Enrique
Ponce ha encabezado la clasificación de este 2020, sumando dieciséis paseíllos
y cortando veintinueve orejas: “Me comprometí solidariamente con el toreo y con
mi cuadrilla”
JOSÉ LUIS
BENLLOCH
Redacción
LAS PROVINCIAS
La reducción de festejos taurinos ha sido una nota
obligada en esta atípica temporada que ha provocado, entre otras cosas, que las
estadísticas y los números del toreo queden muy alejados a los que
acostumbraban en años precedentes. Aun así el fenómeno tiene una lectura
positiva: que cuando se pensó que no habría temporada la hubo en un empeño
digno de encomio de varios matadores, especialmente de Enrique Ponce. No
tendría tampoco que sorprender lo que se valora como una hazaña si tomamos en
cuenta que ni siquiera durante la guerra civil ni durante la epidemia de la mal
llamada gripe española dejaron de celebrarse corridas. En realidad en España solo
dejaron de celebrarse espectáculos taurinos durante el siglo XIX, entre 1805 y
1808, a causa de la prohibición dictada por Carlos IV, que, paradójicamente,
fue anulada por el francés José Bonaparte a su llegada al trono para
congraciarse con la población. En todos los casos se evidencia el arraigo
social del toreo, capaz de resistir en las circunstancias más adversas y sin
ayudas externas; más bien al contrario: sus detractores trataron de aprovechar
el momento para ponerle encima la bota de su autoritarismo.
El extraño escalafón del 2020 está encabezado,
cómo no, por Enrique Ponce, que sumó dieciséis paseíllos cortando veintinueve
orejas. Sus tardes más destacadas tuvieron lugar en Granada, Nimes y El Puerto
de Santa María, elección en la que coincide la crítica y el propio torero y que
por la categoría de esos cosos cabría pensar que se produjeron en un año de
normalidad. “Ha habido temporadas muy buenas en mi trayectoria -declara el
maestro-, pero de esta me siento especialmente orgulloso. Con tantos problemas
como ha habido, con tanta enfermedad, viendo cómo se moría la gente, llegar
hasta aquí, haber colaborado a mantener encendida la llama del toreo y haber
hecho felices a muchos aficionados me hace sentir especialmente bien”.
Ponce: "Haber colaborado a mantener encendida la llama
del toreo y haber hecho felices a muchos aficionados me hace sentir
especialmente bien"
El diestro valenciano proclama como imprescindible
que haya toros en las plazas de primera la temporada próxima aunque sea con
aforos reducidos y ello suponga un ajuste de honorarios, asumiendo una postura
de altruismo de la que ya hizo gala este año. “Toreaba sin saber lo que iba a
ganar pero lo tenía claro, quería y debía torear. Me comprometí solidariamente
con el toreo y con mi cuadrilla porque para ellos no pasar la temporada en
blanco más que importante era necesario”, ha declarado en Aplausos tras
asegurar que en una temporadas así no se puede tener la pretensión de ganar
mucho dinero, en lo que se entiende como un llamamiento al realismo y a la
solidaridad del sector. “Se torea y luego si hay dinero, hay y si no... Claro
que eso exige total transparencia por parte del empresario y de todo el mundo”,
concluía.
EMILIO DE JUSTO
Le ha seguido en el escalafón el extremeño Emilio
de Justo, que este año debería haber vivido la temporada de su consagración con
la correspondiente recompensa económica por la que tanto peleó que ahora tendrá
que esperar. Toreó ocho corridas, la mitad que el valenciano, y cortó trece
orejas. “Ha sido un año emocionalmente muy duro. Nadie había vivido una
situación así, con tanta incertidumbre y me afectó mucho anímicamente”, le comentaba recientemente a Ángel Berlanga,
pero a partir de agosto comenzó a torear y se recuperó personal y
profesionalmente cosechando grandes triunfos en plazas como Plasencia, Nimes y
Jaén, que le permiten mantener intactas las expectativas con las que había
comenzado el año.
Hay que dedicar una mención especial a Ferrera, que
protagonizó una tarde excepcional en Badajoz; a Morante, que en Córdoba puso
los puntos sobre las íes en cuestión tan delicada como la de dilucidar quién
manda en el territorio del arte; y Juan Ortega, que en Linares y Jaén se postuló
como otro torero de los considerados de culto
Le siguen en la tabla final Daniel Luque, con
siete corridas y catorce orejas; Curro Díaz, con siete, siete; el francés Juan
Leal, con seis actuaciones y dieciocho trofeos; Gómez del Pilar, con dieciséis
paseíllos y once trofeos; El Fandi, con seis actuaciones y diez trofeos; y
Sebastián Castella, con seis y nueve. Así hasta sesenta espadas que finalmente
fueron los que encabezaron los carteles.
Y si hay que referirse exclusivamente a la huella
artística del 2020 hay que dedicar una mención especial a Ferrera (tres
corridas y once orejas),que protagonizó una tarde excepcional en Badajoz
estoqueando seis toros; a Morante (cinco paseíllos y cuatro trofeos),que en
Córdoba puso los puntos sobre las íes en cuestión tan delicada como la de
dilucidar quién manda en el territorio del arte; y Juan Ortega (cuatro tardes y
cuatro orejas),que en Linares y Jaén se postuló como otro torero de los
considerados de culto.
En el escalafón de los novilleros con picadores
las cifras aún han sido más modestas y el primer puesto ha sido para Francisco
Montero con cinco actuaciones y siete trofeos; y el de rejoneadores ha estado
liderado un año más por la francesa Lea Vicens, con un balance de once
actuaciones y veinte trofeos.
Los empresarios se unen por vez primera
frente a las administraciones
El sector taurino se ha unido por vez primera para
dar plantón a las administraciones en las convocatorias de sendos concursos de
adjudicación de plazas por no adaptarse éstos a la realidad económica del
momento y a los intereses generales del sector. Lo ha hecho con dos cosos de
gran importancia: Málaga y Albacete, donde en opinión de los empresarios no se
habían tenido en cuenta las circunstancias que ha generado el maldito
coronavirus. En Albacete las condiciones eran prácticamente calcadas a las de
la etapa anterior a la pandemia; y en Málaga, que había reducido el canon a
cero como señuelo, exigían los costos de la escuela taurina, la organización de
un certamen de novilladas, un número elevado de festejos, al parecer por encima
de los que se considera la demanda, y tres mil entradas gratuitas para la
Corporación. Todo lo cual en opinión de los empresarios la situaba fuera de
mercado. Mientras a ésta no se presentó nadie, en Albacete sí lo hizo Juan
Reverte entre la indignación de los compañeros que le acusaban de haber roto el
acuerdo. Finalmente retiró la plica, según él por el enfado que había generado
entre sus colegas aunque hay versiones que aseguran que en realidad fue una
retirada forzosa por no cumplir alguna de las condiciones administrativas
exigidas. En ambos casos la situación ha levantado fuertes encontronazos con la
oposición política de las corporaciones implicadas, que demanda pliegos que
hagan viable la gestión con una programación acorde a la categoría de las
plazas respectivas. En Valencia, otra
parte, se conocerá los próximos días la continuidad de la actual empresa, que
podrá afrontar de inmediato temas tan relevantes como la devolución o
continuidad de los abonados y la organización de la nueva temporada.
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