A
pesar de medir su número de actuaciones sigue liderando el toreo. Su entrega y
pasión frente al toro, unida a su fuerza en los despachos y a la
responsabilidad de figura de la que siempre ha hecho gala le hacen ostentar
desde hace tiempo el título de mandón del toreo. Su capacidad no tiene límites.
Ahora anda proyectando los sueños que aspira materializar el año próximo,
cuando cumplirá dos décadas como matador de toros, “una fecha que siempre he
deseado alcanzar al máximo nivel”, subraya.
Ángel
Berlanga / Redacción APLAUSOS
-La última
entrevista la hicimos en medio de su parón estival, con la “duda” de comprobar
en agosto cómo le había sentado ese mes de julio sin torear. Y si nos remitimos
a los hechos… le sentó de cine.
Sí, eso creo… -ríe-. Son sensaciones nuevas que
vas viviendo con el tiempo, muchas veces circunstancialmente, pero es verdad
que, en general, la reducción de festejos hace que vivas con más intensidad la
profesión. Cuanto más espacio tengas para preparar cada corrida mejor suele ser
luego el resultado, porque llegas más motivado y, sobre todo, más concentrado.
En esta etapa de mi vida va a ser ya difícil que rebase un número de contratos
como el de este año.
-Ha acabado
la temporada con cuarenta festejos. ¿Le parece una cifra modélica?
Ahora mismo creo que es el número ideal. De ahí
para abajo, más que para arriba. Tampoco la situación está como para torear
mucho más: el país y la Tauromaquia viven momentos difíciles y conviene cuidar
mucho los espectáculos, procurar que todo salga bien y la gente salga contenta.
Para eso es básico la reducción, aumentando, a la vez, la calidad en cada una
de tus actuaciones.
“No somos máquinas. Tenemos momentos más altos que otros. La
gente en cambio está acostumbrada a tu máximo nivel y soportar esa presión no
es fácil”
-Arrancó
agosto en El Puerto con una de sus tardes más pasionales. ¿Le estimulaba
especialmente medirse a Morante?
Un mano a mano con Morante siempre es un revulsivo
para cualquier torero y más en una plaza del sur, donde tan proclives son a
tauromaquias como la suya. Asumía una responsabilidad fuerte y salí
especialmente motivado. El ambiente de ese día era impresionante: la luz, la
plaza -a la que llevaba cuatro o cinco años sin ir-… y aunque la tarde era
difícil, con muchísimo viento, mi entrega fue la que me hizo llegar a lo más
alto. Técnicamente habrá habido tardes mejores, pero más pasionales que esa…
quizá ninguna.
-Al acabar
la jornada Morante decidió colgar el chispeante por tercera vez en su carrera.
¿A usted nunca se le ha pasado por la cabeza irse en estos casi veinte años de
alternativa?
Hombre… -hace una pausa- hay momentos en los que
tienes alguna racha mala, días en que no lo ves claro, pasajes de bajón… sí,
hay momentos de debilidad. Lo que ocurre es que mi trayectoria, mi nombre y
todo lo que yo represento va muy ligado a la responsabilidad de asumir el peso
de la Tauromaquia y por mucho que en algún momento pienses en algo así luego
nunca lo llevas a cabo porque son muchas empresas y públicos los que dependen
de ti.
-En ese
segundo tramo de la campaña, ¿de qué otros días se siente más orgulloso?
Si el toreo se midiera por etapas, en esta última
me he encontrado especialmente a gusto. La faena de Valladolid, la del indulto
al toro de Daniel Ruiz, fue una de las más redondas del año. Allí empecé una
racha muy buena, con muchos triunfos seguidos como el de la goyesca de Arles,
mi segunda tarde de Albacete, la puerta grande en Salamanca… El tramo final ha
sido muy bueno.
“Por encima de mis apetencias personales siempre he puesto mi
responsabilidad con el toreo; y así seguirá siendo el año que viene. Lo que
ocurra después tampoco me lo planteo”
-Hablar de
rachas con El Juli suena raro. La suya parece ser permanente…
Sí, a veces puede dar esa impresión, pero no somos
máquinas y tenemos unos momentos más altos que otros. Uno siempre tiene mini
rachas dentro de la temporada, aunque gracias a Dios nunca son muy largas. En
la Tauromaquia los trofeos cuentan mucho y cuando no cortas orejas en dos o
tres días seguidos parece que estés pasando una crisis. A veces es cierto que
te baja un poquito la concentración y la gente enseguida lo nota porque está
acostumbrada a que des siempre el máximo nivel. Soportar esa presión no es nada
fácil.
-¿El
próximo año va a ser su último como máximo líder? ¿Piensa comenzar a pisar el
freno?
