Apresurado resumen de un nefasto
año de toros fundido a negro en el que la plaza de la Maestranza permaneció con
las puertas cerradas
ÁLVARO R. DEL MORAL
Diario CORREO DE ANDALUCÍA
La cosa se enredó a costa del ganado a
lidiar. Roca, o su entorno, impuso como condición innegociable lidiar una
corrida de Garcigrande en la emblemática fecha del Domingo de Resurrección.
Hasta ese momento se manejaba un cartel natural en todos los mentideros: el
formado por Morante, el propio Roca Rey y Pablo Aguado, triunfador indiscutible
de la Feria de Abril de 2019, que desde el primer momento mostró su negativa a
estoquear ese hierro.
No hubo arreglo. La ecuación se resolvió
a favor del astro peruano, apoderado entonces por Ramón Valencia, gerente de
Pagés. El placet de Morante dejó aún menos margen de maniobra. Después de
sondear a El Juli –que no quiso meterse en la pugna- las miradas se volvieron a
Talavante, que ya tenía previsto reaparecer en la víspera en Arlés después de
una temporada completa en barbecho.
Segunda campanada, 13 de
febrero. Pagés presenta el abono que no pudo celebrarse
El acto no se escapó del guión habitual
aunque llegaba precedido de un lance inédito: la filtración, vía ‘whatsapp’,
del pantallazo de todos y cada uno de los carteles que Ramón Valencia leyó,
dejando escrito el titular a los chicos de la prensa: “¿Por qué no
Garcigrande?”, interrogaba el gerente de la empresa Pagés.
Valencia aportó su propia versión de los
acontecimientos argumentando que el demorado duelo Roca-Aguado sólo había
encontrado inconvenientes. Pablo había descartado las corridas de Garcigrande y
Victoriano del Río y Roca no quiso saber nada de ‘jandillas’ ni ‘juampedros’.
No había nada que hacer.
En cualquier caso, las combinaciones
presentadas aquel 13 de febrero no dejaban de consagrar a Morante, Aguado y
Roca Rey como columnas vertebrales de una pretendida temporada en la que brillaban
por su ausencia los nombres de Paco Ureña y Diego Ventura. Aún quedaba un mes
para que todo saltara por los aires...
Tercera campanada, 20 de
febrero. El rey preside los premios taurinos y universitarios en el 350
aniversario de la Real Maestranza
Se trataba de una ocasión especial,
reforzada por un aniversario redondo: el 350 aniversario de la Real Maestranza
de Sevilla, fundada en 1670 bajo el reinado de Carlos II, el último monarca de
la casa de Austria. El cuerpo nobiliario echó el resto para la ocasión,
instalando una impresionante carpa transparente que daba un aire excepcional a
la entrega de premios taurinos y universitarios, su mejor escaparate de cara a
la ciudad y la sociedad.
Pero el mayor matiz diferencial lo
otorgaba la presencia de Felipe VI, Hermano Mayor efectivo de este cuerpo de
caballeros que se distingue por la beneficencia, el mecenazgo, el compromiso
social y el apoyo al mundo de la Tauromaquia y el arte ecuestre. Fue uno de los
últimos grandes actos celebrados en Sevilla antes de que la pandemia volara por
los aires hasta el último resquicio de nuestra cotidianidad.
Cuarta campanada, 28 de febrero.
Curro Romero, hijo predilecto de Andalucía
Compareció con el pelo casi blanco, muy
a última hora y a pesar del palizón de esa quimioterapia que le ha permitido
vencer un doloroso cáncer de laringe. No era el primer homenaje que recibía el
camero. Seguramente tampoco será el último. Este reconocimiento, recogido el 28
de febrero en el teatro Maestranza se suma a la larga lista de honores que ha
ido cosechando el Faraón antes y después de la retirada algabeña de octubre del
año 2000.
En la lista hay que resaltar su
condición de Hijo Predilecto de Sevilla desde 1995 o la concesión de la Medalla
de Oro al Mérito en las Bellas Artes en 1997. Más reciente es el premio
instituido por el Ayuntamiento de Sevilla. El último gran homenaje –entre
muchos- fue la concesión del Premio de la Cultura de la Universidad de Sevilla
que recibió en un multitudinario acto celebrado en el Paraninfo de la
Hispalense en la primavera de 2018. A esos reconocimientos hay que añadir su nombramiento
como académico de la Real de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría de Sevilla
en abril de 2008.
Quinta campanada, 15 de marzo.
