FERNANDO
FERNÁNDEZ ROMÁN
@FFernandezRoman
La noticia estaba al caer y, por fin, ha caído: el
Ayuntamiento de Sevilla, suspende la feria de Abril. Uno, modestamente, estaba
al tanto de la cuestión, pero la cuestión se demoraba más de lo previsto, por
lo tanto había que esperar la confirmación del Organismo competente para hacer
pública la esperada –y dolorosa—decisión. Esta es: No habrá feria en el Real.
No habrá, por tanto, portada, ni casetas, ni farolillos en las calles toreras;
y, me temo, que los cacharritos de la calle del Infierno también habrán de
pasar por un purgatorio de emergencia. ¿Habrá corridas de toros en la
Maestranza? Habrá… si los
acontecimientos sanitarios discurren con razonable normalidad y se regularizan
los aforos con porcentajes asequibles para organizadores, intervinientes y
público en general. Lo que no habrá, probablemente, será una semana de
preferia, ni siquiera una semana completa “de farolillos”, porque las
circunstancias, todavía, están coartadas por la incertidumbre de un futuro
sanitario y económico (este último todavía sin
aparecer en su verdadera dimensión), referencias ambas guardadas en la
recámara de un fortín llamado Junta de Andalucía. Para entendernos: la nueva
programación está a expensas de que el “bicho” esté doblando contra la barrera
de la vacuna y se obtenga autorización para que el público acuda al festejo en
número porcentual que garantice una mínima rentabilidad. Por tanto, ¿cómo se
plantea la próxima feria de taurina de Sevilla? Puedo asegurarles que en la
mente del empresario, Ramón Valencia, solo se maneja una idea: dar toros
--cuantas más corridas mejor-- en la que hubiera sido la semana de feria por
antonomasia, con las principales figuras del toreo y las ganaderías “punteras”
y tradicionales, incluyendo las de hierros emblemáticos. Domingo de Resurrección
y cuatro o cinco corridas en la semana otrora “festera”. Esto es lo que hay… de
momento.
En lógica consecuencia, tampoco habrá Semana Santa
previa, ni seguramente la posterior romería de la Virgen del Rocío, los tres
grandes acontecimientos multitudinarios de las ciudades y pueblos de Andalucía;
pero los toros, por lo menos –con las medidas preventivas adecuadas—, parece
que pueden salir a la arena maestrante. Iremos a la Plaza probablemente con
mascarilla, porque el porcentaje de seroprevalencia –desarrollo de anticuerpos
frente al virus-- de los andaluces y
supongo que de los forasteros no da para más.
Sevilla ya ha dado el paso con el anuncio oficial
de echar el candado a celebraciones tan emblemáticas. Y esto no es cosa de
partidos, ni ideologías, sino de puro sentido común, visto el panorama actual
de este tiempo que vivimos y la poca certidumbre del que se avecina. ¿Qué
pasará con Castellón y Valencia y sus festejos taurinos de la Magdalena y
Fallas? Todo apunta a que, al igual que Sevilla, sufrirán suspensiones y
recortes si el panorama sanitario no mejora drásticamente. Téngase en cuenta
que, por regla general, las corridas de toros de estas “ferias” siempre fueron
a rebufo de su calendario festero, es decir, como oferta lúdica complementaria.
Conociendo como conozco el paño, es de suponer
protestas por doquier. Este mundo nuestro de los toros se nutre de una
clientela y unos elementos intrínsecos inconformistas por naturaleza; pero la
cuestión principal es que tenemos sobre nuestras cabezas un “bicho” infame al
que es perentorio destruir. Todo lo demás –con el debido respeto y la
comprensión hacia quienes sufren en sus carnes los efectos de tan colosal
desaguisado-- es secundario.
Se han citado tres estaciones clave en el
recorrido inicial de la próxima campaña de toros. Después llegará Madrid y las
demás ferias taurinas de alto rango. Todo ello en un plazo que se supone
suficiente para haber maniatado en buena medida a la pandemia. Me ha parecido
oportunista el anuncio de once espectáculos taurinos en la ciudad francesa de
Dax, a celebrar en las ferias de ¡agosto y septiembre! de 2021. Largo me lo
fiáis. Que esto no sirva de referencia para hacer comparaciones inapropiadas.
La temporada que viene en España se presenta incierta, como un marrajo avisado;
pero es clave para el futuro de la Tauromaquia. No adelantemos acontecimientos,
ni conclusiones.
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