Bueno… -duda- el año que viene me gustaría que
fuese distinto. Cumpliré veinte de alternativa, que es desde hace tiempo una
fecha que tenía como objetivo. Ponce, con veintiocho años de máxima figura, ha
marcado un número prácticamente imposible de igualar, pero cuando yo me doctoré
en Nimes estar veinte años de máxima figura ya era casi inviable, por eso es
una meta que siempre me ha hecho ilusión alcanzar al máximo nivel. Yo siempre
he asumido la Tauromaquia poniendo por encima de mis apetencias personales mi
responsabilidad con el toreo; y así seguirá siendo el año que viene. Lo que
ocurra después tampoco me lo planteo mucho, estoy más centrado en el año que
viene que en los siguientes. Supongo también que lo que pase en 2018 contará
mucho de cara al futuro.
-¿A qué se
refiere con su intención de que el 2018 sea “distinto”?
Me gustaría hacer cosas especiales, tengo ilusión
de materializar ideas que me rondan la cabeza desde hace algún tiempo. Pero,
lógicamente los dueños de las plazas son los empresarios y son ellos quienes
pueden dar o no luz verde a esos proyectos.
-¿Uno es
lidiar seis toros en solitario en la Vendimia de Nimes?
La idea de torear seis toros en una plaza así
siempre es golosa, pero las plazas, repito, tienen empresarios y son quienes
mandan en ese aspecto. No obstante, a nadie escapa que Nimes es una de las
plazas que más quiero, una de a las que más debo y si hago algo especial me
gustaría que fuese en esa feria. Allí ya maté seis toros en el décimo
aniversario de mi alternativa y también otra vez en mi primer año de matador.
Ojalá pueda llevarse de nuevo a cabo, me encantaría que este nuevo aniversario
fuera una fecha inolvidable.
-Se rumorea
también que podría torear a caballo.
De eso no hay nada… Soy un enamorado del mundo
ecuestre, tengo amistad con muchos rejoneadores y he rejoneado en algún
festival, pero nunca mezclaría algo así con mi profesión y, mucho menos,
tratando de competir. Aunque torear un toro entero a caballo sea un reto
bonito, como lo han hecho otras figuras del toreo, de momento no me planteo
nada similar a lo que hicieron maestros como Ojeda o Belmonte, por ejemplo.
“Inconscientemente, el público valora más a los toreros
irregulares. La regularidad muchas veces se menosprecia y es duro porque uno sí
sabe lo que cuesta”
-Dice que
no se plantea qué ocurrirá más allá de 2018, ¿pero nunca ha reflexionado sobre
cómo enfocará su vida una vez alejado de los ruedos? Su admirado José Tomás
dijo una vez que “vivir sin torear, no es vivir”…
Estoy convencido de que la vida de un torero que
deja de torear nunca puede ser igual. Las sensaciones que vives en la plaza son
únicas, muy intensas, muy hondas, no hay nada en la vida que se pueda
sustituir, ni siquiera la familia, tu mujer o tu vida social pueden hacerlo. La
Tauromaquia no es sustituible, una cosa no se cambia por las otras, por eso
genera un vacío que no debe de ser fácil llenar. Pero le aseguro que, al menos
de momento, tampoco me lo planteo en serio.
-No va a estar
toda la vida toreando.
Es evidente que no, como también lo es que en la
vida hay que ser persona y que yo, en la mía, he dejado de hacer muchas cosas
por mi profesión. He llevado una vida atípica, en la que en vez de hacer lo
normal en cualquier joven he estado sacrificado a esta profesión desde los 12 ó
14 años. A veces el toreo no deja que te desarrolles en ese sentido porque
estás mediatizado por lo que pasa, por las situaciones, por la misma profesión,
que es muy exigente y lleva aparejadas muchas complicaciones en el día a día.
Torear menos me permite formarme más como ser humano y eso también es bueno
para uno mismo y para la Tauromaquia.
MADRID, BARRERAS ROTAS
-Valencia,
Sevilla, Madrid… De todo el primer tramo de temporada, ¿de qué se siente más
orgulloso?
Seguramente, de mi paso por Madrid. Para mí es la
plaza más complicada. En las otras gozas del favor del público y ese favor te
deja desarrollar todo mucho más. Cuando el público te empuja los toreros
crecemos una barbaridad, pero en Madrid la exigencia es tremenda y siempre es
difícil romper esa barrera de atreverse a hacer tus cosas y sentirte a gusto.
Sin embargo, este año la he superado. Las dos tardes me he sentido a gusto,
fresco y suelto, sin atenazarme como otras veces. Lógicamente, en Las Ventas me
gustaría desarrollar mi tauromaquia con más plenitud; sueño con vivir una tarde
de esas en las que explosionas, sacas de verdad lo que llevas dentro y rompes
todos los moldes, pero, a la espera de eso, este año me he sentido a gusto y reconocido.