La temporada sevillana se funde a negro
La empresa Pagés decidió cerrar las
taquillas de la plaza de toros –no se podían barajar otras opciones- el día 15
de marzo. Prácticamente sin solución de continuidad se decidió cancelar la
temporada sevillana mientras se aguardan acontecimientos. En esos primeros
momentos de confusión se llegó a hablar de organizar una semana de toros en
torno a las fechas septembrinas de San Miguel, en coincidencia con el
pretendido traslado de la propia Feria de Abril que pronto quedaría en papel
mojado.
Meses después, en la yema de agosto, se
llegó a rumorear la recuperación de los carteles previstos para la feria de San
Miguel pero el ciclo acabó siendo suspendido sin haber sido anunciado después
del endurecimiento de las medidas sanitarias por parte de la Junta de
Andalucía. Sevilla, definitivamente, se había quedado sin toros.
Sexta campanada, 16 de mayo.
Centenario de la muerte de Joselito en Talavera
Un siglo exacto de su muerte. Es el que
se cumplía ese desangelado 16 de mayo que concentró todos los recuerdos en la
figura titánica de José Gómez Ortega, el gran Joselito El Gallo. Cayó después
de ser corneado por el toro ‘Bailaor’, marcado con el hierro de la Viuda de
Ortega y actuando en una corrida circunstancial organizada en Talavera de la
Reina para congraciarse con el crítico Gregorio Corrochano, instrumento de una
feroz campaña difamatoria contra el diestro sevillano.
Joselito murió acompañado de algunas
amarguras pero también con la gloria de saberse rey absoluto de la torería de
su tiempo. Marcó una época que no se puede entender sin el contrapunto de Juan
Belmonte. Juntos firmaron aquella Edad de Oro que cambió para siempre los fines
del toreo, los parámetros de la bravura y hasta el futuro del propio negocio.
Los efectos de la pandemia dejaron
aplazado gran parte del completo programa de actos organizado por la Hermandad
de la Macarena en colaboración con la cátedra Sánchez Mejías de la Hispalense.
Pero aquel 16 de mayo no le faltaron flores ni en su tumba –las que depositó
Morante- ni en el único resto arquitectónico de la efímera Monumental levantada
bajo su impulso en 1918, en una concurrida ofrenda organizada por el Círculo
Cultural Taurino ‘Puerta de Carmona’.
Séptima campanada, 13 de junio.
‘Paseo taurino’ hasta la plaza de España
Centenares de aficionados y
profesionales del ámbito taurino caminaron desde la plaza de la Maestranza
hasta la plaza de España para visibilizar los problemas de la familia del toro,
especialmente azotada por el parón económico del coronavirus y la exclusión ideológica
de las ayudas orquestadas desde el gobierno a pesar de las vanas promesas del
ministerio de Cultura.
El paseo había sido convocado por las
redes sociales en un movimiento espontáneo –nacido de las propias redes y
difundido por grupos de whatssap- que no respondía a las siglas de ningún
colectivo o agrupación profesional concretos. El 24 de mayo se había decidido
aplazar una convocatoria similar después de la desautorización explícita de la
Fundación del Toro de Lidia (FTL), erigida en coordinadora aceptada por todos
los estamentos del sector. Morante, visiblemente disconforme, fue el gran
ausente en la segunda cita...
Octava campanada, 1 de agosto.
Tímida reactivación de la temporada
El estreno del mes de agosto tenía que
haber sido también el de la “nueva normalidad taurina” de Despeñaperros para
abajo. Los festejos programados el día 1 en Estepona y Osuna –que fue
televisado por Canal Sur enseñando las ruinas de Javier Conde- fueron el
pistoletazo de salida de una tímida reactivación del calendario de la temporada
que dudaría muy poco. En cualquier caso, el capítulo más interesante de esa
breve reanimación del negocio fue la miniferia de Colombinas, dominada por un
pletórico Perera.
El empeño –pueden dar fe los respectivos
gestores- no fue fácil. A las exigencias sanitarias, la reducción de los aforos
y el temor generalizado de un público que vivía pendiente de la evolución de la
pandemia se unió una extraña y sospechosa prevención del propio sector que ya
dio al traste con la organización de una corrida coral en Málaga, suspendida a
punto de presentar el cartel de siete matadores que había preparado José María
Garzón. Faltaban muy pocos días para la cita de El Puerto...
Novena campanada, 6 de agosto.
La corrida de El Puerto...
