El alicantino abre las puertas a la ilusión de los aficionados. Y está marcando el camino para todos los compañeros que quieran que se pueda apoyar a la Fiesta en la plaza mejor que en casa, cobrando cero todo el equipo y cerrando plazas de primera y segunda.
MANOLO
MOLÉSRedacción APLAUSOS
Si no se acumulan las pandemias, si no se unen los
malos hados, si no estamos condenados a la pandemia eterna, está claro que en
cualquier momento asomará un rayo de luz. Antes tendrá que exiliarse el virus,
la vacuna deberá ser efectiva y los políticos dejarán de ser un incordio y
tantos milagros juntos abrirán las puertas de la esperanza en el año de los
disparates políticos y de los sueños rotos. Pero siempre que llueven piedras
acaba escampando. Y ahí el echar la pata adelante de José María Manzanares,
justo en el año de honrar al padre, que no solo fue un gran torero, sino que
tuvo ese punto de más de los que se salen de los moldes prefabricados y dejan
dos huellas muy marcadas en el recuerdo de los tiempos. Manzanares padre fue el
prototipo del toreo que tiene todas las claves y las utiliza cuando quiere. El
padre tenía casi todo: torería, gusto, personalidad, valor para torear bien y
también, claro que sí, alguna tarde, las menos, de tirar por la calle de en
medio y vuelve otro día si me quieres ver torear.
Manzanares: “Si hay la mitad, pues la mitad. Pero hay que
subir la montaña hasta que la vida y la Fiesta vuelvan a la normalidad”
Manzanares padre fue una figura con el 99 por
ciento de las virtudes. La que falta se la guardaba para los días de asueto y
relax, y respirar hondo y volver al tajo. Ahora el hijo, y eso le engrandece,
dedicará la feria alicantina al amor y respeto al padre. Y será todo un
acontecimiento, y las emociones desbordarán el lleno de la plaza, que quedará
chica ante el recuerdo de un grandioso torero, que tenía todas las condiciones,
valor, oficio, conocimiento, torería, gusto y por encima de todo: sello propio.
Ahora el hijo ha dado otro paso de gigante. Ha dicho en la radio: “Yo voy a
torear porque hace falta que le demos fuerza al retorno. Y me voy a adaptar a
lo que hay. Si en la plaza o en la feria de una ciudad importante les obligan a
que solo debe entrar en la plaza un 50% del público, allí voy yo y mi cuadrilla
y vamos a torear, y somos conscientes de que se cobrará lo que corresponde a
esa media plaza. Y seguirá así hasta que se permita y sea posible, ya sin
pandemia, llenar los cosos. Pero mientras dure esto, si toca el 50%, pues
adelante. Y levantamos la Fiesta y ya vendrán tiempos mejores y yo cobraré la
mitad, pero mi cuadrilla no se quedará en casa sin torear y sin cobrar por lo
menos en relación a la realidad”.
Esa postura de José María Manzanares abre las
puertas a la ilusión de los aficionados. Y está marcando el camino para todos
los compañeros que quieran que se pueda apoyar a la Fiesta en la plaza
-cobrando la mitad- mejor que en casa, cobrando cero todo el equipo y cerrando
plazas de primera y segunda. Y quédense con la frase: “si hay la mitad, pues la
mitad. Pero hay que subir la montaña hasta que la vida y la Fiesta vuelvan a la
normalidad”.
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