Los
caleños Gustavo Zúñiga quien saludó y David Martínez que dio vuelta al ruedo,
reflotaron la tarde lastrada por un encierro manso, desclasado y bronco, en una
corrida larguísima de tres horas y dos minutos.
JORGE
ARTURO DÍAZ REYES
@jadr45
Bien presentados, pero diversos de tipo y hechuras
tuvieron en común la falta de prontitud, codicia, movilidad, humillación,
fijeza, claridad, repetición y fondo. El negro sexteto puso a punto de
naufragio la segunda de preferia. No se hundió del todo porque dos, el tercero
y el quinto, rompieron por momentos la inmovilidad. Por lo demás, el armamento
poder e incertidumbre desasoseqaron las bregas infundiendo más ansiedad que
respeto. Signo de la corrida.
El veterano de Bogotá, Pepe Manrique, se lio el
primero al cuerpo en cuatro verónicas y dos medias entableradas rematadas con
un tornillazo y un desarme. Petrificado el animal se negó a todo, hasta que una
estocada en el rincón famoso lo fulminó.
Cristóbal Pardo, lanceó para poner al segundo
frente a la mejor vara, oficiada por Efraín Ospina. Gran ovación. Luego
desmotivación humana contra mansedumbre bestial en un desacople vano. Pinchazo,
media espada y hubo quienes aplaudieron el arrastre. Hágame el favor.
Gustavo Zúñiga, Se las vio con el aparatoso
“Mambo” que traía dos velas y mucho poder. Dos largas de rodillas, cuatro
verónicas y media se lo entregaron a Bulla, o al revés, pues perdió la vara en
el encuentro y luego mordió el polvo. El matador tomó los palos; dos pares al
sesgo y otro al violín. Algo dispersos, pero la entrega del uno y el trapío del
otro los cotizaron, provocando gran ovación. Nuevamente de rodillas y en
redondo echó leña en el fogón. Pero tras la segunda tanda el manso tomó las de
Villadiego y solo la porfía le hizo tragar algunos naturales azarosos que
alargaron la cosa negativamente. Seis pinchazos, dos avisos y una buena
estocada despenaron al muy descastado. La gente no olvidó la entrega. Gustavo
con los tendones extensores de la sangrante mano derecha seccionados saludó y
se fue a cirugía sin decir nada. Varón.
El mexicano Antonio Lomelín, se presentó con un
feucho de traza murubeña, que entre arreones y cabezadas dudaba y hacía dudar,
y que terminó huyendo descaradamente. Dos en hueso, el segundo con correteo
veloz al agresor. Dos avisos y cuando el fatídico tercero parecía inminente un
espadazo hondo y delantero lo tiró. ¡Uf!
El debutante David Martínez, con fresca,
contagiosa y alegre fe se topó con el más liviano, pero el menos avieso.
También el más Gutiérrez de todos, qué contrastando la tónica general corrió y
repitió en principio. Las verónicas de saludo, las navarras y la serpentina de
quite, así como los dos pares al cuarteo y el medio a una mano alebrestaron la
juvenil clientela. Mas, tras cuatro
derechas de rodillas, el pequeño solo aceptó el uno a uno, gotereado y
zapatilleado. Un pincho y una espada delantera dieron paso a una petición
denegada y una vuelta ruidosa.
Camilo Pinilla, manizaleño, se llevó el malo entre
los malos. Áspero y bruto, pedía una segunda vara, pero los animalistas
formaron motín y el tercio fue cambiado para proteger el orden público.
Resultado; ilidiable. La insistencia estéril, las coladas y desarmes lo
confirmaron. El público no puede dirigir la lidia. El morucho se rajó de postre
y tras el último clarinazo cayó sin puntilla por una estocada honda, pasada,
recursiva.
La virtud del encierro fue su presencia. Desigual
sí, pero digna individualmente. Su pecado, la falta total de bravura y nobleza,
elementos esenciales de la ecuación.
FICHA DE LA CORRIDA
Toros de Jorge Gutiérrez, lidiados a nombre de Dosgutierrez, bien pero desigualmente presentados, mansos, desclasados
y de mal estilo.
Pepe
Manrique, silencio.
Cristóbal
Pardo, silencio tras aviso.
Gustavo
Zúñiga, saludo tras dos avisos.
Antonio
Lomelín, silencio tras dos
avisos.
David
Martínez, vuelta.
Camilo
Pinilla, silencio tras aviso.
Cali. Sábado 11 de noviembre. 2ª de “Toros
para todos”. Plaza de Cañaveralejo. Menos de media plaza.
Incidencias: Emerson
Pineda saludó tras parear al tercero. Herido Gustavo Zúñiga durante la lidia del 3º.
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