El empresario sevillano José María
Garzón amarró los nombres de Enrique Ponce, Morante de la Puebla y Pablo Aguado
en la Plaza Real del Puerto, que cumplía su 140 aniversario. Tras la suspensión
de las ferias del gran circuito y la larga sequía de toros, la cita había
cobrado una expectación inusitada que hizo agotarse en muy poco tiempo las
localidades disponibles, un 50% del aforo total del coso portuense según habían
marcado las autoridades autonómicas.
Más allá del interés artístico del
festejo, la fecha acabaría marcando un insólito antes y después. La apariencia
de los tendidos y algunas versiones interesadas acabaron forzando a la Junta de
Andalucía a dar marcha atrás, formulando normas mucho más restrictivas que en
la práctica volvían a congelar el negocio taurino. Mucho más sorprendente fue
la reacción de ANOET, la principal asociación empresarial taurina, que colocó a
su socio al pie de los caballos. Eso sí: el tiempo –y la propia Junta- le
acabarían dando la razón.
Décima campanada, 30 de agosto.
La faena de Juan Ortega en Linares
El joven diestro ya había logrado
labrarse un buen ambiente con distintas actuaciones, en especial en la plaza de
Las Ventas pero seguía resistiéndose ese triunfo grande que marcara las
diferencias. Lo logró el pasado 30 de agosto en Linares, en una corrida salvada
por los pelos gracias al concurso de la televisión que transformó aquel
pronunciamiento en un suceso que habría pasado desapercibido en una temporada
normal.
De ahí, a ‘colarse’ en el mano a mano de
Córdoba gracias a la apuesta decidida del empresario José María Garzón sólo
hubo un paso. Pero conviene rebobinar ligeramente: Ortega había estrenado el
2020 colocado –por fin- en los carteles de la Feria de Abril. Pero la pandemia
dejó todo en papel mojado. Sólo unos días antes de la presentación de esas
combinaciones abrileñas había pasado sin demasiado relieve por el ciclo
invernal de Valdemorillo. En ese momento quedaban pocas semanas para que la
temporada volara por los aires... El contador había vuelto a ponerse a cero
para el prometedor diestro sevillano pero, mientras pasaban los meses, el
empresario Juan Reverte tuvo el acierto de salvar una de las corridas de la
feria de San Agustín en Linares, defenestrada inicialmente por las nuevas
restricciones de la Junta de Andalucía. Su feliz encuentro con un toro de
Parladé acabaría cambiando su vida...
Penúltima campanada, 12 de
octubre. La corrida de Córdoba
José María Garzón volvió a concitar toda
la atención del mundo del toro en la plaza de toros de Los Califas, en la que
no había podido estrenarse como empresario en la suspendida Feria de la Salud.
En los cabildeos previos a la presentación oficial del cartel se habló de una
hipotética combinación formada por Morante, Aguado y Juan Ortega. Aguado, que
arrastraba una molesta lesión en el hombro, acabó declinando la oferta.
Garzón optó por montar un inédito mano a
mano entre Morante de la Puebla y Juan Ortega que volvió a agotar las
localidades disponibles, unas 3.500 entradas resultantes de separar un metro y
medio a todos los espectadores. La corrida, que fue televisada y rodeada de un
gran despliegue mediático, no tuvo un resultado triunfal pero sí un denso
argumento taurino. Morante anduvo en maestro y Ortega enseñó sus grandes
posibilidades, confirmadas unos días después en la feria de San Lucas de Jaén
donde fue capaz de firmar la mejor faena del año con un gran toro de Victoriano
del Río.
Última campanada, 12 de octubre.
¿Habrá toros en Sevilla en 2021?
Es la gran duda, la incógnita más
hermosa... Ramón Valencia ya ha reconocido que la empresa Pagés se encuentra
trabajando en la preparación de una atípica temporada de transición en la plaza
de la Maestranza. Todo dependerá, en cualquier caso, de la evolución de la
pandemia y las normas que vaya dictando la autoridad. Eso sí: la frontera del
50% del aforo se ha marcado como única línea roja para reabrir la plaza.
A partir de ahí, los números podrían
salvarse. Pagés también tiene asumido que la celebración de esos hipotéticos
festejos no estará sujeta a salvación de la propia Feria de Abril, que ya ha
sido suspendida oficialmente por el Ayuntamiento. Esa circunstancia también
liberará las fechas tradicionales aunque es intención de la empresa salvar la
emblemática jornada del Domingo de Resurrección. La situación sanitaria tendrá
la última palabra aunque una cosa es segura: en ningún caso será una temporada
al uso.
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