El
autor habla en el Museo Taurino de Córdoba del diestro José Gómez Ortega
LUIS
MIRANDA
Diario ABC
de Madrid
Paco Aguado, autor de «Joselito. El rey de los
toreros» (publicado por la editorial El Paseo), habló este viernes sobre el
diestro en una actividad del Museo Taurino, en que recordó la vida de José
Gómez Ortega (1895-1920).
- Joselito
tuvo una vida corta por culpa de una cogida mortal. ¿Por qué es el rey de los
toreros?
Es el rey de los toreros porque era el absoluto
dominador de su época, de cabo a rabo. En la plaza y fuera de la plaza. Y
porque dominaba tanto que fue capaz de darle la vuelta a la tauromaquia para
adentrarla en el siglo XX.
- ¿En qué
sentido?
En el sentido meramente taurino, en cuanto a la
técnica, al oficio y a las nuevas técnicas pare torear. De hacer faenas de
mayor mando sobre las embestidas, con el toreo ligado en redondo. Ese concepto
global del toreo que tenía le permitió aconsejar a los ganaderos hacia la
crianza de un toro más bravo, de mayor duración, que es el que hemos estado
disfrutando hasta ahora. Y también la consideración del torero como parte
central de todo un sector profesional que genera muchísimo dinero y la
construcción de plazas monumentales que permitieran el acceso a las masas a los
tendidos, para abaratar el precio y que pudieran asistir todas las clases
sociales.
«Con él empezó la consideración del torero como parte central
de un sector profesional que genera muchísimo dinero»
- ¿Qué se
sabrá tras leer este libro sobre Joselito?
Sobre todo procura remontarse sobre el mito de la
víctima del toro en Talavera, que lo deja muy corto. Durante mucho tiempo, los
aficionados han vivido con esa imagen y con Juan Belmonte como el gran
revolucionario. Sin ser un libro antibelmontista, sino todo lo contrario, sí
intenta reivindicar que Joselito tuvo una grandeza igual o mayor. No me he
inventado nada.
- El toreo
es un arte efímero, que sucede en un momento. ¿Cómo podemos saber su
importancia como torero? ¿Los testimonios escritos y audiovisuales son
suficientes?
Sí, y se ve una gran diferencia. Ya empezaban a
andar los cinematógrafos, que iban a las plazas de toros a grabar. Joselito es
el pionero de los derechos de imagen de los artistas, porque ponía en las
cláusulas, sabiendo que se hacía negocio. Cuando aparecía una cámara, tenía que
cobrar más o menos la mitad de lo que cobraba por la corrida. Pero en esas
imágenes y en las crónicas de la época se habla de esa diferencia abismal con
otros toreros. El único que le pudo hacer sombra en su línea estilística fue Rodolfo
Gaona, mexicano, que tenía menor regularidad, y en otra línea aparte fue tan
grande como él Juan Belmonte, basado más en la impresión y en los sentimientos.
- ¿Cómo
fueron sus actuaciones en Córdoba?
Fueron quince corridas de toros, muy salteadas. Siempre
estaba en las tres corridas de la Feria, y estuvo con el padre de Manolete, que
estaba en el declive de su carrera. Con quien más toreó fue con Machaquito.
También coincidió con Camará, y él al escucharlo y verlo manejarse en los
despachos de aquella época, aprendió todo lo suficiente para poder llevarlo a
cabo como apoderado de Manolete.
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