A lomos de «Nazarí» Diego Ventura. Foto: EFE |
JAVIER LÓPEZ
El rejoneador Diego Ventura cortó una oreja y se dejó la que hubiera sido la
duodécima Puerta Grande de las Ventas en su carrera por culpa de fallar al
matar a su segundo toro, hoy, en el festejo ecuestre que echó el telón a la
Feria de Arte y Cultura de Las Ventas.
La tarde tenía claro protagonista desde
el principio: Diego Ventura. Lo
prueba la cantidad de público que acudió a Las Ventas a verle, a él, al jinete
que está mandando y revolucionando el cotarro del toreo ecuestre, y que por sí
solo consiguió la mejor entrada de todo el serial, sin contar la Beneficencia.
La gente le quiere y le espera como a
pocos, sabedores de que Ventura
siempre corresponde con entrega y espectáculo, gracias a su innegable dominio
de todas las suertes y, sobre todo, por su carisma y amor propio de auténtico "figurón" del toreo a caballo,
amén de su cuadra, ¡cumbre!, sin
duda, una de las mejores que hay actualmente.
Esta tarde cosechó, como es habitual en
él, una soberbia actuación, pero, en esta ocasión, no pudo sumar otra Puerta
Grande más a las once que posee en su palmarés en la Monumental madrileña por
malograr en la suerte suprema su segunda faena al quinto toro.
Los gestos y aspavientos al término de su
labor denotaban la rabia de un hombre al que no le gusta perder ni a las
canicas, y que había puesto en esta tarde todas las ilusiones para seguir
haciendo historia, algo que prueba la campaña de publicidad que ha llevado a
cabo durante toda esta semana en la que su imagen ha servido de reclamo en
distintas zonas de tránsito de la capital.
Pero esta vez se quedó Ventura a un suspiro de la gloria, mas
hay que destacar que la oreja de ley que paseó de su primer toro fue premio a
una faena redonda, que entusiasmó de forma apabullante a los tendidos, y que
sólo tuvo el lunar de la mala colocación del rejón de muerte.
Una labor espectacular que ya empezó a
calentar con los galopes de costado a lomos de «Nazarí», llevando cosido al animal a milímetros de la montura.
Soberbios también los quiebros en corto y piruetas en la cara con «Pegaso», y un emocionante final sobre «Remate» en un par a dos manos y una
rosa "al violín". La plaza
era una olla a presión, que se silenció de golpe al echar mano Ventura del rejón de muerte, que, ya
está dicho, no cayó en buen lugar, y por eso cortó sólo una oreja, aunque la
faena, por completa y rotunda, había sido de dos.
El quinto fue toro más mansurrón,
buscando constantemente la huida y con poquito celo. El mérito de Ventura, además de vender
increíblemente bien su espectáculo, fue el valor y lo mucho que arriesgó con
sus equinos, especialmente con «Nazarí»,
con el que salió trompicado en varias ocasiones al tener que llegarle (al toro)
una barbaridad para clavar. Los mordiscos de «Morante», nada elegantes, sin embargo, conecta mucho con los
tendidos, que volvieron a ponerse en pie para ovacionar una rueda de cortas sin
irse de la cara con «Remate» en el
epílogo. Y cuando más cerca tenía la Puerta Grande se lió a "pinchar" Ventura, perdiendo así la salida a hombros. Una pena.
Moura
hijo, llevó a cabo dos faenas de notable nivel,
gustando sobremanera en los quiebros, batidas de pitón a pitón, y cambios por
los adentros con «Perera» en su
primero, y con las "farpas"
también montando a «Espartaco» en el
que cerró plaza. Pero, emulando a su padre, el gran Joao Moura, falló al matar.
Bohórquez, por su parte, protagonizó sendas labores tan puras como frías.
En ambas hizo alarde de un sentido y un dominio clásico de la doma, aunque sin
llegar a calentar en ningún momento, con notables desigualdades como sus dos
fallos, uno en cada toro, en el par a dos manos, su gran especialidad, y, sobre
todo, su nulo acierto a la hora de matar. / EFE
FICHA DEL FESTEJO
Toros de María
Guiomar Cortés de Moura, reglamentariamente despuntados, grandones y con
kilos, bajitos de raza pero "dejándose" en general. Los que más
desentonaron, tercero y quinto.
Fermín
Bohórquez: rejón trasero y caído (silencio tras dos avisos); y pinchazo y
rejón sin quebrar (silencio).
Diego Ventura: rejón en dos tiempos
(oreja); y tres pinchazos, rejón y descabello (vuelta al ruedo tras petición).
Joao Moura,
hijo:
pinchazo, rejón que asoma y descabello (ovación); y dos pinchazos y rejón caído
(palmas).
Domingo 9 de junio. La plaza tuvo algo más de tres
cuartos de entrada en tarde entoldada y con lluvia intermitente.
No podia falta la presencia del famoso "Morante" en el epilogo de actuacion de Diego Ventura ayer en Madrid. Foto: EFE |
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