El
novillero pacense corta una oreja y logra ser el primer vencedor de La
Oportunidad de Vistalegre. *** Juan José Villita firma los momentos de mayor
calidad de la tarde, abre la puerta grande y queda en el segundo puesto.
GONZALO I.
BIENVENIDA
Diario EL MUNDO
de Madrid
En el año 64 más de 200 maletillas se
arremolinaban entorno a la antigua plaza de Vista Alegre. Jóvenes de todos los
puntos geográficos de España, con tanta hambre como ilusión. El éxito lo encarnó
un esmirriado muchacho que había dejado en Linares a sus siete hermanos y un
trabajo en una zapatería para buscar la gloria. Aquella Oportunidad lanzó a
Palomo Linares que a base de inteligencia, pundonor y mucha actitud logró
irrumpir con fuerza en el toreo.
El cartel de esta reedición de La Oportunidad,
firmado por Juan Iranzo, homenajeó a Palomo Linares como referente de una
actitud: "estar en novillero". Esa expresión sólo se le pudo atribuir
en la final de este certamen a Manuel Perera que se llevó el trofeo al
triunfador de forma muy reñida con Juan José Villita que firmó los momentos de
mayor calidad de festejo.
Manuel Perera, de la Escuela Taurina de Badajoz,
recibió por verónicas de rodillas a su primer oponente de Guadajira aquel
primer gesto de valentía se sucedió a lo largo de toda la mañana. El inicio de
la faena fue en los medios por bernadinas, algo hasta ahora inexplorado. El
novillero pacense se impuso a base de firmeza al informal y encastado novillo.
Las violentas embestidas se sucedían sin orden. Perera le ganó la acción
siempre. A la raza se sumó su oficio para resolver ante las dificultades
finales. Tras el primer pinchazo, el estoque hizo ballesta con la mala fortuna
de caer en la nuca del torero ocasionándole un corte del que tuvo que ser
atendido.
A porta gayola se fue a recibir al que cerró el
festejo. Libró de milagro el espectacular trance que se resolvió con un salto
del eral en el embroque. De nuevo el mando del extremeño logró someter al
novillo con mayores dificultades. Llegó a ser prendido en dos ocasiones y el
novillo cada vez desarrolló peor condición. Le cortó una oreja tras darlo todo
de nuevo.
El favorito de este certamen probablemente fuera
Juan José Villita, alumno de la Escuela Taurina de Madrid José Cubero 'Yiyo'. Villita
vestido de luces pierda la fragilidad que se le intuye vestido de corto.
Cuestión de percepciones. Hasta el final de la faena al quinto de la mañana no
apareció la calidad que este torero atesora.
Las líneas dibujadas en el primero de su lote,
incluso el abuso del trazo periférico, desaparecieron cuando se encajó para
torear con temple. La ligereza apuntada durante toda la mañana tanto con capote
como con muleta se eclipsó con el compromiso de esas dos tandas
extraordinarias. Villita es capaz de torear muy bien pero se hizo demasiado de
rogar. En el tercio de banderillas del segundo de Guadajira resultó prendido de
forma violenta pero se repuso sin mayores consecuencias. Cortó una oreja a cada
novillo de su lote y logró la única puerta grande de La Oportunidad.
Valentín Hoyos, de la Escuela de Salamanca, no
rayó con los erales a la dimensión apuntada el sábado con el añojo. Los toques
resultaron toscos y el joven Hoyos que había apuntado muy buenas maneras se
conformó con una corrección insuficiente para una final. En esta categoría los
novilleros suelen ser muy fluctuantes y es normal que tengan algunas tardes
menos redondas que otras, aun así cortó una oreja pos sus clásicas formas.
Triunfador: Manuel Perera, premiado con un
estoque.
2º puesto: Juan José Villita, premiado con un
capote de brega.
3º puesto: Valentín Hoyos, premiado con un capote
de brega.
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