JOSÉ LUIS
BENLLOCH
Redacción APLAUSOS
No es posible la paz. Ni con un trago de
ingenuidad me la creo. Ni por esas. La tropa política sigue con sus algaradas y
alzamientos. En términos taurinos sigue dando juego dispar, junto a
gratificantes excepciones, el resto resulta incierto y egoistón, mansos en
general diría un cronista de los de antes, más que resabiados malajosos. Y
nosotros, los aficionados, el toreo, necesitamos más consideración, más
respeto, reivindicamos más derechos de los que nos reconocen, tantos como el
resto de la ciudadanía, faltaría más.
Tras las gratas noticias de la semana
anterior, la medalla de Ponce; la respuesta gubernamental a los anti de les
Illes; el apoyo de Generalitat y Diputación de Valencia a los toros; el
rescate, al menos por dos años, de la plaza de Alicante de las garras de
Marisol la Roja… después de tanto gozo ha llegado la cagada. Ya lo advertimos,
volverán a pintar bastos y pintaron. El presidente de la Diputación de Zaragoza
acaba de firmarla, a la jiñada me refiero, y de hacerle uno de los peores
favores que se le pueden hacer a la Fiesta, en realidad lo suyo es un atropello
a cuenta de un puñado de monedas o quizá de resentimientos partidistas. Lo que
no es mío es del enemigo. Aunque me beneficie, aunque beneficie a la ciudad,
aunque vaya en la dirección del interés general. Así es la mentalidad del
hombre.
La rescisión de Zaragoza es especialmente dañina
en lo que tiene de mensaje y de reconocimiento, mejor de no reconocimiento al
toreo y sus necesidades. Se trata de una invitación al cortoplacismo, a un
cógela y corre…, a un pronto y en la mano... Lo dicho, en realidad es otra
forma de ser antitaurino
Por unas o por otras, sea por unas monedas, sea
por resentimiento político, lo suyo, la no renovación de la actual empresa, ha
sido una traición de lo más grosera, al empresario despechado y al sector, por
mucho que muchos del sector intentarán pescar en ese revuelo. El despropósito
ha llegado, ahí radica la sorpresa, justo cuando el mundo taurino se felicitaba
de la gran remontada de Zaragoza, plaza que en la última década se había perdido
en los arrabales de la marginalidad y los entre bastidores empresariales, de
donde había sido rescatada para mayor gozo de los aficionados y de la animación
ciudadana en sólo cuatro años, hazaña en la que cabía suponer, eso pensábamos,
que algún mérito tendría él como presidente de la corporación propietaria pero
era una deducción equivocada, era mentira. Al caballero en cuestión, los toros,
ha quedado negro sobre blanco, le importan un carajo, lo suyo es la moneda
contante y sonante a riesgo de dar el cante como lo acaba de dar y como se dio
en la etapa anterior, después corregido, en la que se dejó escapar el prestigio
de Zaragoza, su futuro taurino y la pasta del alquiler que tanto prioriza ahora
él y que quedó en el limbo de un desahucio. El hombre no ha aprendido ni
escarmentado, ni siquiera en cabeza ajena.
Ahora toca desear lo mejor para Zaragoza, que pasa
por un buen pliego, mucha suerte al próximo empresario, mucho trabajo,
inversión y no tener en cuenta el maldito mensaje del presidente. Duro
La reacción de rechazo y sorpresa por la no
renovación, que me consta afecta hasta a sus propios compañeros de partido, no
es porque haya decidido no renovarle a la empresa de Simón Casas, que también,
porque si un empresario arriesga, invierte, promociona y gana, se le debe
reconocer y hasta invitarle a que siga invirtiendo. Su decisión es
especialmente dañina en lo que tiene de mensaje y de reconocimiento, mejor de
no reconocimiento al toreo y sus necesidades. En realidad es otra forma de ser
antitaurino. Se trata de una invitación al cortoplacismo, a un cógela y corre…,
a un pronto y en la mano... Cuando el toreo necesita más que nunca de
inversión, promoción, de tiempo y paciencia, el mensaje del señor presidente de
la Diputación de Zaragoza al sector se reduce a un simplista y esclarecedor
dilema: si inviertes y pierdes, pagas; y si inviertes y ganas, para mí o para
quien yo diga, que es otra posibilidad por mucho que no haya que creerse las
habladurías que ya circulan sin freno ni pudor. Y no es eso lo que necesita el
toreo. Ni siquiera la claridad de su comunicado, rayano el descaro, le exonera
de responsabilidades “Obtener condiciones más ventajosas para la administración
provincial, ya que la situación ha cambiado respecto al momento de la anterior adjudicación”…
¿Por qué ha cambiado, quién la ha cambiado, quién ha arriesgado, qué significan
para la administración provincial los euros de más que pueda rebañar, quién
asegura que vaya a acertar con un nuevo pliego o si en realidad quiere
acertar…? Esas son las preguntas que debió hacerse antes de adoptar tamaño
despropósito. Dicho lo dicho, hay que desear lo mejor para Zaragoza que pasa
por un buen pliego, mucha suerte al próximo empresario, mucho trabajo,
inversión y no tener en cuenta el maldito mensaje del presidente. Duro,
difícil, aunque a lo mejor llega uno nuevo, a un presidente me refiero, de los
que respetan el trabajo y la lógica. Quién sabe.
POSTDATA:
Y BURGOS, TAMBIÉN.- Todo lo escrito hasta aquí sirve perfectamente para
reflejar lo sucedido en Burgos, donde se ha vuelto a ningunear el trabajo e
inversión de un empresario.
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