“Una
de las bases de la Tauromaquia es que el toro pueda ganar. Estoy a favor de que
la gente decida cuándo salvar su vida, me parece democrático”
-Su
temporada también ha contado con dos indultos a su cargo: el del zalduendo de
Sanlúcar y el del danielruiz en Valladolid. ¿Qué opina de la fiebre desatada en
determinados círculos de aficionados contra la “indultitis”?
La gente juega a ser ganadero y desde fuera es muy
fácil valorar qué toro vale para semental y cuál no, pero creo que en España salen
muchísimos toros que serían grandiosos reproductores y que acaban en el
desolladero. Es posible que a veces algún indultado no sea un gran reproductor
o no tenga las condiciones exactas que el ganadero busca, pero yo separo el
tema reproductivo del indulto. Una de las bases de la Tauromaquia es que el
toro pueda ganar y cuando la gente decide que el toro tiene que salvar su vida
me parece democrático y estoy a favor. Estoy más a favor de la gente en ese
aspecto que de quienes enjuician si un toro vale o no para reproductor. Un toro
puede indultarse, ir a la finca y morirse allí de viejo sin ser reproductor,
pero si se gana el derecho a vivir, por algo será. Eso no impide que, por otro
lado, esté totalmente en contra de indultar toros que no tengan condiciones
buenas como toro, no como reproductor. De hecho, este año me han pedido
indultar algunos que he considerado que no eran de indulto y les he entrado a
matar; pero, igualmente, los que creía que merecían ese premio he hecho todo lo
posible por conseguirlo.
-Hablando
de entrar a matar, en un torero tan sumamente largo como El Juli ¿es esa la
suerte que más le sigue costando ejecutar o, al menos, practicarla con mayor
ortodoxia?
Sí, reconozco que con la espada no estoy pasando
un momento bueno y tampoco tengo la rotundidad que tenía en mis primeros años.
Es un punto negativo en mi tauromaquia. No me siento a gusto muchas veces, no
tengo esa seguridad de los primeros tiempos y es un punto relativamente flaco.
De todos modos, si se analizan los números de las temporadas es evidente que,
aunque haya perdido algunos triunfos, también he matado toros bien.
-A qué se
debe ese bajón: ¿hay vinculación con fantasmas del pasado, con antiguos
percances entrando a matar…?
No es nada concreto… simplemente pierdes el sitio,
la seguridad, la confianza que, muchas veces, dentro de una misma temporada,
consigues recuperar. En agosto, por ejemplo, venía de una racha mala y en El
Puerto maté a mis tres toros de tres estocadas buenas. Es una de las suertes
más exigentes y, seguramente, una de las que a mí más me cuesten.
“Todos los toreros tienen virtudes y limitaciones y, según
los ojos con que los mires, puedes valorarlos por sus cualidades o intentar
destrozarlos por sus carencias”
-¿Nota que,
como máxima figura, todas las lanzas recaen sobre usted? ¿Le preocupa o
prefiere que esos pensamientos no le roben más tiempo?
Bueno… en realidad desde hace cuatro o cinco años
me siento en otra situación. En los toros hay mucho tópico, mucho
desconocimiento y aunque es obvio que cada uno tiene una forma de concebir el
toreo, discutir cosas tan rotundas o evidentes carece de sentido. Muchas veces
escuchas a los del Barça decir que Ronaldo es muy malo y a los del Madrid decir
que Messi no vale un duro, cuando, en realidad, son los dos mejores jugadores
del mundo. En el toreo y en España en general pasa algo similar. Cuando se
tiene regularidad se asombra menos y la gente, inconscientemente, valora mucho
más a los toreros irregulares. La regularidad muchas veces se menosprecia y es duro
porque uno sí sabe lo que cuestan las cosas, pero bueno, forma parte de mi
situación.
-Siempre ha
sido así…
Soy un enamorado del toreo y creo que todos los
toreros tenemos una serie de virtudes y, también, algún defecto o limitación.
Ninguno se escapa de eso y a todos, según los ojos con que los mires, puedes
valorarlos más por sus cualidades o intentar destrozarlos por sus carencias.
Todos estamos sujetos a ello. A veces, incluso una misma persona te valora de
forma distinta según las circunstancias. En mi vida he recibido las mejores
crónicas de gente que, quizá, luego haya escrito las peores. Yo puedo estar
mejor o peor, pero mi trayectoria, y lo digo con total humildad, creo que es
indiscutible en los logros y en ese aspecto me siento muy orgulloso. En lo
demás soy el primero en criticarme, en reconocer mis defectos y tratar de
corregirlos, pero yo me siento a gusto conmigo mismo. Y un aspecto sí ha
cambiado: antes salía a la plaza a convencer, a gustar, y ahora me preocupa más
gustarme yo, porque, además, si me gusto y disfruto soy feliz y, curiosamente,
es cuando más convenzo a la gente.
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