cante en 'su' Sevilla. No se ajustó nunca ni en
espacio ni en velocidad, destempladísimo y arrítmico con el ritmo de la
embestida. Pasó el matador, que esta vez no se tapó ni por la espada, a la
enfermería aquejado de una gastroenteritis. No valen excusas con tan excelente
toro. Glorioso arrastre. Hasta el sexto -se corrió turno- no regresó.
Entre tanto, Daniel Luque hizo cosas con un tercero hermano
de 'Alambrisco II', que se llama igual con un número romano menos. Guapas las
hechuras. Luque apuntó cosas con el capote y con la izquierda, pero el toro
careció de continuidad después de amagar con rajarse. Nobleza tuvo toda y más.
Y Daniel de Gerena tampoco es un dechado de constancia. Hasta el encendido
final por luquecinas bajo el sol aguantó la santidad. Un saludo desde las rayas
como premio de consolación.
Bajó el tono de la corrida de Moisés Fraile en su segunda
mitad con un cuarto sin potencia ni fuerza que Finito ya se encargó de enseñar
y un quinto manso que directamente se fue a chiqueros en vez de tras la muleta
de Daniel Luque.
Sonaron los clarines del último toro y 'reapareció' José
María Manzanares ya rehidratado de sueros. Hondo y acodado el castaño ejemplar
de El Pilar que viajó en el capote de Curro Javier. Enorme el subalterno.
Doblóse Manzanares con el toro y la muleta al caer contra el albero sonó como
un telón. Brutota la embestida en son a las hechuras. No despegó ni por las
voces. Un recuerdo para 'Alambrisco II', en desquite y en justicia, ganadero.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de la Maestranza. Martes, 21 de abril de 2015. Séptima
de feria. Casi lleno.
Toros de El Pilar, de
diferentes hechuras y seriedades, muy parejos y bonitos por delante; bravo de
noble y abierta embestida el estupendo 2º de todavía superior pitón izquierdo;
de gran humillación y profundidad por las dos manos el 1º; muy noble pero sin
continuidad el 3º; sin fuerza ni fondo el 4º; rajado el manso 5º; el hondo y
brutote 6º se paró.
Finito de Córdoba, de rioja y oro. Estocada tendida y dos
descabellos. Aviso (saludos). En el cuarto, estocada defectuosa y tendida
(silencio).
José María Manzanares, de negro y azabache. Pinchazo y estocada
algo atravesada. Aviso (silencio). En el sexto, pinchazo y estocada (silencio).
Daniel Luque, de azul marino y oro. Pinchazo y estocada.
Aviso (saludos). En el quinto, cuatro pinchazos y se echa (silencio).
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